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El año de los escándalos

La quiebra de Worldcom, las multas a los bancos de inversión por emitir informes sesgados, el cese de las actividades de Arthur Andersen y la dimisión del presidente de la SEC han marcado el 'annus horribilis' de Wall Street

S

i cada año bursátil en EE UU llevase aparejado el nombre de una película que pudiera resumir todo lo que ha ocurrido durante esos 365 días, el título elegido para glosar 2002 sería, sin duda, El año que vivimos peligrosamente. A falta tan sólo de una sesión para que finalice el ejercicio, los índices Standard and Poor's, Dow Jones y Nasdaq acumulan una caída anual del 23,8%, 17,2% y del 30,8% respectivamente, y se encaminan a su tercer año consecutivo de pérdidas, algo que no ocurría desde el periodo 1939-1941 en los dos primeros indicadores (en plena Segunda Guerra Mundial y con la Gran Depresión todavía muy presente) y un fenómeno nunca visto en el Nasdaq desde su creación a principios de los años setenta.

Los motivos de semejante descalabro hay que buscarlos más allá de la dubitativa situación económica. 2003 ha sido el año de la pérdida de la inocencia en el mercado estadounidense, el año de los escándalos de corrupción -algunos aún utilizan el eufemismo de contabilidad creativa- que han salpicado a todos los actores bursátiles sin excepción (empresas, auditores, reguladores, auditores y analistas), provocando una crisis de confianza sin precedentes entre los pequeños inversores. Aquellos que en diciembre de 2001 pensaban que nada podría superar la quiebra del gigante Enron, después de que la compañía energética manipulase sus cuentas para presentar beneficios ficticios, estaban bastante equivocados o pecaban de ingenuos.

Los índices Dow Jones y Standard & Poor's 500 no registraban tres años consecutivos de caídas desde el periodo 1939-1941

La bancarrota de Enron quedó empequeñecida el pasado 21 de julio cuando Worldcom se declaró en suspensión de pagos, provocando la mayor quiebra de la historia, con 107.000 millones de dólares en activos. El director financiero de la operadora había ocultado unas pérdidas de 3.850 millones de dólares durante cinco trimestres consecutivos. Meses antes el hasta entonces flamante presidente de Worldcom, Bernad Ebbers, dimitía tras reconocer que había obtenido un préstamo privado de la empresa.

Wordlcom ha sido, no obstante, una cuenta -muy significativa, eso sí- dentro del rosario de escándalos contables que ha tenido que digerir Wall Street este año. Casos como los de Adelphia, Qwest, Xerox y un largo etcétera han golpeado los cimientos del parqué neoyorquino, transmitiendo las incertidumbres sobre la veracidad de las cuentas empresariales más allá de las fronteras de EE UU.

Por si todo esto no fuese poco para embadurnar la transparencia del mercado bursátil, 2003 también ha sido el año en el que las grandes firmas de Wall Street han tenido que afrontar multas que superan en su conjunto los 1.000 millones de dólares, acusadas de emitir a través de sus divisiones de análisis recomendaciones sesgadas o engañosas para ganar negocio de banca de inversión.

El ejercicio que está a punto de finalizar también ha sido testigo del cese de las actividades de Arthur Andersen, tras 89 años de historia, acusada de obstrucción a la justicia en el caso Enron, compañía a la que auditaba, y de la dimisión de Harvey Pitt al frente de la SEC (regulador de los mercados de EE UU), sobre el que arreciaban las críticas por su actitud frente a los casos de corrupción empresarial y por sus relaciones con las firmas de auditoría.

En este contexto los fundamentales de las empresas y la situación de la economía han pasado a un segundo plano, aunque ni en un caso ni en otro los datos son como para tirar cohetes. Los resultados de las firmas del S&P 500 correspondientes al tercer trimestre de 2002 han apuntado una leve mejoría (una subida media del BPA del 13% respecto al mismo periodo del año anterior), aunque se comparan con un trimestre de 2001 muy negativo (efectos del 11-S). Por lo que respecta a la economía estadounidense, ésta creció a un ritmo del 4% de julio a septiembre, por encima del 1,3% registrado en el segundo trimestre, pero para el último periodo del año los expertos encuestados por Bloomberg esperan una desaceleración del crecimiento hasta el 1,4% por el enfriamiento del gasto privado y de la inversión empresarial.

Las rebajas de tipos impulsan el interés por la renta fija

La Reserva Federal (Fed) gastó buena parte de su munición para reactivar la economía en 2001, año en el que bajó los tipos de interés en 11 ocasiones. Durante 2002, el organismo que preside Alan Greenspan mantuvo invariable el precio del dinero hasta el pasado 6 de noviembre, día en el que decidió una rebaja de medio punto, situando los tipos en el 1,25%, la tasa más baja desde julio de 1961. El Banco Central Europeo, por su parte, imitó la política de la Fed, rebajando los tipos siete veces en 2001, y manteniéndolos sin cambios hasta el pasado 5 de diciembre, cuando los rebajó en medio punto, dejándolos en el 2,75%. Los analistas consideran que la Fed mantendrá la actual tasa hasta la segunda mitad de 2003, cuando podría decidir la primera subida en varios años si hay muestras claras de recuperación. Los expertos creen por contra que el BCE tiene más margen para rebajar de nuevo los tipos. Estos recortes, junto con los desplomes de la renta variable, han alentado el interés por la renta fija. La rentabilidad del bono a 10 años estadounidense marcó en octubre el nivel mínimo de los últimos 40 años, situándose en el 3,569%.

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