_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un cielo abierto a todos

Un billete de Madrid a Londres por sólo 22,4 euros? ¡Imposible, si estoy pagando hasta 10 veces más por el mismo trayecto...! Ni se trata de una broma ni de que le vayan a llevar a uno sentado sobre un ala, el avión ha dejado de ser un medio de transporte exclusivo de las empresas y de algunos privilegiados. Las aerolíneas tradicionales están empezando a ver las consecuencias de la entrada de un nuevo grupo de competidores: las compañías de bajo coste (low cost). ¿De verdad son rentables estas compañías con esos precios? Lo cierto es que sí.

Desde su nacimiento durante los años setenta -Southwest Airlines (1971) fue la pionera, seguida de la irlandesa Ryanair (1985)-, las compañías de bajo coste están ganando terreno a las aerolíneas tradicionales.

En los últimos años, y de manera especial durante 2001, el transporte aéreo de pasajeros se ha visto sometido a diferentes cambios. Los atentados del 11 de septiembre no fueron más que un último motivo que derivó en la situación crítica que ya arrastraban gran parte de las compañías tradicionales.

El secreto de las aerolíneas de bajo precio es una estructura ligera de costes que les permite obtener rentabilidades muy altas en sus rutas

El nacimiento de estas nuevas aerolíneas -así como las compras, fusiones y alianzas entre las ya existentes- crea cada vez mayor competencia. En este nuevo marco pueden diferenciarse dos grupos de compañías aéreas, atendiendo fundamentalmente a su estrategia operativa, estructura de costes y tamaño.

Las grandes aerolíneas (tradicionalmente llamadas compañías de bandera), con estrategias de negocio orientadas a cubrir una amplia red de destinos; son compañías con estructuras de coste pesadas que se soportan gracias al importante volumen de negocio y a la diversificación en otros negocios relacionados (cargo, handling, etcétera).

Las compañías de pequeño tamaño y estructura de costes ligera (low cost) con una orientación de negocio punto a punto, centradas en pocos -pero estratégicos- destinos, en los que intentan posicionarse como líderes. Son empresas de nicho, con una estrategia especialista (regional, turístico...) frente a la generalista de las anteriores.

Las compañías que reúnen características de ambos grupos se encuentran en un punto intermedio, pero no se identifican con ninguno. Son aerolíneas que no tienen una estrategia de rutas definida -como compañía punto a punto ni como compañía de red- y su estructura, sin ser tan pesada como la de las grandes aerolíneas de red, tampoco es tan ligera como las de las low cost.

Estas aerolíneas están atravesando momentos difíciles, ya que no tienen cabida en este nuevo marco. Son compañías con un posicionamiento incierto, con una estrategia de rutas y frecuencias poco eficiente, con un mecanismo de control y gestión poco riguroso, con una estructura de costes demasiado pesada y con una imagen poco consistente frente al cliente y a los competidores. Aprovechando esta situación, las compañías low cost han tomado posiciones en el mercado y no han dejado de crecer en tamaño, beneficios y en cuota de mercado.

Rutas punto a punto. ¿Dónde está el secreto de estas compañías? Principalmente en ofrecer unos precios muy competitivos, posibles gracias a una estructura de costes ligera, que les permite obtener rentabilidades muy altas en sus rutas. Siguen una estrategia punto a punto, que consiste en operar trayectos de ida y vuelta, con elevadas frecuencias diarias, entre destinos en los que consiguen una alta ocupación, imprescindible para que las rutas sean rentables. Esta estrategia punto a punto es opuesta a la de las aerolíneas tradicionales, con estructuras de red orientadas a cubrir el mayor número posible de destinos.

Estas nuevas compañías están ejerciendo una importante influencia en el sector, hasta el punto de que en ocasiones se está creando demanda. La fuerte inversión publicitaria con las ofertas de vuelos está incrementando los viajes ocasionales, los realizados no por necesidad sino porque ha surgido la ocasión. El nuevo modelo de aerolínea, con sus precios tan competitivos, no sólo está afectando a las compañías aéreas tradicionales, sino también a otros agentes del sector, como son los touroperadores. Las continuas ofertas de vuelos están provocando en el consumidor la sustitución de paquetes turísticos completos por una alternativa de compra del hotel y el billete de avión por separado, ya que con esos precios en ocasiones es más rentable. Algunas compañías, como la americana Southwest, ofrece incluso servicios de reservas de billetes de avión, hotel y alquiler de coches, todo a través de la red.

La política de precios de estas compañías consiste en ofrecer tarifas reducidas para vuelos programados con antelación; a medida que se acerca la fecha de salida del vuelo los precios se incrementan.

Los canales de venta también difieren de los tradicionales. Estas compañías no comercializan sus vuelos mediante agencias de viajes, los pasajeros deben recurrir a Internet y a los call centres para encontrar los billetes. Otras prácticas comunes de estas compañías para abaratar costes son la eliminación del servicio de catering gratuito a bordo, la utilización de billetes electrónicos, operar en aeropuertos secundarios, etcétera.

Mayor competencia = beneficio al cliente. La rápida expansión que están viviendo las aerolíneas de bajo coste plantea cuestiones acerca de su futuro. ¿Será este fenómeno de las low cost una simple burbuja? Mientras algunas de las grandes aerolíneas tradicionales no dejan de anunciar recortes, cierre de algunas rutas e importantes perdidas, las low cost siguen creciendo a ritmos acelerados. ¿Hasta dónde podrán seguir creciendo? Lo cierto es que por mucho que aumente la demanda, el mercado es limitado y llegará un momento en el que el crecimiento de estas aerolíneas se ralentice. La cuestión es cuántas sobrevivirán y cuáles. El proceso puede dejar fuera de mercado no sólo a muchas de las nuevas compañías, sino también a algunas de las tradicionales que no consigan adaptarse a la nueva situación.

Este desembarco de compañías europeas de bajo coste también supondrá un cambio importante en el transporte aéreo español. La entrada de estos competidores puede verse como una amenaza, pero también es cierto que esta nueva filosofía representa una oportunidad para nuestras aerolíneas, siempre que sean capaces de adaptarse a la nueva situación y ser competitivas en el nuevo mercado.

Lo cierto es que toda esta revolución en el sector redundará en mayor beneficio para el consumidor final, que podrá plantearse el avión como una alternativa más a sus viajes, frente al automóvil, tren o, incluso, al tradicional autobús.

Archivado En

_
_