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Apuesta por el pasado en México

El tema de la posible reforma eléctrica ha mostrado, como pocos, las preferencias de los partidos y la dificultad de realizar cambios estructurales en este país (...).

Es evidente que las coordenadas políticas de México y del mundo se han movido durante los últimos años. No sólo la caída del bloque socialista a nivel mundial arrojó serias dudas sobre la infalibilidad del Estado como administrador, sino que la crisis económica de las últimas décadas ha hecho imprescindible recurrir a capitales privados (nacionales y extranjeros) para promover el desarrollo económico del país, en una era de globalización.

En este contexto, existen indicios de que la opinión pública es menos nacionalista ahora de lo que era hace un par de décadas (...). El apoyo al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos hace 10 años (...) sugiere que ha habido un cambio en los parámetros nacionalistas del país. No obstante, no está claro de qué tamaño es este cambio (...).

Lo cierto es que el cálculo político del PRI y del PRD tienen detenidos los cambios estructurales que el país necesita. Ello es propiciado por el control que ejercen estos partidos en el Congreso, que hace imposible cualquier reforma constitucional sin su anuencia (...).

Durante las últimas décadas, apostar al nacionalismo y al Estado intervencionista fue redituable, porque buena parte de la población estaba de acuerdo, y porque el modelo interno y el contexto internacional favorecían este tipo de propuestas. Los cambios desde los setenta, y acelerados de manera evidente en los noventa, han vuelto muy difícil sostener al nacionalismo estatista. ¿Comprenderán esto el PRI y el PRD o seguirán apostando por el pasado?

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