La banca de inversión teme que no haya negocio al menos hasta junio de 2003
Los bancos de inversión vivirán al menos otros tres trimestres de bajos ingresos y caída de los beneficios, según las principales agencias de calificación y fuentes del mercado. Los analistas de Goldman Sachs, una de las entidades más afectadas por la pérdida de negocio del sector, señalan que el volumen de ingresos ha sido 'decepcionante' durante la primera mitad del ejercicio.
La mayor parte de las grandes entidades financieras dedicadas a la inversión en Bolsa y a la banca corporativa han registrado resultados nefastos durante los últimos trimestres -caso de Deutsche Bank, JP Morgan o Morgan Stanley-, lo que ha desembocado en procesos de ajuste de plantillas, traumáticos en algunos casos.
Pero 'lo peor todavía puede estar por llegar', según fuentes del mercado. Álvaro de Remedios, managing director del área de inversión de Deutsche Bank, señala que este ejercicio 'no ha sido bueno' y que la cuesta abajo proseguirá en los próximos trimestres. Así, el directivo cree que el proceso de recuperación sólida de los bancos de inversión no comenzará hasta mediados del próximo año o incluso comienzos de 2004.
Fuentes del sector estiman que si la coyuntura bursátil sigue empeorando de aquí a un año al ritmo de los últimos 18 meses, las entidades 'se verían en verdaderos problemas'. S&P no ha tardado en poner en perspectiva negativa a JP Morgan, Merrill Lynch, Morgan Stanley y Goldman Sachs.
La situación en los últimos dos años y medio ha ido minando poco a poco la solvencia de estos bancos. Cuando estalló la burbuja tecnológica en marzo de 2000 se produjo un parón en las salidas a Bolsa y en la emisión de acciones, que está un 19% por debajo de la media de los últimos 20 años. Esta actividad podría verse aliviada por la necesidad de ampliar capital de diversas compañías con problemas financieros, como las aseguradoras.
Ralentización de salidas
Después del parón de las OPV se ralentizó la actividad de fusiones y adquisiciones, que se situaba en julio pasado un 40% por debajo de la media registrada durante los últimos 20 años, según Goldman. Además, se prevé que ésta sea la última área en registrar una recuperación, ya que el mal momento bursátil desanima a las empresas a cerrar fusiones o compras.
La crisis de los mercados provocó también que menguaran las comisiones ingresadas, ante la huida de los inversores por la volatilidad. El desánimo ataca también a las carteras de participaciones y a su propia cotización.
Después vinieron las quiebras empresariales de diversas multinacionales, como la del gigante energético Enron o la teleco Worldcom, que dejaron un rastro de créditos impagados y dotaciones extraordinarias que lastraron los beneficios. JP Morgan, por ejemplo, anunció el jueves que deberá dotar 1.428 millones por créditos fallidos.
Las investigaciones abiertas por la Fiscalía de Nueva York contra varias firmas de Wall Street por supuestos conflictos entre los analistas y la actividad diaria de la banca de inversión constituye el último capítulo de esta serie de obstáculos para el negocio de los bancos de inversión.
Estos procesos han puesto la puntilla y han minado definitivamente la confianza de los accionistas. Desde el comienzo de las investigaciones, la cotización de Merrill Lynch, JP Morgan, Lehman o Goldman ha caído un 39%, 43,3%, un 22% o un 25,3%, respectivamente.
Caída de los índices
Las grandes entidades de inversión han perdido un 35,3% de su valor en Bolsa en lo que va de año, y han arrastrado con ello a los principales índices (el de servicios financieros de S&P ha perdido un 31,6% desde enero). En Europa, el sector bancario del Euro Stoxx ha caído un 26,3%.
El derrumbe en beneficios y capitalización ha forzado a muchos bancos a un replanteamiento de las estrategias, sobre todo en Europa. A mediados de la pasada década, bancos como Deutsche, UBS y Credit Suisse reorientaron sus negocios hacia la inversión y la banca corporativa, aprovechando los años de bonanza de los mercados.
Esta apuesta hizo que el beneficio creciese de forma destacable, pero también restó cintura a las entidades, que se han visto en problemas una vez que los ingresos del negocio de inversión y corporativo no ha sido suficiente.
La crisis provoca 50.000 despidos y el relevo de directivos
Buena parte de los analistas de Wall Street coinciden en que el mal momento de las entidades de inversión no se debe únicamente a las condiciones de mercado, sino también a la gestión de algunos directivos que, en otros tiempos de bonanza, casi alcanzaron la condición de estrellas en el sector.
En las últimas semanas, Citigroup, propietaria de Salomon Smith Barney, y Merrill Lynch han despedido a reputados jefes de área como Michael Carpenter -responsable de banca global corporativa y de inversión- o a un vicepresidente y a un jefe de análisis, en Merrill, por su conexión con el caso Enron y su negativa a declarar.
También peligran otros puestos de ejecutivos que hasta ahora eran considerados intocables. Así, el consejero delegado de Morgan Stanley, Philip Purcell, ve tambalearse su trono por haber perdido negocios lucrativos en áreas como las de fusiones y adquisiciones, donde ha pasado de la primera hasta la octava plaza. Morgan ha sufrido una bajada del beneficio en los últimos ocho trimestres.
William Harrison, máximo responsable ejecutivo de JP Morgan, tampoco las tiene todas consigo después de que el segundo banco de EE UU se haya visto involucrado en numerosas quiebras empresariales y haya sufrido también caídas en el resultado.
No obstante, el grueso de las reestructuraciones se centra, como es habitual, en los puestos de menor relevancia. El bajón en los resultados de buena parte de los grandes bancos de inversión estadounidense han acabado con los empleos de alrededor de 50.000 personas que trabajaban en Wall Street, según cálculos de analistas. El último en regular empleo ha sido Morgan, que despidió a 200 personas en agosto.
Según datos de las entidades, los salarios que pagan a los empleados pueden llegar a representar el 70% de los gastos, una partida que se ha incrementado a causa del aumento de los bonus y las comisiones.