Brasil toma el relevo de Argentina
La posibilidad de que Brasil se declarase en suspensión de pagos tras la victoria de Lula ha marcado la evolución de los mercados emergentes
U
na de las teorías más repetidas en los últimos años entre las casas de análisis es aquella que asegura que la situación de inestabilidad política y económica en Latinoamérica está descontada en la cotización de las compañías españolas. Sin embargo, cada vez que hay novedades en la región los principales valores del mercado continuo vuelven a sufrir turbulencias en sus precios convirtiendo en papel mojado esta vieja idea. La historia se ha vuelto a repetir este año, periodo en el que Latinoamérica se ha erigido de nuevo como protagonista principal entre los mercados emergentes.
Durante la primera parte del ejercicio todas las miradas de los inversores internacionales estuvieron puestas en Argentina. Eduardo Duhalde asumió la presidencia el 2 de enero, tras el efímero mandato de Rodríguez Saá, quien decretó la suspensión de pagos de la deuda pública. La primera medida de Duhalde fue la de abandonar la Ley de Convertibilidad, por la que el peso estaba ligado al dólar, lo que provocó la lógica depreciación de la moneda argentina, socavando los ingresos de las compañías españolas presentes en el país. Además, el presidente argentino presentó un programa de medidas económicas para acompañar la devaluación del peso que hacía recaer buena parte del ajuste en las empresas extranjeras con intereses en el país.
El índice Merval ha subido un 75%, a pesar de la crisis económica de Argentina
En Argentina este año ha sido también el del corralito, la medida introducida por el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, por la que se limitaba la cantidad semanal que los ciudadanos podían retirar de sus cuentas corrientes. Esta restricción intentaba evitar una huida masiva de fondos fuera del país y ha durado exactamente un año -finalizó el pasado 3 de diciembre-. Los expertos ven en el corralito y en la libre flotación del peso frente al dólar algunos de los factores que explican el impresionante comportamiento del mercado de valores argentino (el índice Merval ha subido en pesos un 75% en 2002, aunque en euros cae un 55% por los efectos de la depreciación) pese a que la economía del país acumula otro año de recesión: muchos ciudadanos han comprado acciones de aquellas compañías que cotizaban también en Nueva York a través de los ADR, para poder venderlas en este último mercado, obteniendo así liquidez y transformando los pesos en dólares.
A pesar de que la situación de Argentina está lejos de volver a la normalidad (las negociaciones con el FMI para conseguir nuevos fondos no acaban de ver la luz, el número de pobres aumenta día a día empeorando con ello el clima político social, etcétera), el foco de atención se desplazó a partir del mes de abril a su vecino del norte, Brasil.
Los primeros sondeos de cara a las elecciones presidenciales brasileñas de octubre no gustaron nada a los inversores extranjeros. José Serra, el candidato del partido en el poder, empezaba a quedar rezagado en las encuestas frente al representante del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva, ex líder sindicalista y con fama de ser poco partidario de las recetas económicas liberales. Esta situación hizo que la prima riesgo-país de Brasil, la diferencia de tipo de interés que ha de pagar frente a emisiones consideradas sin riesgo (como las de EE UU), empezara a dispararse y que el real brasileño sufriese una severa depreciación frente al dólar.
La posibilidad de que Brasil siguiera los pasos de Argentina declarándose en suspensión de pagos (la deuda neta asciende a 335.000 millones de dólares, el 62% del PIB, la mayor parte denominada en dólares) obligó al FMI a intervenir en agosto, concediendo el mayor préstamo de su historia al país latinoamericano (30.000 millones de dólares, el 80% a desembolsar en 2003), condicionado a la obtención de un superávit fiscal del 3,75%. El apoyo del organismo multilateral, al que se sumó el respaldo de los principales bancos de inversión, junto con el fin de las incertidumbres electorales con la victoria de Lula han servido para relajar las tensiones. No obstante, los expertos señalan que la posibilidad de un default en Brasil aún no se puede descartar porque el país afronta durante el primer trimestre de 2003 (Lula tomará posesión del cargo la semana que viene) importantes vencimientos de deuda, con una economía débil, lastrada por las tensiones inflacionistas que a su vez impiden recortar los tipos de interés para apuntalar la recuperación.
Por lo que se refiere a México, la situación bursátil del país ha estado muy marcada por las incertidumbres acerca de la recuperación económica en EE UU, su principal socio comercial. En este contexto el índice Mexbol ha caído, a falta de una sesión, un 3,51% durante 2003.