Resultados en declive
Las notas más positivas a extraer de la información de la Central de Balances del Banco de España, conocida ayer y correspondiente al primer semestre, es que no se haya destruido empleo y que la saneada situación patrimonial de las empresas españolas les permitirá afrontar en buenas condiciones una futura recuperación. El Banco de España, en su informe, se esfuerza una vez más en ver la botella medio llena. A pesar de reconocer la evidencia de que los datos agregados manifiestan debilitamiento de la actividad, asegura que la rentabilidad de las empresas en general y la evolución más reciente de las del sector industrial, en particular, también son buenas bases para una recuperación a la que no pone fecha.
Las sombras aumentan, sin embargo, al ver los datos. El resultado neto total de las empresas no financieras experimentó una reducción del 47,6% en el primer semestre, frente al 6% de un año antes. La razón está en las fuertes dotaciones que han debido realizar para afrontar 'muy importantes' minusvalías y gastos extraordinarios por las inversiones en Latinoamérica, a causa de la crisis de la zona, y en Europa. En este último caso, por Telefónica, a causa de sus inversiones en UMTS. La coincidencia de estos efectos defensivos ha anulado la evolución positiva del resultado ordinario neto, que avanzó el 3,5%, un crecimiento que se desacelera frente al 7,7% del año anterior, pero que sigue en positivo a pesar de la adversa coyuntura. A ello contribuye la caída del 10% de los gastos financieros, gracias a los bajos tipos de interés, ya que el endeudamiento siguió creciendo, aunque de forma moderada.
Como explica el Banco de España, la muestra de empresas en la contabilidad trimestral (748 en esta ocasión, frente a las 8.000 de la contabilidad anual) amplía los efectos del debilitamiento de la actividad por la sobrerrepresentación de las compañías grandes, más afectadas en casos de crisis, frente a las pequeñas y medianas, más dinámicas. Aun así, es un buen indicador de la tendencia en los resultados, que muestran menor dinamismo. Pese al enfoque optimista del Banco de España, los datos revelan el freno de la actividad. El valor añadido bruto aumentó el 1,8% en términos nominales, lo que confirma la senda decreciente iniciada a mediados de 2001 por las empresas. Hace un año, ese crecimiento era del 4,2%, más del doble.
La desaceleración desde principios de 2002 del consumo privado, uno de los pilares del crecimiento español junto a la construcción, el efecto negativo en las decisiones de gasto a causa de la caída de las cotizaciones bursátiles y los bajos niveles de los indicadores de confianza, sumados a las incertidumbres internacionales, no auguran nada positivo en lo inmediato, a pesar de que el Gobierno subraye, como hizo ayer, que 'no ha habido desaceleración' en España. Y menos si no se incrementan los niveles de competencia, como pide el Banco de España, para lo que insiste en la moderación salarial y en controlar las tensiones alcistas de los precios.