Bush rebaja sus cuentas
El crecimiento del PIB estadounidense durante el segundo trimestre del año ha sido muy inferior a lo previsto por los mercados: 1,1% interanual, frente al 5% del primer trimestre (dato revisado desde el 6,1%) y menos de la mitad de lo estimado por los expertos, que auguraban un 2,3%. Además, el Departamento de Comercio ha 'revisado' sus cuentas públicas desde 1999 y los resultados ponen de manifiesto que la recesión del año 2001 fue mucho más dura y prolongada de lo que reconocía hasta ahora el Gobierno de George Bush.
La economía estadounidense se contrajo durante los tres primeros meses del año pasado, en lugar de hacerlo sólo en el tercero, como aseguraba hasta ahora el Gobierno. El secretario del Tesoro, Paul O'Neill, tendrá que comerse las palabras que pronunció hace sólo cuatro días en la cadena televisiva NBC, cuando cuestionó el diagnóstico de 'recesión' emitido por la Oficina Nacional de Análisis Económico (NBER) el pasado mes de noviembre.
Los datos publicados ayer confirman que EE UU estaba en recesión antes, incluso, de que se produjesen los atentados del 11 de septiembre. Y las tablas correspondientes al segundo trimestre de este año presentan signos poco alentadores. El consumo de los hogares, que representa casi dos tercios del PIB de EE UU, se ha debilitado. Las empresas pusieron freno al proceso de reducción de inventarios y siguen recortando sus inversiones en nuevas oficinas y fábricas. La depreciación del dólar frente a las principales divisas permitió que repuntaran las exportaciones y ello impidió que el dato fuese todavía peor.
Lo primero que sorprende al ver los datos publicados ayer es que se produjese un frenazo tan pronunciado en el ritmo de crecimiento del segundo trimestre sin ningún elemento aparente que lo justifique. Cabe preguntarse, además, qué ocurrirá ahora, cuando la continua caída de las Bolsas afecte aún más a la confianza de los estadounidenses y, con ello, a sus decisiones de consumo, auténtica locomotora del crecimiento. Aunque los analistas apuntan que la Reserva Federal tardará un largo tiempo en subir los tipos de interés, tampoco la política de Bush contribuye mucho a la labor del banco central: los sectores afectados por las medidas proteccionistas en materia comercial registran 'significativas y preocupantes' subidas de precios. Desde el exterior, las noticias tampoco son halagüeñas. Los aires de crisis no sólo sacuden a Argentina, sino también a su minúsculo vecino uruguayo y al gigante brasileño. El contagio regional es evidente y Washington, ahora enfrascado en calmar a los inversores tras la sucesión de escándalos contables, no parece preocupado en ofrecer una solución a la región que puede acabar repercutiendo en sus propias arcas.
Más preocupante aún resulta ver cómo la mayor economía del planeta revisa sistemáticamente sus datos de coyuntura, con variaciones de hasta más de un punto porcentual. La práctica, que empieza a ser habitual en EE UU, no contribuye en nada a promover la confianza de consumidores, empresas e inversores. Sobre todo en un momento en el que las 'revisiones contables' de grandes compañías están provocando un auténtico cataclismo en Wall Street y contagiando al resto de los mercados.
Con los nuevos datos retocados, el PIB estadounidense creció sólo un 0,3% en 2001, en lugar del 1,2% anunciado previamente. Ello obligará a reexaminar también el indicador de productividad (que mide la producción en relación a las horas trabajadas). Según las primeras estimaciones de los expertos, el nuevo dato de PIB significa que la productividad de EE UU creció el año pasado el 1% en lugar del 1,9% anunciado. Estamos ante una revisión en cadena que se parece demasiado a las que han tenido que hacer muchas multinacionales. Cuando recuperar la confianza en el mercado se ha convertido en un desafío crítico, los Gobiernos deberían empezar por predicar con el ejemplo en materia de transparencia contable.