Una nueva política para impulsar la relación con Cuba
E spaña es el principal inversor y socio comercial de Cuba. Esta situación es mérito de empresas, en su mayor parte pequeñas y medianas, que desde hace ya varias décadas realizan un importante esfuerzo en un mercado singular. La apuesta por Cuba se ha llevado a cabo por encima de las difíciles circunstancias económicas que el país caribeño ha atravesado y relativamente al margen de las vicisitudes que las relaciones políticas bilaterales han ido produciendo.
Sin embargo, la propia situación geográfica y las necesidades económicas de la isla conducen, previsiblemente, hacia un acercamiento cada vez mayor a Estados Unidos, que podría repercutir sobre el posicionamiento de nuestras empresas en Cuba. La competitividad de las compañías estadounidenses y la cercanía son sin duda factores que, a medio plazo, pondrán a prueba la capacidad de muchas pequeñas y medianas empresas españolas. Como muestra, señalar que el solo hecho de comprar alimentos a los Estados Unidos en lugar de a otros países de Oriente, proveedores tradicionales pero más alejados, supone rebajas hasta del 30% en el precio final.
Por ello resulta necesario adoptar una política estratégica que ayude a las empresas españolas a mantener las posiciones que con tanto esfuerzo han conseguido. Esa estrategia debe pasar por un diálogo constructivo, en el que se incluyan, además de las importantes cuestiones puntuales - pago de deuda y reapertura de las líneas de financiación de Cesce-, aspectos más amplios que ayuden no sólo a consolidar inercialmente, sino a incrementar, con una visión imaginativa, nuestra presencia en Cuba.
La escasez de flujo de caja -reconocida por las propias autoridades cubanas, y muchas veces por debajo del denominado 'punto crítico'- se ve actualmente agravada por la caída del precio del azúcar y del níquel, el incremento del precio del crudo, el descenso en las exportaciones de tabaco y la reducción de ingresos de divisas por turismo, entre otros factores. En estas circunstancias, el mejor recurso de la economía cubana, al margen de avanzar en una cierta apertura económica y de la posibilidad de que las prospecciones petrolíferas que realiza Repsol en aguas del Golfo den frutos, pasa por incrementar los ingresos de divisas, fundamentalmente de Estados Unidos.
Por ello, es previsible que se repitan gestos hacia las empresas norteamericanas que ayuden a romper el bloqueo comercial que sufre la isla de manera injusta. Así lo ha puesto de manifiesto la reciente votación de la Asamblea de Naciones Unidas, donde sólo tres países han votado a favor de su mantenimiento, mientras que otros 173, entre ellos la UE en bloque, se han manifestado en contra. En el mismo sentido se ha pronunciado la Cumbre Iberoamericana celebrada este fin de semana en República Dominicana.
Pero la responsabilidad de tomar decisiones estratégicas no es sólo de la Administración, sino también -y quizás de manera fundamental- de las empresas. Es necesario tomar conciencia de la dificultad de competir vía precios con empresas que geográficamente sólo distan unas millas marinas de la costa cubana. En la perspectiva global que se demanda es necesario partir de la posición actual para asegurar los firmes lazos que vinculan hoy la economía de Cuba a España, rentabilizando así el esfuerzo realizado en tantos años sobre la base de una historia y una cultura compartidas.
En definitiva, hay que repensar Cuba, un país importante como mercado pero fundamental desde un punto de vista estratégico para nuestras empresas, como demuestra la masiva presencia de éstas en la economía cubana, hasta el punto de convertirlo en el país de América donde, proporcionalmente, más inversión y exportación española existe.