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Directivas

Los Quince pactan la liberalización total del mercado de la energía en 2007

La Unión Europea fijó ayer el 1 de julio de 2007 como plazo límite para la liberalización total de los mercados energéticos, un objetivo político que se le escapó a José María Aznar en la Cumbre de Barcelona (marzo 2002), porque Francia y Alemania sólo aceptaron entonces la apertura a la competencia a partir de 2004 en el tramo de los grandes consumidores (un 70% del mercado).

Dinamarca, que preside la UE durante el segundo semestre de este año, ha logrado ahora un acuerdo entre los 15 Estados miembros para aprobar las nuevas directivas de liberalización, textos que, sin embargo, todavía necesitan el visto bueno del Parlamento Europeo antes de entrar definitivamente en vigor. Francia y Alemania, que ya han dejado atrás sus procesos electorales, aceptaron el definitivo impulso al proceso de liberalización.

La comisaria europea de Energía, Loyola de Palacio, una de las más fervientes defensoras de la liberalización, mostró su 'satisfacción' por un acuerdo que 'aumentará la competitividad de nuestras empresas y el bienestar de nuestros ciudadanos'. El viceprimer ministro danés, Bendt Bendtsen, que presidió ayer el Consejo de Ministros de Energía, calificó el encuentro de 'día histórico para la UE, el mercado interior y las compañías y consumidores europeos'.

Las nuevas directivas pueden provocar una importante reorganización del sector, porque contemplan la separación legal y contable, aunque no de propiedad, entre los operadores que intervienen en los mercados de generación, transporte y distribución de la energía. Esta segregación seguirá el mismo calendario que el de la apertura. A partir del 1 de julio de 2004, coincidiendo con la liberalización para grandes clientes, los operadores deberán segregar su actividad de transmisión. Tres años más tarde, la plena liberalización puede forzar también una segregación de la actividad de distribución.

Pero Francia y Alemania limitaron el alcance de esa última propuesta al condicionar su entrada en vigor a un estudio previo de la Comisión Europea. El organismo comunitario deberá pronunciarse en 2006 sobre la posibilidad de que los efectos que persigue la segregación legal de las empresas -transparencia, trato ecuánime a todos los operadores en acceso y precio- puedan conseguirse también por otros medios. De ser así, Francia y Alemania podrían solicitar una derogación de la norma general y mantener la estructura vertical de algunos de sus operadores.

Francia también impuso que la directiva reconozca el derecho de todos los consumidores, desde los hogares hasta las multinacionales, a un suministro de electricidad en condiciones aceptables y a precio razonable. París no logró, sin embargo, que la apertura final del mercado quedara condicionada a un estudio sobre el impacto del proceso de liberalización. Bruselas se limitará a verificar que el proceso no va en detrimento de la calidad del servicio, pero la voluntad política de los Quince apunta a que la liberalización es imparable. 'Tenemos un acuerdo sobre la fecha y los principios', se congratuló el ministro británico de Energía, Brian Wilson. Reino Unido, bajo el liderazgo de Margaret Thatcher, inició en solitario una liberalización que será europea el 1 de julio de 2007.

Una apertura del sector con el ritmo marcado por Francia

Francia, el país más reacio a la liberalización de los mercados energéticos, ha sido el que ha dejado una mayor impronta en el proceso de apertura, tanto en el ritmo como en el fondo de la iniciativa. Las dos primeras directivas de liberalización, que en 1997 concedieron a las grandes empresas europeas el derecho a elegir suministrador de electricidad y gas, no se aprobaron hasta que París dio su beneplácito. El resto de socios comunitarios era tan consciente entonces como ahora de que un mercado energético europeo no se puede construir sin contar con la pieza clave del mismo. Francia, favorecida por su estratégica posición en el centro del actual mercado europeo, ha aprovechado su enorme caudal de energía nuclear para convertirse en el principal exportador de la UE, en un sector que sigue compartimentado por países. El monopolio galo, Electricité de France, ya exporta el 20% de su producción, según un informe distribuido ayer en Bruselas por Greenpeace con motivo del Consejo de Ministros de Energía de la UE. Italia, Reino Unido, Bélgica, Alemania y España son los principales destinos de Edf en la UE. Suiza es otro gran cliente. Esta expansión de Edf, así como la mayoría conservadora tras las elecciones de junio han contribuido a que el Gobierno francés acepte la liberalización completa del mercado en 2007. España ha sido uno de los países más afectados -y beligerantes- por esta asimetría liberalizadora. Edf participa en el mercado español a través de Hidrocantábrico, como lo hace ya en el alemán y el británico entre otros. España tiene previsto liberalizar el 100% del mercado el próximo 1 de enero de 2003, convirtiéndose en el cuarto país en hacerlo (tras Reino Unido, Alemania, Austria y Suecia).

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