Los costes médicos rompen la paz en GE
El aumento de los costes sanitarios son una cuestión de carácter nacional'. Lo decía el lunes el vicepresidente de recursos humanos de General Electric, Bill Conaty. Muy pocos dudan de sus palabras en un país donde la cobertura sanitaria es privada, sus costes no hacen mas que crecer por la mayor esperanza de vida y los altos precios de los nuevos tratamientos y medicinas, y son las empresas las que ofrecen los seguros médicos a sus empleados. Sin embargo, esta semana su compañía ha ejemplificado el problema.
Dos sindicatos de la empresa más rentable del mundo han salido a la calle en dos días de huelga para protestar la decisión de GE de trasladar a los trabajadores parte de la subida del 15% de los costes médicos que la empresa espera este año. El año pasado este aumento fue del 14% y se concretó en 1.400 millones de dólares, un 45% más que en 1999. La tendencia de futuro es esa. Según la fundación de estudios Kaiser Family, los gastos en seguros médicos se incrementaron en 2002 un 12,7% en todas las empresas.
Los 17.500 huelguistas, según la empresa, o 20.000, según los sindicatos, protestan porque desde el 1 de enero tienen que pagar una media de 400 dólares más al año en conceptos de copagos a médicos y por las medicinas. La empresa cifra este aumento en 200 dólares de media (un 10% del coste total del aumento previsto). La realidad se concreta en que los empleados de GE pagarán al médico 25 dólares por visita en vez de los 15 que pagaban hasta ahora y 50 dólares y no 30 cuando se trate de una urgencia. Los costes del copago de medicinas es porcentual.
En total son unos 28 millones de dólares. Pero no se trata sólo de eso. Esta huelga es la primera que sufre la GE en 30 años en este país y tiene como objetivo ir sentando las bases de una negociación colectiva que llegará a finales de año cuando se renueve el contrato marco vigente. 'Para entonces la empresa ya ha dicho que tiene la intención de pasar cerca de un tercio de los costes médicos a los trabajadores y los pensionistas', aseguran desde AFL-CIO, la mayor federación de trabajadores del país.
Para Conaty 'es muy difícil ser globalmente competitivos cuando mantenemos un crecimiento de gastos semejante' y asegura que los estudios más recientes 'muestran que el 75% de los empleadores están incrementando las contribuciones de sus empleados y compartiendo los costes por el aumento de los precios'. Los costes se comparten subiendo los copagos, o participando con un porcentaje mayor de la prima del seguro en algunos casos o rebajando la cobertura médica.
Pero la realidad que describe Conaty no ha hecho cesar en la protesta a los empleados, porque aunque la huelga de GE sea muy significativa y simbólica y haya puesto en primer plano el problema, no es la primera ni será probablemente la última.
La huelga que preparaban los trabajadores del transporte público en Nueva York y que quedó resuelta in extremis tenía como uno de los puntos principales la demanda de los trabajadores de no aceptar más aumentos de pagos sanitarios. El año pasado también se pusieron de huelga por este motivo durante 44 días los trabajadores del fabricante de chocolatinas Hershey. Actualmente, unas 500 enfermeras de uno de los hospitales de la empresa Tenet en San Francisco están en huelga para revisar los beneficios médicos ya retiradas.
Con todo, el que más ruido puede hacer en este sentido es el sindicato de los trabajadores de la automoción. Con casi 750.000 afiliados, es uno de los más grandes y poderosos del país y que negociará con los fabricantes de coches y componentes. Sus responsables han dicho que no capitularán. John Devine, vicepresidente de GM, decía la semana pasada que no esperaban problemas al proponer la cuestión a sus trabajadores y enfatizaba que los costes de GM se han mantenido por debajo de la media al subir un 6%, pero que esperan un aumento del 7% este año.
Las empresas no quieren pagar más
La presión sindical va aumentando poco a poco, pero las empresas están dispuestas a plantar cara a unos trabajadores que tienen pocas armas en un país en el que sube el paro (actualmente está en un 6%) y se pueden ofrecer contratos en los que se negocian desde el principio los beneficios médicos en el mejor de los casos. Y es que las empresas, al igual que los Gobiernos estatales que proveen a través del llamado Medicaid, cobertura medica pública a los menos afortunados, ven cómo la partida de costes médicos crece de forma exponencial. Consultores como el Washington Business Group on Health aseguran que en los últimos tres años los costes de salud han sido asumidos por las empresas, 'pero éstas no pueden asumir el incremento para siempre'. Los analistas dedican más y más párrafos de sus análisis en los últimos tiempos a describir este agujero que no deja de crecer (junto con el de la infradotación de las pensiones) como uno de los problemas a vigilar. Con 40 millones de estadounidenses sin seguro médico, en el caso de los Estados los costes de las medicinas se están haciendo impagables. Algunos de éstos se están organizando para presentar un frente común de negociación ante las compañías farmacéuticas y obligarlas a rebajar precios, como ocurre en Europa, donde la Seguridad Social es el único cliente y tiene decisión en el coste de los medicamentos que provee.