El elefante en la habitación
Decían ayer los líderes empresariales reunidos en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza) que la cuestión de Irak es, en estos momentos, 'el elefante en la habitación' de la economía mundial. Es decir, que la amenaza de guerra contra el país árabe es el factor clave y determinante que marcará la evolución de la recuperación económica en este ejercicio. De momento, la afirmación es una realidad palpable para los mercados, cuya evolución diaria gira en torno al goteo de declaraciones que aproximan o aplazan las posibilidades de un conflicto bélico.
El comportamiento que ayer sufrieron las Bolsas es un claro reflejo de la inestabilidad que la geopolítica ha introducido en un entorno de débil recuperación. En Europa, la caída de los índices bursátiles fue superior al 3% y mercados como el de Madrid han perdido en las últimas jornadas las ganancias acumuladas en lo que va de año. El desempeño de las Bolsas estadounidenses no es muy diferente, un factor que está jugando en contra de la divisa estadounidense.
Y es que el mercado cambiario está desempeñando un papel destacado en este escenario de turbulencias. La caída del dólar, que se inició en agosto pasado de forma lenta, pero progresiva, se ha acelerado considerablemente en las últimas semanas. El euro alcanzó ayer la barrera psicológica de 1,09 dólares, aunque posteriormente moderó la subida hasta situarse en 1,084 dólares por euro, los niveles más altos para la divisa europea desde octubre de 1999. El yen fue ayer la divisa que sufrió las mayores caídas frente a las principales, un movimiento alentado por las autoridades niponas para impulsar las exportaciones y que provocó rumores en los mercados sobre una posible acción conjunta entre Washington y Tokio.
Si la debilidad del euro frente al dólar fue un auténtico quebradero de cabeza para los responsables económicos de la eurozona en junio del año pasado, la actual fortaleza empieza a ser motivo de preocupación. El pasado viernes, el comisario europeo para Asuntos Económicos, Pedro Solbes, reconoció que la rapidez en la caída del dólar era observada con atención por la Comisión y ayer fue Ernst Welteke, presidente del Bundesbank y miembro del Consejo del BCE, quien alertaba del impacto que podría tener sobre las exportaciones alemanas. Una debilidad duradera del dólar penalizará la competitividad de la economía alemana, que representa la tercera parte del PIB de la zona euro.
El magnate George Soros alertaba ayer desde Davos sobre las negativas repercusiones que puede tener para la economía mundial la debilidad del dólar. No en vano, una depreciación continuada de la divisa estadounidense provocaría una caída de los precios de los productos de los demás países para mantener la competitividad y ese factor resultaría perjudicial tanto para los márgenes de las empresas como para el conjunto de la actividad productiva y, por ende, para la economía global. Para Soros, el principal beneficio de una guerra, sería la mayor estabilidad del mercado de petróleo al poner a la disposición del mercado internacional la producción de Irak. Soros parte del supuesto de una guerra rápida y la posterior administración de los pozos por las autoridades estadounidenses, como ya apuntaba la semana pasada el secretario de Estado, Colin Powell. 'Eso haría más por la economía que los estímulos fiscales', aseveró el magnate de origen húngaro.
La geopolítica de la energía es un factor decisivo, si no el principal, de la actual amenaza bélica. Pero el escenario apuntado por Soros es, hoy por hoy, sólo un futurible, que como tal reconocen los mercados. La incertidumbre se deriva del momento en que se produzca, si se produce, el conflicto; si la guerra será rápida o larga; si EE UU asumirá en solitario los costes de la misma o contará con apoyo internacional; si el resultado de la ofensiva será o no definitivo y si los pozos quedarán o no destruidos tras la ofensiva. Y hasta que no se despejen las múltiples variables en juego, la incertidumbre será el principal referente económico.