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Tribuna
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Coyuntura económica en Galicia

La evolución reciente de la economía mundial ha estado marcada por la inflexión en el ritmo de actividad que se inició el pasado año, con una notable desaceleración del crecimiento agravada por la concatenación de una serie de acontecimientos, de todos conocidos, que tuvieron repercusiones de hondo calado en el funcionamiento de los grandes bloques económicos. Además, la mayor integración de los mercados y la globalización de las expectativas provocaron una rápida propagación de las fluctuaciones y mayor sincronía cíclica entre las economías. En este contexto, el comienzo y la consolidación de la recuperación, prevista inicialmente para la segunda mitad de este ejercicio, están sujetos a notables incertidumbres, tanto en su horizonte temporal como en su intensidad.

La economía española y la gallega no fueron ajenas a este cambio de trayectoria en el ciclo y han experimentado una paulatina desaceleración en sus tasas de crecimiento, si bien cabe destacar como aspecto positivo que lo han hecho a menor ritmo que la economía de la zona euro, mejorando la convergencia real. Además, en estos últimos años, y a diferencia de etapas anteriores, la economía gallega ha exhibido una elevada sincronía cíclica con la española.

El hecho de que la economía gallega haya sido capaz de mantener un ritmo razonable de crecimiento en una situación tan compleja e incierta, junto con los síntomas de mejora que se aprecian en algunos indicadores, permite albergar un optimismo moderado respecto a la eventual recuperación de la actividad en los próximos trimestres.

Por el lado de la demanda, el dinamismo exportador de nuestros sectores industriales básicos ha mantenido un perfil elevado, a pesar de la desaceleración en las economías destinatarias de nuestros productos. A su vez, el consumo de las familias experimentó un repunte el segundo trimestre del año, con una tasa de crecimiento que supera la media estatal. Esta mejora en ambos componentes de la demanda ha de compensar la evolución de la inversión empresarial, que atraviesa una coyuntura contractiva, aunque las perspectivas a medio plazo apuntan hacia su recuperación conforme mejore la actividad económica.

A su vez, los indicadores de actividad sugieren que la economía gallega mantiene pautas similares a las del resto del Estado. Como hecho diferencial, la generación de empleo en ramas no agrarias muestra mayor fortaleza en Galicia, destacando el fuerte crecimiento del empleo industrial, sector que mantiene los últimos trimestres tasas de crecimiento superiores al estatal.

El dinamismo del empleo también se observa en la construcción y es previsible que mantenga un ritmo elevado por el impulso de la obra pública que compensará la caída en la edificación privada.

El escenario de recuperación tendrá un soporte adicional en las ayudas comunitarias destinadas a nuestra Comunidad hasta 2006. La utilización eficiente de estos fondos puede contribuir de forma importante a la corrección de los desequilibrios que nos separan de las economías más prósperas de nuestro entorno.

En este contexto, las iniciativas presupuestarias del Gobierno de Galicia cobran especial relevancia. La Xunta gestiona el quinto Presupuesto autonómico más elevado de España, que en 2003 ascenderá a 7.700 millones de euros, un 21% del PIB gallego.

La importancia alcanzada ha progresado en paralelo con el proceso de asunción de competencias, generando un incremento en los recursos gestionados a medida que se transferían competencias en ámbitos tan relevantes como la educación o la sanidad.

Pero la consolidación del mapa competencial tuvo lugar, no obstante, en un contexto de construcción de la Unión Monetaria, convirtiéndose el equilibrio presupuestario en uno de los pilares del nacimiento de la moneda única. El Pacto de Estabilidad dio carta de continuidad a este requisito. Por lo tanto, las autonomías españolas, Galicia entre ellas, se encontraron estos últimos años con el reto de afrontar nuevas responsabilidades condicionadas al déficit cero. Por ahora, la Administración gallega ha cumplido con holgura sus compromisos.

La Xunta terminó 2001 sin incrementar su endeudamiento, tras mostrar reducidas tasas de crecimiento de su deuda viva desde 1996. Dado que la estabilidad del endeudamiento se acompañó de progresivo aumento del ahorro bruto, el resultado ha sido un reforzamiento de su solvencia a largo plazo. Si en 1998 la comunidad necesitaba siete años para cancelar toda su deuda con el ahorro generado, a finales de 2001 ese plazo se reduce a la mitad, muy por debajo de los ocho años que requieren de media las comunidades de similar nivel competencial.

De igual forma, las cuentas autonómicas han mostrado un elevado rigor en su ejecución. En el ámbito de los ingresos, el grado de cumplimiento del Presupuesto se acerca al 100%, mientras que en gastos supera el 90%.

La mesura presupuestaria no ha sido impedimento para que la actividad inversora del órgano autonómico haya seguido una dinámica creciente. Entre 1998 y 2001, los gastos de capital aumentaron un 35%, pasando a significar ya el 22% del Presupuesto total.

Tras esta trayectoria, Galicia se enfrenta con un nuevo modelo de financiación autonómica, caracterizado por un incremento considerable de la autonomía fiscal. Bajo el recién estrenado modelo aumenta, por un lado, la responsabilidad de los Gobiernos autonómicos sobre sus ingresos y, por otro, la fluctuación futura de los mismos.

¿Qué podemos esperar de este nuevo escenario? Considerando la disciplina mostrada por las cuentas del Gobierno gallego, es previsible que la fortaleza financiera se consiga mantener los próximos años. æpermil;se es también el veredicto que comparten las más prestigiosas agencias de calificación crediticia, como Standard & Poor's o Moody's, que confirmaron sus respectivos ratings, con perspectiva de estabilidad. Estos informes destacan 'la solidez financiera, la prudente gestión y la reducida y decreciente carga de la deuda' como los principales avales de la política presupuestaria de la Xunta.

A la solidez y rigor presupuestario del Gobierno autonómico se une el claro compromiso de Caixa Galicia con el desarrollo económico y social de su entorno.

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