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Tribuna
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Desafíos y compromisos del turismo del siglo XXI

Cuando nos referimos al turismo, así en general, topamos con una cuestión de límites imprecisos. Con el término turismo se puede denominar una actividad humana o un sector económico o una política de la Administración pública o un fenómeno social o un objeto del saber científico y también algunas cosas más.

El turismo, ciertamente, representa cosas bien diversas, desde iniciativas de negocio hasta oportunidades de desarrollo personal, desde posiciones de liderazgo en la economía mundial hasta la dimensión del encuentro intercultural. Cuando hablamos de turismo, así, genéricamente, no podemos descuidar que nos referimos a todo ello y que, por lo tanto, todo ello queda concernido.

Por ello, reflexionar acerca de los desafíos del turismo y de los compromisos que se derivan implica la combinación de la propia perspectiva (empresarial, política, profesional, económica, académica, etcétera) con la necesaria visión universal del fenómeno.

El alcance del compromiso ante el desafío será responsabilidad de cada cual.

El turismo del siglo XXI afronta importantes desafíos. La realidad global en la que vivimos transversaliza algunas cuestiones que el turismo no puede soslayar. Con motivo de la celebración del Día Mundial del Turismo, el pasado septiembre, Franceso Frangialli, secretario general de la Organización Mundial del Turismo, apuntó algunas cuestiones básicas: 'El turismo tiene un gran potencial para contribuir al alivio de la pobreza en las zonas remotas y en los espacios rurales de los países en desarrollo. En el mundo desarrollado, el ecoturismo puede ser la mejor herramienta de educación ambiental y de sensibilización del gran público'. Para Frangialli, 'la tecnología, la naturaleza y la humanidad no pueden disociarse del turismo'. Por su parte, el papa Juan Pablo II, en su mensaje para aquella jornada mundial, subrayó: 'Es necesario fomentar formas de turismo más respetuosas del medio ambiente, más moderadas en el uso de los recursos y más solidarias con las culturas locales. Son formas que, como resulta evidente, implican una fuerte motivación ética'.

Ciertamente, la gran cuestión de fondo es ética. El manual de las malas prácticas del turismo salta a la vista por doquier. Y no podemos construir un nuevo turismo lejos de la zona cero del pasado inmediato, sin un análisis crítico de las enormes contradicciones de un desarrollo insostenible.

Los desafíos son provocaciones que nos retan. Como si de amenazas se tratase, los desafíos nos echan a la cara la realidad y nos reclaman mejorarla. La respuesta a los desafíos siempre conlleva algún compromiso. En este sentido, implican una motivación ética y algunas convicciones.

Repasemos ahora brevemente algunos de los principales desafíos globales e indisociables del turismo.

El turismo es una plataforma continua para el conocimiento y el encuentro cultural, para el descubrimiento del otro y el reconocimiento de sí, para conjugar el binomio identidad-diversidad. El turismo tiene un enorme potencial al servicio de valores fundamentales: apertura, comprensión, respeto de la diferencia, capacidad de diálogo, construcción de la paz. El turismo puede fomentar desarrollos solidarios con las culturas locales y favorecer una adecuada inculturación de los agentes turísticos. El turismo que coloniza, ignora o degrada el entorno cultural podrá obtener beneficios económicos, pero los costes culturales se pagan en una moneda muy cara.

Las expectativas y necesidades de las generaciones actuales y también de las venideras exigen formas de turismo que no sobrepasen un uso razonable de los recursos. La Tierra es nuestra casa común. El respeto del medio ambiente y la promoción del bien común en el desarrollo económico son las garantías de habitabilidad y las señas de identidad de un turismo responsable. El turismo insostenible destruye el futuro y condiciona gravemente el presente, al primar prácticas abusivas, faltas de sentido de futuro, que buscan una satisfacción inmediata y egoísta del propio interés.

El mundo actual se caracteriza por una creciente penetración de la tecnología en todos los aspectos de la vida. El turismo es un usuario privilegiado de las nuevas tecnologías, tanto las del transporte como las de las comunicaciones y la información, así como de las ambientales. El extraordinario potencial de la tecnología en términos de interactividad, de ahorro de costes y de recursos, de movilidad geográfica, de transferencia del conocimiento, etcétera, ofrece al turismo un amplio abanico de posibilidades de desarrollo, y permite afrontar más decididamente los retos de la sostenibilidad y de la interculturalidad. La tecnología al servicio del hombre y de la naturaleza.

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