La ruina del fútbol
El fútbol era durante el franquismo un recurso de la dictadura para la anestesia de las masas. En un apasionante libro, Sport y autoritarismos. La utilización del deporte por el comunismo y el fascismo, de Teresa González Aja (Alianza Editorial. Madrid, 2002), se traza la trayectoria explicativa de cómo uno de los fenómenos sociales de más importancia llegó a ser un instrumento en manos de los poderes establecidos cuando a partir de la Primera Guerra Mundial los Gobiernos comenzaron a interesarse por el deporte espectáculo.
Este recorrido permite clarificar algunos de los aspectos más interesantes del nacimiento de este fenómeno de masas tras el descubrimiento de su utilidad primero por los regímenes democráticos y en seguida por los totalitarios. Así puede obtenerse una completa visión de la relación entre el deporte y la política. Las colaboraciones incluidas de Arnd Krüger, Ángela Teja y por la propia Teresa González Aja describen las distintas posiciones del nazismo, el fascismo y el franquismo frente al deporte, mientras Pierre Arnaud y Jan Tolleneer se acercan a Francia y a Bélgica para examinar las relaciones de la gimnástica con el poder político y religioso.
Para el caso español es indispensable, además, la lectura de La última vez que nací (Ediciones B. Barcelona, 2002), biografía de Francisco Cerecedo, donde se recoge el trabajo Sociología insolente del fútbol español. El inolvidable Cuco explica cómo durante 35 años 'las honradas gentes hispánicas eran conducidas semanalmente en inmensas riadas humanas hacia el verde sofá de los estadios para ser sometidas a tratamiento', de forma que 'la alienación cotidiana, el desequilibrio social, la frustración personal resultaban compensadas por las gestas deportivas de los ídolos en quienes, a la vista de la realidad propia de la dictadura, no quedaba otro remedio que delegar el éxito'. Nuestro autor refería cómo la politización del fútbol comenzó una fría mañana de 1939, cuando los rectores del Comité Olímpico Español entregaron a las agencias una nota por la que quedaban anulados los partidos y torneos jugados en zona republicana durante la guerra civil.
Qué interesante recordar cómo 'a principios del siglo XX, en el contexto regeneracionista de la necesaria vigorización de la maltrecha y descuidada raza ibérica, comenzó en Madrid y en todas las ciudades importantes la implantación del fútbol'. Entre quienes apoyaban su nacimiento se encontraban figuras del periodismo de la talla de Francos Rodríguez, director del Heraldo de Madrid; Barber, de El Imparcial, y Vicente Castro Les, director de la revista ilustrada de deportes Gran Vía. Durante los primeros años el fútbol patrio terminaba en el mismo límite de las fronteras del país. Fue definitiva la participación en los Juegos Olímpicos de Amberes en 1920. La victoria contra Dinamarca permitió jugar las semifinales contra Holanda y a partir de esa segunda victoria la prensa se desbordó en alabanzas y acuñó el término de 'furia española'.
Queda claro, pues, que el fútbol viene de esa épica y de otras instrumentalizaciones. Bien reflejadas quedan en el primer número del semanario deportivo Marca, en cuya portada aparecía una joven rubia de aspecto germánico saludando a la romana bajo el siguiente titular: 'Brazo en alto a los deportistas de España'. El heroico defensor del Alcázar, general Moscardó, delegado nacional de Deportes, declaraba que aceptaba la presidencia del Comité Olímpico Español 'porque soy un soldado y acepto lo que se me ordena'. Una primera pluma del periodismo, Jacinto Miquelarena, dedicaba una catarata de insultos a la II República y arrojaba sobre aquel régimen la culpa de los males del fútbol español que ellos venían a redimir.
Otra cosa es que de la primariedad patriótica de entonces, de los tiempos de la furia española y del memorable '¡a mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!', o del cabezazo del ex seminarista Marcelino, que supuso nuestra victoria sobre Rusia y la proclamación como campeones de Europa, hayamos pasado a la España que se integra en el G-8. En los años sesenta decía Livinio Stuyck, gerente de la Plaza de Toros de las Ventas, a su primo Carlos, uno de los fundadores de la Peña del hongo: 'El fútbol, que ha embrutecido a tantos de vosotros, os ha dado cultura con eso de los viajes'. Pasados los años, la actual prensa deportiva promueve la instrucción pública. Los lectores han aprendido más anatomía que los estudiantes del Testut con ayuda de los prodigios de la infografía y se han adentrado en los pormenores de la economía y las finanzas a propósito de los balances de los clubes.
De ahí el interés con el que deberían seguir la situación de ruina en que se encuentran las que ahora son sociedades anónimas. Buena prueba es el cuadro que acompaña estas líneas, sobre el que volveremos en próximo viernes. Vale.