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Competencia

La UE y EE UU aplicarán las mismas reglas en la autorización de fusiones

El comisario europeo de Competencia, Mario Monti, y sus homólogos estadounidenses, Timothy Muris, presidente de la Comisión Federal de Comercio, y Charles A. James, ayudante del fiscal general de Política Antitrust, firmaron ayer, tras largos meses de negociación, un acuerdo para intensificar su colaboración en la revisión de fusiones.

El acuerdo ofrecerá a las empresas la posibilidad de beneficiarse de un análisis sincronizado de la operación propuesta, reduciendo al máximo la posibilidad de que el resultado sea diferente a uno y otro lado del Atlántico.

Las empresas podrán autorizar también que Bruselas y Washington se intercambien la información facilitada y dispondrán de la posibilidad de una audiencia conjunta con funcionarios europeos y estadounidenses.

'En la economía globalizada', dice el texto firmado ayer, 'resulta probable que muchas transacciones de gran tamaño, en las que participen empresas internacionales, se vean sujetas a una revisión en la UE y en EE UU'. Los firmantes aseguran que la voluntad de ambas jurisdicciones será 'alcanzar, siempre que sea posible, un resultado equivalente o, al menos, no contradictorio'.

La CE y las autoridades estadounidenses cooperan de modo regular desde 1991, y siempre habían llegado a conclusiones similares. Pero la frustrada fusión de GE y Honeywell alertó sobre un posible alejamiento entre las prácticas de una y otra autoridad. El propio James advertía en unas recientes jornadas en Bruselas que la CE estaba aplicando teorías sobre política de competencia que EE UU había abandonado, por indemostrables, hace varias décadas.

La principal divergencia señalada por los expertos se encuentra en la atención que Bruselas presta a la opinión de los competidores de las empresas que intentan fusionarse. Washington, en cambio, se concentra en calibrar el impacto real de la fusión en la evolución del mercado y las consecuencias que pueden derivarse para los consumidores.

Los diferentes procedimientos también pueden provocar un resultado contradictorio. Las autoridades estadounidenses pueden desafiar una fusión ante los tribunales en cualquier momento, incluso después de concluida, lo que les permite un grado de tolerancia mayor a priori. La Comisión, por el contrario, 'sólo dispone de un disparo', como gustan decir los funcionarios de Monti, y un error de cálculo puede dar el visto bueno a una fusión perjudicial para el mercado. El mismo error de cálculo puede abortar una operación benigna para la economía.

Alianzas aéreas aprobadas

Las diferencias en política de competencia entre Washington y Bruselas han ido en los últimos meses más allá del ámbito de las fusiones. La Unión Europea ha criticado duramente las ayudas de Estado concedidas a las líneas aéreas estadounidenses tras los atentados del 11 de septiembre. La comisaria de Transporte, Loyola de Palacio, ha llegado a proponer un reglamento -todavía no aprobado- para castigar en la UE con tasas aeroportuarias especiales a las compañías procedentes de países donde se hayan concedido ayudas que puedan distorsionar la competencia.

El Departamento estadounidense de Transportes, que dirige Timothy Muris, uno de los firmantes del acuerdo de ayer, ha adoptado una línea más dura en cuanto a las alianzas aéreas. British Airways y American Airlines debieron renunciar a su acuerdo en OneWorld después de que Washington exigiera a ambas la cesión de 224 derechos de vuelo en sus principales aeropuertos.

Monti, por el contrario, autorizaba esta semana las alianzas transatlánticas Star (Lufthansa, SAS y United Airlines), con concesiones menores, y Wings (KLM y Northwest Airlines), sin ninguna contrapartida. La CE señalaba, además, su intención de autorizar la alianza Skyteam, formada por Air France, Alitalia, Delta, CSA, Korean Air y Air México.

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