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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un AVE en vía muerta

El Gobierno se ha topado con un nuevo problema. Uno de sus proyectos bandera en la actual legislatura, el tren de alta velocidad entre Madrid y Barcelona, está a punto de costarle un serio disgusto político. No sólo se han incumplido las fechas previstas en un principio para la puesta en marcha del tramo inicial, el que llega a Lleida, sino que nadie sabe a ciencia cierta en qué fecha transitará el nuevo AVE en las condiciones prometidas. Entre éstas, la más llamativa es la velocidad. En la primera fase, el objetivo era alcanzar los 300 kilómetros por hora, que luego deberá ampliarse a 350 kilómetros por hora.

En estos momentos, el principal escollo está en la señalización del trazado. æpermil;ste no es un asunto baladí, dado que de él depende precisamente la velocidad, y por tanto la seguridad de todo proyecto. El ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, ha admitido ya públicamente que la nueva señalización, encargada al grupo italiano Ansaldo, no iba a estar a tiempo para el estreno del AVE que unirá Madrid y Lleida.

La solución adoptada para sortear esta dificultad ha sido recurrir a un plan B, consistente en instalar otro tipo de tecnología en la señales, menos moderna pero más rodada. El problema radica en que con esta tecnología secundaria el tren sólo puede alcanzar una media de 200 kilómetros por hora. Aun así, diversas fuentes apuntan que, en el mejor de los casos, la inauguración oficial del tren de alta velocidad a Lleida no tendrá lugar hasta el próximo mes de abril, cuando la primera fecha que se manejó fue finales del año pasado.

Este retraso, sus causas y sus consecuencias, merece explicaciones. Si la causa es, como todo parece indicar, la salvaguarda de la seguridad, bienvenidos sean estos retrasos y los que sean necesarios. Otra cuestión es la asunción de la responsabilidad política de incumplir una promesa. Y más cuando el partido ahora en el poder fue especialmente contumaz en la crítica contra el AVE Madrid-Sevilla, a pesar de que éste, cierto es que con parches incluidos, empezó a funcionar en la fecha anunciada.

Dentro del conjunto del proyecto del nuevo AVE merece una especial atención el papel de Ansaldo. El grupo italiano suma incumplimiento tras incumplimiento en sus relaciones con las distintas Administraciones españolas. Al retraso del proyecto de señalización del tren de alta velocidad se suma el del contrato para la construcción y mantenimiento de los trenes de la nueva línea 10, uno de los proyectos estrella del PP en la Comunidad de Madrid.

Todo este proceso se ha visto envuelto, además, en la más absoluta falta de información. Se hace imprescindible, pues, una convincente y detallada explicación de los responsables políticos de este proyecto, asumido por Francisco Álvarez-Cascos, que ha emprendido el camino del fiasco. No en vano está en juego una inversión de 7.200 millones de euros.

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Antonio Ruiz del Árbol / Jorge Chamizo

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