Del Código Olivencia al de Aldama, pasando por el 'caso Enron'
Funcionamiento parcialmente defectuoso del control corporativo, errores estratégicos de las empresas que han aumentado exageradamente su nivel de endeudamiento y actuaciones inapropiadas de determinadas empresas, incluidas prácticas contables que han distorsionado, a veces gravemente, la percepción de la situación. Con esta descripción, el informe Aldama enumera algunos de los defectos advertidos en sistemas como el de EE UU y al que en los últimos años han virado países como España por obra y gracia de la globalización.
Así, aunque sin decirlo explícitamente, el informe Aldama parece mostrarse heredero del caos que ocasionó el caso Enron. Un gigante de la energía que en diciembre de 2000 estaba entre las 70 empresas más valiosas de EE UU y que, un año después, anunció pérdidas de 368 millones de dólares al tiempo que se destapaban toda una serie de despropósitos contables.
Pero al margen del impacto de este suceso, el informe Aldama recoge la experiencia de la Comisión Olivencia. Así, en 1998, esta comisión elaboró un código de buen gobierno. Sin embargo, y como así puso de manifiesto una segunda Comisión Olivencia creada en 2000, los cuatro años que han pasado no son especialmente esperanzadores. Los accionistas apenas conocen el código de buen gobierno de Olivencia y tanto éstos como los expertos reconocen que la información que dan las sociedades cotizadas a los mercados es insuficiente. Así, la necesidad de mantener el imperio de la ley, fomentar la autorregulación de los mercados y más transparencia informativa son los tres pilares sobre los que se asentó entonces la Comisión Olivencia y se apoya ahora la Comisión Aldama.