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Euro

La UE pide a los países del Este que se desliguen del euro para no dañarlo

Polonia, Hungría, la República Checa, Eslovaquia, Letonia, Estonia, Lituania, Chipre y Malta ingresarán en la Unión Europea, si se cumple el calendario previsto, el 1 de mayo de 2004. Desde ese mismo día, los 10 nuevos miembros pueden solicitar su participación en el Sistema Monetario Europeo II, una purga de estabilidad de los tipos de cambio (con una fluctuación permitida respecto al euro de +/-15%) que todos los aspirantes a la unión monetaria deben soportar, en teoría, durante dos años.

En el mejor de los casos, y si se cumplen los otros criterios de convergencia (inflación, rigor presupuestario, etc.) algunos de los actuales candidatos pueden encontrarse a las puertas de la unión monetaria en 2006, antes incluso de que alguno de los tres socios que permanecen fuera (Reino Unido, Suecia y Dinamarca) hayan resuelto sus dudas sobre la incorporación.

Para la Unión Europea, ese hipotético escenario constituye una pesadilla. Los ministros de Economía y Finanzas de la UE, que el pasado 5 de noviembre se reunieron por cuarta vez con sus homólogos del Este para analizar el proceso de transición económica, no ocultan su temor a que algún candidato se precipite hacia la unión monetaria.

Saben que los criterios de adhesión al euro sólo miden la convergencia nominal, y pueden permitir la entrada de países con divergencias económicas abismales. Y la situación puede ser aún peor si algún candidato opta por 'euroizar' su economía, es decir, por implantar la convertibilidad automática en términos de paridad entre su divisa y la moneda única.

'Nuestro consejo es que no se apresuren', señala un destacado representante del Eurogrupo (ministros de Economía de la zona Euro). 'Solicitar el ingreso en el SME II es una decisión voluntaria, pero los futuros miembros deben sopesar las ventajas de permanecer fuera un tiempo', aconseja la misma fuente.

La mayoría de los candidatos, sin embargo, ya ha expresado su voluntad de incorporarse tan pronto como sea posible al SME II, donde de momento flota en solitario la corona danesa (la libra esterlina y la corona sueca permanecen fuera del sistema). Seis de los candidatos mantienen incluso un tipo de cambio estable vinculado a una 'cesta de monedas' en la que el euro es la principal referencia.

Pero la reunión conjunta de ministros de Economía de los países miembros y de los aspirantes concluía que 'en los últimos años, los países candidatos en su conjunto han realizado sólo modestos progresos en términos de convergencia real'. 'En varios países, el nivel de déficit fiscal continúa siendo muy alto', añadían los ministros con una especial reprimenda a Polonia, Hungría, Chequia y Malta.

En estas condiciones, la Eurozona prefiere que los mercados no relacionen a estos países con la unión monetaria. 'Podría interpretarse como un signo de debilidad del euro', señala una alta fuente diplomática.

Desde el año 2000, Polonia, Hungría, Eslovaquia y la república Checa han aceptado la libre fluctuación de sus monedas. Pero el resto sigue demasiado apegado, a juicio de la UE.

Londres quiere saltarse el régimen de cambios

Londres está presionando a Bruselas y a los socios comunitarios para que eximan a la libra esterlina de la obligación de pertenecer dos años al actual sistema monetario europeo (SME II) antes de incorporarse al euro. El Gobierno de Tony Blair quiere que se acepte el reciente historial de estabilidad de la libra esterlina (sin ninguna devaluación respecto a la divisa europea) como un equivalente a ese criterio de convergencia. Bruselas teme que una concesión de ese tipo pueda sentar un peligroso precedente para la decena de monedas nuevas con que contará la UE a partir de 2004. Pero Gran Bretaña no ha olvidado el miércoles negro de septiembre de 1992 en el que las presiones especuladoras obligaron a la libra esterlina a abandonar el Sistema monetario europeo, un régimen de tipo de cambios que permitía una fluctuación de +/- 2,25% respecto al ecu. La abrupta salida supuso un enorme coste en términos económicos, políticos y psicológicos, y la divisa británica ya no volvió a participar en el Sistema ni en su segunda versión más flexible, el SME II, instaurada en 1993. Los criterios de convergencia para el euro exigen, sin embargo, que las monedas aspirantes al ingreso se mantengan al menos durante los dos años anteriores a la incorporación dentro de la banda de fluctuación del SME II (+/- 15%). La Comisión Europea interpreta que ese requisito exige a los futuros miembros de la unión monetaria integrarse formalmente en el SME II (como hizo la dracma griega antes de incorporarse al euro el 1 de enero de 2001), lo que equivale a seguir muy de cerca la política del Banco Central Europeo. Dinamarca, el único país que figura en estos momentos en el SME II, ha perdido prácticamente la independencia monetaria y las decisiones de su banco nacional son una mera réplica de las de Francfort (como lo eran antes, por otra parte, del Bundesbank, pues la corona danesa se encontraba ligada al marco alemán). Suecia, que el 14 de septiembre de 2003 celebrará el referéndum para la incorporación al euro, aún no pertenece al Sistema. La corona sueca se mantiene estable respecto al euro desde 1999 y podría acogerse a cualquier concesión que obtenga Gran Bretaña. FlexibilidadLa pertenencia al SME II es el único de los criterios de convergencia para el ingreso en el euro que plantea problemas al Reino Unido. La estabilidad de precios, un déficit público por debajo del 3% del PIB nacional y una deuda pública acumulada inferior al 60% del PIB, son otros de los baremos nominales que Gran Bretaña supera sin dificultades. El requisito institucional de la independencia del Banco Nacional de Inglaterra también se cumple desde que los laboristas llegaron al poder en 1997 (no así, en Suecia, donde la autoridad monetaria sigue dependiendo del Gobierno).Londres espera que los socios comunitarios muestren flexibilidad con el único criterio que no cumple, lo que podría ayudar a Tony Blair a superar la prueba del referéndum para la adhesión. Hay precedentes. Entre los actuales socios, sólo Francia, Luxemburgo y Finlandia cumplían en 1997 el criterio de la deuda pública. Italia y Bélgica aún no lo cumplen.

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