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Banca

Saneamientos no tan extraordinarios

El BBVA ha justificado la caída del 27% de su beneficio y el incumplimiento de su anuncio de que mantendría el dividendo apelando a los saneamientos extraordinarios. Pero los 455 millones de euros en que se cifra este año el impacto de tales cargos extraordinarios sobre el beneficio antes de impuestos se quedan en realidad muy por debajo del nivel de cualquiera de los últimos ejercicios. Visto el protagonismo que cobran año tras año, los saneamientos extraordinarios del BBVA se han convertido en algo de lo más ordinario.

Al explicar sus cuentas, el BBVA dice que ha optado por 'una política de prudencia con cargo a los resultados de 2002, realizando unos saneamientos totales de 2.730 millones, lo que implica un aumento del 18,6% respecto a las cifras de 2001'. Curiosamente, la cifra publicada hace un año no es la que se usa ahora para la comparación: 'La estricta política de saneamientos en 2001 ha llevado a dotar un total de 3.511 millones de euros en distintas provisiones, amortizaciones y otros saneamientos, incluida la mencionada cobertura del riesgo argentino. Esta cifra representa un aumento del 69% en relación al año 2000', se decía en la nota de prensa hace un año.

Más allá de las discrepancias sobre el total, ¿cuáles de esos saneamientos son extraordinarios? Hace un año, el BBVA calificó como 'cargo extra' un total de 1.354 millones antes de impuestos que permitían hablarle a los analistas de 'saneamientos crecientes'. Esa cifra correspondía a la crisis argentina y comprendía el saneamiento del 100% del valor teórico contable del Banco Francés, la cancelación del 100% de fondos de comercio y deuda subordinada en Argentina y la menor aportación de filiales por puesta en equivalencia. Esos saneamientos sumaban 1.354 millones de euros antes de impuestos, con un efecto sobre el beneficio atribuido de 743 millones, según el banco, pues 611 millones correspondían a socios minoritarios en Argentina o se recuperaban vía deducciones fiscales.

Un año después, el banco cifra en 455 millones (427 millones después de impuestos) los saneamientos extraordinarios. æpermil;stos se destinan a la amortización de todo el fondo de comercio pendiente en países de América Latina sin grado de inversión (129 millones de euros); al saneamiento de las diferencias de cambio tras la operación de Brasil (245 millones) y a una provisión para prejubilaciones de 81 millones de euros, con impacto de 53 millones en el beneficio atribuido.

'Si se excluyen estos saneamientos extraordinarios, el beneficio atribuido del grupo se habría situado en 2.146 millones de euros, un 9,2% menos que en 2001, en línea con la previsión que se hizo al cierre del primer semestre', explica el banco. Si se excluyen estos saneamientos extraordinarios, pero se dejan intactos los del año anterior, cabría matizar. En cambio, si al resultado de 2002 se le suman los 427 millones citados y al de 2001 se le añaden los 743 millones que en su día fueron calificados como cargo extra, el beneficio atribuible habría caído de 3.106 a 2.146 millones, con un recorte que sería del 30,9%, es decir, mayor incluso que el publicado del 27,3%.

Si uno continúa viajando hacia atrás en el tiempo, la cosa empeora. Los 455 millones de euros de este año palidecen aún más ante los 816 millones de euros que en 1999 fueron calificados como saneamientos extra o ante los 1.173 millones del ejercicio 2000 que permitían entonces hablar de 'prudencia reforzada: fuertes saneamientos extraordinarios'.

Los saneamientos extraordinarios son muy rentables en términos de imagen. Si los resultados, son buenos permiten decir que hubieran sido mucho mejores sin ellos, y si son malos, que es principalmente por su culpa. En su mayoría no se trata de cargos injustificados, sino simplemente algo adelantados al calendario contable. Adelantarse un poco permite presentar como voluntario lo que antes o después será seguramente obligatorio. El BBVA, por ejemplo, presumió en las cuentas de 2000 de haber amortizado de golpe el fondo de comercio de su inversión en Terra por 310 millones de euros, lo que fugazmente le permitía sacar pecho incluso por las plusvalías latentes. Más allá de la evolución operativa, del impacto cambiario y de la menor aportación de las participadas, el BBVA aún disponía de otra alternativa a los saneamientos extraordinarios para explicar la fuerte caída de beneficios de este año: las plusvalías. En 2001, el banco obtuvo 1.205 millones en plusvalías, cifra que se ha recortado a 713 millones en 2002. La diferencia, 492 millones, permitiría apelar a ella, pero, como explicación, las plusvalías lucen mucho menos. Mientras los saneamientos dan apariencia de mayor calidad del resultado, las plusvalías la ponen en entredicho. Y mientras los cargos extras se pueden presentar como un voluntario ejercicio de responsabilidad, las plusvalías (materializadas o latentes) dependen más de los elementos.

El mercado ha acogido mal los resultados del BBVA y la mayoría de los analistas ha empeorado sus recomendaciones y previsiones sobre la entidad. No han faltado los comentarios críticos sobre los saneamientos extraordinarios: 'Desde nuestro punto de vista, tales cargas no implican un criterio más conservador por parte del banco, ya que entendemos que el impacto negativo de la alianza con Bradesco es obligado por el Banco de España (la principal diferencia está en que se ha adelantado la carga en el calendario); el grueso de las provisiones para prejubilaciones se han realizado contra reservas (...) y el banco ha reducido su esfuerzo en provisiones para insolvencias en un momento de aumento de la morosidad', explican los analistas de Espírito Santo.

Menos dividendo del anunciado

Manuel Cantalapiedra, de Banesto Bolsa, califica los resultados operativos podemos calificarlos como 'débiles, pero satisfactorios, dado el entorno económico de 2002', pero critica la poca capacidad para generar extraordinarios positivos con que hacer frente a elementos negativos externos a una gestión que califica de buena. 'Tampoco nos ha gustado el recorte de dividendo, ya que para nosotros supone una falta de confianza en los resultados futuros', añade Cantalapiedra.

Además, al recortar un 9,1% el dividendo con cargo a 2002 frente al del ejercicio anterior, el banco incumple lo anunciado. El presidente del BBVA, Francisco González, dijo en Nueva York el 2 de octubre del año pasado que mantendría el dividendo. González efectuaba este anuncio (con una dosis de ambigüedad en sus palabras que impide hablar de compromiso) después de que el presidente del Santander Central Hispano, Emilio Botín, hubiera prometido repetir dividendo, promesa más formal que sí ha cumplido.

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