La macro y la micro siguen muy débiles
Una ojeada rápida a los análisis que se divulgan en los últimos días relacionados con la crisis actual de las Bolsas trastorna a los observadores más fríos y enloquece a quienes acaban de incorporarse al mundo de la inversión en acciones. Sospechan unos que esta crisis es similar a la de 1929; otros, que es la situación en Japón la que marcó la tendencia que ahora se impone; aquéllos, que la culpa la tiene la posible guerra EE UU-Irak.
El recorrido en busca de respuestas a la crisis es muy largo y, lo peor, es que los analistas de nuevo cuño, muchos de ellos responsables máximos de otras tantas firmas de Bolsa y de bancos de inversiones, no son capaces de aguantar la presión.
La cantinela repetida es que la crisis es muy profunda; que la aversión al riesgo alcanza niveles históricos y que los precios son de ganga. Algunos especulan con el fin del mundo.
Un repaso menos emotivo y más racional arroja, no obstante, respuestas más simples. ¿Por qué han bajado las Bolsas? Porque los multiplicadores, que con el auge tecnológico fueron despreciados, estaban en niveles estratosféricos, o lo que es lo mismo, las Bolsas estaban muy caras. ¿Por qué tras la corrección profunda no hay fuerza para subir? Porque tanto los indicadores macro como los micro siguen muy débiles.
Entre los primeros, las cifras de crecimiento económico en Estados Unidos y en la zona euro renquean. Entre los segundos, las advertencias sobre resultados empresariales han empeorado en el tercer trimestre respecto al anterior. Macro y micro cuentan con un peso muy alto en el proceso de formación de los precios en Bolsa.
La pérdida de confianza en los mercados tras los escándalos recientes y los riesgos añadidos por la incertidumbre geopolítica hacen lo demás. Pero no lo son todo, como se vio en crisis anteriores.