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Tribuna
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América, polarizada

Hablaba Milagros Socorro, columnista de El Nacional de Caracas, en el VIII Foro Eurolatinoamericano de Comunicación convocado en Santo Domingo por la Asociación de Periodistas Europeos. Su intervención formaba parte de una mesa redonda sobre La prensa y las reglas del juego democrático. Empezaba señalando que en su país, Venezuela, lo contrario de la verdad no es la mentira sino la polarización. Añadía que la prensa ha sido un vector fundamental de la polarización actual y precisaba que prevalece una sola opinión, la de que el otro debe desaparecer. Explicaba que es el antagonismo entre hermanos siameses que impulsa la aniquilación conjunta de quienes son inseparables.

La tensión social, mezclada con las presiones políticas, decía que había llegado a tal punto que los reporteros hacían el papel de gladiadores mientras los lectores pedían cada vez más sangre. Describía con gran viveza el proceso de organización del odio en el que los medios informativos cumplen un papel decisivo. Se confirmaba así una vez más que los enfrentamientos se articulan con una preparación mediática tanto a escala internacional como en el interior de las sociedades nacionales. Porque la prensa puede ser ambientadora de la convivencia y de la concordia o del antagonismo y la incompatibilidad.

El caso de la Venezuela de nuestros días en modo alguno puede extrapolarse al conjunto de los países iberoamericanos, porque no hay una sino muchas y muy variadas Iberoaméricas. Pero tampoco pueden ignorarse algunos contagios que saltan a la vista. El más inminente es el que parece a punto de sobrevenirle a Ecuador, donde el golpista Gutiérrez está pronosticado como vencedor cantado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, fijada para el domingo 24 de noviembre.

Cuentan los colegas ecuatorianos venidos al VIII Foro de Santo Domingo que a este discípulo de Hugo Chávez nadie le ha escuchado la definición de un proyecto mínimamente articulado y dudan mucho que tenga alguno.

Su victoria emerge como resultado ineludible del desprestigio de los partidos tradicionales y se alza con los apoyos de una confusa amalgama de populismo, golpismo, indigenismo y otros ingredientes soi dissant bolivarianos al modo chavista. En suma, toda una apuesta por la incertidumbre que amenaza generalizarse a caballo de muchos bloqueos institucionales insensatos, mantenidos inmutables durante décadas, sin más horizonte que la aplicación renuente de las rígidas recetas dictadas por el Fondo Monetario Internacional.

Los periodistas debatían estos días sobre el déficit institucional de Iberoamérica y escuchaban a Manuel Marín, vicepresidente durante 10 años de la Comisión Europea; a Asunción Ansorena, directora de la Casa de América; a Olga Pellicer, catedrática y embajadora mexicana; a Miguel Franjul, director del dominicano Listín Diario; a Juan Jaime Díaz, director de Ecomomía del diario chileno El Mercurio; a Arturo Moreno, director de Relaciones Institucionales de Telefónica; a Ricardo Uceda, secretario general del IPYS peruano; a Enrique García, presidente de la Corporación Andina de Fomento; al ex ministro Carlos Solchaga; a Gonzalo Montenegro, viceministro de Exteriores de Bolivia, o a Jaime Montalvo, presidente del Consejo Económico Social.

Analizaban la situación actual y subrayaban las consecuencias del 11 de septiembre y de la inminente ampliación de la UE que sumará 10 nuevos países de Europa central y oriental.

De las intervenciones escuchadas estos días a expertos y periodistas se concluía que de poco le ha servido a Iberoamérica hacer sus tareas y retirarse con toda docilidad mediante la firma del tratado de Tlatelolco de la aventura del arma nuclear.

La atención preferente de Washington está ahora fijada en relación a la amenaza terrorista y en función de sus planes militares en Irak, de modo que por sorpresa aflora una nueva carencia para estos países de nuestra América: se ha descubierto que les falta proximidad al Cáucaso. Si consiguieran acercarse a esa zona geográfica recibirían atención prioritaria del FMI, pero semejante objetivo parece inalcanzable. Además, el centro de gravedad de la UE va a desplazarse hacia Oriente y todo presagia una desatención en términos políticos y presupuestarios de América Latina.

Entretanto, la estancia en la República Dominicana permite observar las realidades y las percepciones de la presencia inversora española en América. El caso, por ejemplo, de Unión Fenosa, a la que se debe la modernización de los sistemas eléctricos en este país, es un buen ejemplo de las dificultades para cambiar la cultura de la gratuidad referida a unos servicios por completo deficientes.

Por primera vez hay energía garantizada y disponible en todos los lugares del país pero el cobro de los recibos de la luz se presenta como una aventura imposible generadora de hostilidades sin cuento. Alguien desde algún lado atiza la animadversión que puede terminar empañando las relaciones con España, de las que cuida de manera ejemplar la embajadora María Jesús Figa López-Palop.

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