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Tribuna
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El paro y el cambio de la EPA

José Ignacio Pérez Infante sostiene que el aumento del desempleo en la encuesta de población activa (EPA) ha sido, sobre todo, consecuencia del empeoramiento del mercado de trabajo y no del cambio en la definición de paro

El dato más reciente relacionado con el paro es el del registrado en julio en las oficinas de empleo del Inem. Según este dato, el paro registrado creció, en relación con el mismo mes del año anterior, en 96.980 personas, lo que equivale al 6,7% en términos relativos. Este crecimiento interanual se produce desde octubre del pasado año y contrasta con la tendencia decreciente que hasta entonces había tenido lugar desde octubre de 1994.

Este empeoramiento del mercado de trabajo observado con las cifras del paro registrado se confirma con los resultados disponibles de la encuesta de población activa (EPA) para el primer trimestre del año, ya que el paro, que venía descendiendo en términos interanuales desde el primer trimestre de 1995, crece, por primera vez desde entonces, el 8,6%. En términos intertrimestrales, es decir, en relación con el trimestre anterior, el paro aumenta en 189.300 personas, como consecuencia tanto del descenso del empleo en 65.500 personas como del aumento de la población activa en 123.700 personas en ese periodo.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), más de la mitad del crecimiento intertrimestral del paro estimado por la EPA sería achacable a la nueva definición del paro introducida precisamente en el primer trimestre de este año, ya que, como consecuencia de la publicidad que se dio en los meses anteriores al cambio, se habría producido un importante crecimiento de la inscripción en las oficinas de empleo declarada por los entrevistados en la EPA.

æpermil;sta es una interpretación que merece la pena comentar, puesto que, a pesar de la meritoria labor del INE en tratar de explicar a la opinión pública en los meses anteriores la modificación de la EPA los efectos de la misma sobre el empleo (aumentándolo) y el paro (disminuyéndolo), puede dar lugar a la confusión de que el cambio metodológico de la EPA en realidad lo que ha provocado es el aumento del paro y no su disminución.

Aunque es posible que el cambio metodológico del primer trimestre de 2002 haya dado lugar, como indica el INE en su nota de prensa, a una mayor variabilidad en la medición del paro y a que dicha medición sea más sensible a circunstancias como el funcionamiento de las oficinas de empleo e, incluso, a la misma forma de realización de la encuesta, el citado aumento intertrimestral de 189.300 personas no ha podido deberse al mero cambio de la definición del paro, puesto que esa variación se produce en términos homogéneos, es decir, comparando el dato del primer trimestre de 2002 con el del cuarto de 2001 ya con la nueva definición de paro. Hay que tener en cuenta que el INE pudo estimar la incidencia del cambio para los cuatro trimestres de 2001.

Los tres cambios que se han introducido en el primer trimestre, que analicé en un artículo publicado en Cinco Días el 9 de mayo pasado, son, en primer lugar, la nueva población de 16 y más años utilizada por la EPA como consecuencia de la nueva proyección demográfica del INE para la población española, al tener en cuenta el aumento de la inmigración de los últimos años. En segundo lugar, el cambio en la reponderación de la estructura por edades de la población utilizada por la EPA para superar la infraestimación que la encuesta hacía de la población en edad central de trabajar (de 25 a 40 años) y, en tercer lugar, el cambio de la definición del paro para adecuarla a un reglamento de la Comisión Europea de 2000.

Este último, la nueva definición del paro, es el cambio más relevante en relación con la medición de esta magnitud. Respetando los criterios de la OIT para la medición del paro -estar desocupado, buscar activamente empleo y estar disponible para trabajar-, el cambio supone exigir en los casos en que la única forma de búsqueda sea la inscripción en una oficina pública de empleo haber estado en contacto con dicha oficina en las cuatro semanas anteriores con el fin de encontrar trabajo, sin que sea suficiente la mera renovación de la demanda en el Inem, que hay que hacer cada tres meses.

æpermil;sta es una modificación muy importante, ya que el número de personas que utilizaban como única forma de búsqueda la inscripción en una oficina del Inem ascendía en el cuarto trimestre de 2001 a 607.000, el 27,4% del paro estimado por la EPA para ese periodo, muchos de los cuales seguramente no tuvieron contactos con las oficinas de empleo con la finalidad de encontrar trabajo en las cuatro semanas anteriores.

¿Qué ha sucedido en el primer trimestre de 2002? Que el número de parados que utilizaban como única forma de búsqueda la inscripción en una oficina del Inem se ha reducido hasta 215.300 personas.

Ahora bien, parte de esta reducción se debe a la aplicación de la nueva definición, que excluiría a los que no han contactado con el Inem, pero otra parte (unas 100.000 personas) se debe a que ha habido desempleados que han mencionado otros métodos de búsqueda, además del Inem, y que antes sólo mencionaban ese método y que, aunque no hayan contactado con dicho organismo, se califican ahora como parados.

Este aumento del número de métodos de búsqueda, que no es contradictorio con el empeoramiento del mercado de trabajo, y que podría estar relacionado con un cumplimiento más estricto del cuestionario por parte de los entrevistadores (según el citado reglamento de la Comisión Europea, éstos deben enumerar los métodos de búsqueda de empleo hasta que se haya mencionado por lo menos tres), parece que tiene más relación con las cifras del paro de la EPA del primer trimestre que el aumento de la inscripción en el Inem, ya que, el porcentaje de los inscritos sobre el total de parados antes de la aplicación de la nueva definición apenas ha aumentado en el primer trimestre.

Esta confusión sobre las cifras del primer trimestre se podría haber evitado si el INE hubiera publicado el dato del paro con la antigua y con la nueva metodología.

No parece, en cualquier caso, que pueda sostenerse que el mero anuncio de la modificación metodológica pueda provocar un cambio de comportamiento de los entrevistados de la EPA, en relación con la inscripción en las oficinas de empleo, lo que supondría que una parte importante de ellos tuvieran un elevado conocimiento del cuestionario y del tratamiento de la información de la encuesta.

Centrándonos en la incidencia de los cambios metodológicos en el paro, en el cuadro adjunto se desglosa la variación intertrimestral del primer trimestre de 2002 en el efecto de las tres modificaciones metodológicas y en la variación homogénea respecto al cuarto trimestre de 2001 (lo que reflejaría, principalmente, la situación coyuntural del mercado de trabajo).

El paro en ese trimestre disminuyó, comparándolo con el dato original del trimestre precedente (sin cambio metodológico), en más de 130.000 personas, explicándose ese descenso por el efecto negativo superior a 320.000 derivado de los tres cambios metodológicos (el efecto negativo de 463.000 del cambio de definición se compensa parcialmente con el efecto positivo de 141.400 personas de la nueva proyección demográfica y de la reponderación de la encuesta), que, sólo en parte, se ve contrarrestado por el citado aumento en cifras homogéneas de 189.300 personas.

En resumen, aunque es posible que la variabilidad del paro, y el cumplimiento más estricto del cuestionario por parte de los encuestadores, haya podido verse favorecida con las modificaciones introducidas en el primer trimestre, el aumento del paro de la EPA en términos homogéneos ha sido consecuencia fundamentalmente del empeoramiento del mercado de trabajo y no del cambio de definición de ese concepto, ya que dicho cambio lo que ha provocado es una importante reducción de esa magnitud.

En todo caso, para valorar adecuadamente el efecto de las modificaciones metodológicas en las cifras de paro, sería conveniente que el INE publicara los datos con la nueva y la antigua metodología. La próxima oportunidad para ello podría ser la publicación el lunes 12 de agosto de los resultados de la EPA del segundo trimestre.

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