BBVA y SCH, tiempos difíciles para la gran banca
Tras las vacaciones estivales, la primera reacción de los mercados de valores ha sido la de las ventas después de que los últimos datos estadounidenses no hayan cumplido con las expectativas.
Con la tan manida capacidad de recuperación de la actividad productiva y el consumo estadounidense, que continúa siendo el motor de la economía mundial muy a pesar de Europa, de nuevo en entredicho, las dos mayores entidades financieras españolas son uno de los más claros reflejos del trasvase de dinero hacia inversiones con un componente de riesgo más reducido que el de la renta variable.
Las entidades presididas por Francisco González y Emilio Botín, han perdido en los primeros compases de septiembre alrededor de un 7% de su valor, habiendo recibido fuertes rebajas por parte de diversos bancos de inversión estadounidenses.
Ante esta situación, que deja el precio de las acciones de BBVA y SCH un 28% y un 31% por debajo de sus niveles del 10 de septiembre de 2001 frente al 25% que pierde el Ibex 35, cabe plantarse la cuestión de cuáles son las perspectivas de las dos mayores entidades financieras españolas sobre la base de la evolución reciente de su negocio y a la exposición de ambos bancos a los mercados latinoamericanos.
Los resultados del primer semestre de ambas entidades se han visto fuertemente influidos por la evolución del negocio latinoamericano, el comportamiento y volatilidad de los mercados financieros y de divisas y la ralentización del crecimiento económico. Tanto es así que ambas entidades han realizado una revisión a la baja en sus perspectivas que reduce notablemente la previsión de resultados para el presente ejercicio, hasta ahora situada en torno al 10% y que parece ciertamente fuera de contexto en la coyuntura actual.
El escollo principal de las cuentas de BBVA y SCH no se encuentra como en el caso de otras entidades de similar tamaño en la crisis por la que atraviesan los mercados de valores y en los escándalos contables a los que se ha visto expuesta gran parte del sector, dada la menor representatividad de sus actividades no minoristas como consecuencia de su marcado carácter de banca comercial. La mayor de las dificultades de ambos bancos reside en el hecho de que su actividad en latinoamericano se ha visto nuevamente penalizado por la gran incertidumbre que se ha apoderado de los mercados y la situación política-económica que sigue presente en Argentina y amenaza a los demás países de la región. Esto es especialmente cierto para Brasil, donde el resultado de las próximas elecciones podría suponer un punto de inflexión para la presencia extranjera en el país en caso de que la victoria fuera para Lula Da Silva.
De este modo tanto SCH, cuyo negocio latinoamericano representa el 37% del beneficio neto atribuido, un 25% de los recursos gestionados y el 21% de los créditos a clientes, como BBVA, que depende en un 27% del beneficio obtenido de Latam, gracias a la reducción de las actividades del último año, puesto que en junio de 2001 se situaba en el 38%, se enfrentan a una situación muy poco envidiable por su competencia.
En este sentido, la menor exposición de BBVA a las economías en crisis podría beneficiarle, si bien en caso de una prolongación de la crisis estadounidense, lastraría de manera clara sus actividades mejicanas, que aportan las dos terceras partes de los beneficios que BBVA obtiene en América.
Por su parte SCH sigue condicionando su presencia futura en Argentina a que el sistema financiero sea viable y rentable, por lo que una excesiva demora en la solución al problema argentino podría suponer nuevos quebraderos de cabeza a los accionistas de la entidad santanderina.
En definitiva tiempos difíciles para la gran banca que mientras obtiene unas cifras ciertamente positivas en términos de ingresos procedentes de sus actividades en España, continúa sufriendo las consecuencias de la falta de estabilidad en Latinoamérica, auténtico motor del crecimiento de sus negocios en otros tiempos.