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Columna
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Mantenimiento de los tipos

La reunión de hoy del Comité de la Reserva Federal de EE UU ha suscitado un enorme interés, dada la incertidumbre acerca del escenario macroeconómico por el que atraviesan las principales economías mundiales.

En primavera, la publicación de algunos indicadores que sugerían la recuperación de la economía estadounidense desató la especulación acerca de un escenario de elevaciones de tipos.

Antes de que tal expectativa se concretase, la rápida y fuerte caída bursátil de este verano, junto con el tono mucho más débil de los últimos indicadores de actividad, demanda y expectativas, han sugerido que la incipiente recuperación podría abortar.

La reciente publicación de un crecimiento de 1,1% en el segundo trimestre, muy por debajo del 5% del primer trimestre, junto con la revelación de que, efectivamente, la economía de EE UU estuvo en recesión durante 2001, han acentuado estos temores.

Así, las razones a favor de un recorte de tipos hoy serían, 1) la debilidad de los recientes indicadores económicos, que puede continuar en los próximos datos, 2) las fuertes pérdidas bursátiles, que están debilitando la confianza y podrían tener un impacto sobre la demanda de consumo, 3) la desconfianza en los mercados de valores, que dificulta la financiación de las empresas, al abaratar el coste del crédito, un recorte de tipos podría aliviar el problema, y 4) de no concretarse el recorte de tipos, cuyas expectativas ha alimentado el repunte bursátil de los últimos días, podría producirse una fuerte corrección a la baja en el mercado de valores.

Hay también dos razones de peso para no introducir en estos momentos una relajación adicional en la política monetaria. La primera es que la persistente debilidad de la economía estadounidense, que no ha reaccionado como se esperaba a los 11 recortes de tipos de interés durante el año pasado, se debe a los profundos desequilibrios que ha acumulado en los últimos años, en términos de un elevado endeudamiento de familias y empresas, y un fuerte y persistente déficit en los intercambios con el exterior.

Excepto por un mayor saneamiento de las empresas más sólidas, no estamos viendo una mejoría en ninguno de estos desequilibrios: los consumidores, incluso, han incrementado su endeudamiento al hilo de las reducciones en tipos de interés, que han facilitado su adquisición de coches y viviendas.

El dólar se debilitó en marzo-julio, lo que hubiera facilitado un alivio en el profundo déficit comercial estadounidense. Incluso se debatió si tal debilidad reflejaba únicamente las salidas de inversores extranjeros de mercados financieros estadounidenses, o era el comienzo de una corrección técnica, que conduciría a una significativa depreciación del dólar respecto a las principales divisas internacionales. De momento, parece que tal corrección va a quedar pendiente.

La segunda razón poderosa para no recortar tipos es que la pérdida de confianza de los consumidores y los fuertes descensos bursátiles responden en buena medida a los dramáticos casos de contabilidad irregular que han surgido en los últimos meses.

Apunto de cumplirse, mañana, el plazo concedido a 704 de un total de 947 de las principales empresas estadounidenses para corroborar o corregir sus balances contables, tan sólo 87 lo han hecho. Hay que confiar en que esto no preludie una cascada de declaraciones de prácticas irregulares.

La política monetaria no puede hacer mucho respecto a ninguna de estas dos cuestiones. Además, en un escenario incierto, sin tendencias claras, ni de recuperación ni de recesión, una concesión a los mercados de valores podría sugerir que las cosas están peor de lo que hasta ahora sabemos.

Por tanto, parece más conveniente que la Reserva Federal vuelva a dejar inalterados sus tipos de intervención, como ha venido haciendo desde diciembre del año pasado. Si los próximos datos terminan dibujando una tendencia negativa, veremos a final de año tipos de interés por debajo de los actuales mínimos históricos.

Mientras tanto, todavía parece más probable que el próximo movimiento pueda ser al alza, si bien ya en 2003.

Pero, incluso si no altera sus tipos de interés, serán de la mayor importancia los comentarios que emita la Reserva Federal, ponderando relativamente los riesgos de recesión frente a los de inflación. Que altere o no su actual evaluación del escenario de tipos, de neutral a bajista, iluminará bastante las expectativas para el resto del año.

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