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Tribuna
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Alcanzar el desarrollo sostenible

La Cumbre de Johanesburgo llega apenas 20 meses después de dar la bienvenida a un nuevo siglo. A pesar de que en los periódicos y en la televisión leemos y vemos noticias e imágenes inquietantes, deberíamos al mismo tiempo ver esto como una gran oportunidad para extender la paz, la prosperidad y la libertad en todo el globo.

La expansión de la democracia y de las economías de mercado, combinada con los avances tecnológicos, nos permite soñar con un día en el que, por primera vez en la historia, la mayoría de la humanidad sea libre, o pueda ser liberada, de los estragos de la tiranía y la pobreza.

Vivimos en un siglo prometedor. Nuestra responsabilidad ahora es convertirlo en un siglo de esperanzas satisfechas, un siglo de desarrollo sostenible que enriquezca a todos los pueblos sin empobrecer nuestro planeta. Cuando hablamos de desarrollo sostenible, estamos hablando de los medios para revelar el potencial humano a través del desarrollo económico basado en una política económica acertada, a través del desarrollo social basado en inversiones en salud y educación, y de la administración responsable del medio ambiente que ha sido confiado a nuestro cuidado por un Dios benevolente.

El desarrollo sostenible es un asunto moral y humanitario urgente. Pero es también un imperativo de seguridad. La pobreza, la destrucción del medio ambiente y la desesperación destruyen a las personas, a las sociedades, a las naciones, constituyen una causa de inestabilidad, como una trinidad falta de piedad que puede desestabilizar países y regiones.

Hace un decenio, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río, alrededor de 172 países adoptaron un plan para alcanzar el desarrollo sostenible. Aunque ha habido altibajos y el progreso ha sido desigual, hemos visto mejoras reales desde Río. Por ejemplo, durante los últimos 10 años, el porcentaje de personas que luchan por sobrevivir con menos de un dólar al día en los países en desarrollo ha descendido del 29% al 24%. No es ni mucho menos suficiente, pero es un comienzo. La mortalidad infantil ha disminuido más de un 10% y la mortalidad entre los niños menores de cinco años es casi un 20% más baja.

Los países que han abierto su economía han hecho mejor que aquellos que han permanecido cerrados. Es tan sencillo como eso.

Desde Río hemos visto también la puesta en práctica de importantes acuerdos ambientales, como los de reducir las sustancias perjudiciales para el aire y controlar la expansión de los desiertos. Pero aunque hemos progresado a lo largo del camino de la esperanza, tenemos mucho que andar en un mundo en el que una de cada cinco personas todavía padece extrema pobreza y en el que las posibilidades de que un bebé llegue a la edad adulta aún dependen de algo tan accidental como es nacer en uno u otro lugar.

En los últimos nueve meses, una serie de importantes conferencias y negociaciones han ayudado a trazar el camino. La ronda de negociaciones para el desarrollo, de la Organización Mundial del Comercio, celebrada en Doha, la Conferencia de Revisión de la Cumbre Mundial sobre Alimentación en Roma y la Cumbre del G-8 en Canadá forjaron un acuerdo más sólido en el camino hacia el desarrollo. Se reveló también que el consenso de Monterrey fue una afirmación histórica de la necesidad de movilizar todos los recursos de financiación del desarrollo y reveló también la importancia que para el desarrollo sostenible tienen las políticas sensatas, el buen gobierno a todos los niveles y el Estado de derecho.

Como nuestro colega peruano Hernando de Soto ha dicho tan acertadamente, 'la arquitectura oculta del desarrollo sostenible es la ley'. La ley. El Estado de derecho que permite que ocurran cosas maravillosas, que permite que las personas sean libres y persigan el destino que Dios les ha marcado y alcancen cosas y busquen y se esfuercen más por su país, por su familia. El Estado de derecho que atrae inversiones, que hace que las inversiones sean seguras. El Estado de derecho que garantizará que no haya corrupción, que garantizará que haya justicia en un país que intenta desarrollarse.

La próxima parada en este largo camino es la Cumbre Mundial de Johanesburgo. EE UU llevará tres mensajes muy importantes. El primero es que estamos completamente comprometidos a apoyar el desarrollo sostenible. El presidente Bush no dejó ninguna duda en el discurso que pronunció el pasado 14 de marzo en el Banco Interamericano de Desarrollo cuando afirmó, en nombre del pueblo estadounidense, que el avance del desarrollo constituye un compromiso central de la política exterior de EE UU. Asimismo llevaremos el mensaje de que el desarrollo sostenible debe comenzar en casa, con políticas sensatas y buen gobierno. Tanto la ayuda oficial como el capital privado resultan sumamente eficaces cuando van a gobiernos que administran de manera justa, invierten en su pueblo y fomentan la libertad económica. La ayuda oficial es importante, no existe ninguna duda, y por eso el presidente Bush anunció que su Administración buscará la aprobación del Congreso para aumentar la ayuda esencial al desarrollo por parte de Estados Unidos un 50% durante los próximos tres años, lo que se traduce en un incremento de 5.000 millones de dólares anuales. Y yo estoy seguro de que podremos hacer que nuestro Congreso lo acepte.

En mis 18 meses como secretario de Estado me ha conmovido el apoyo que el Congreso está dando a este tipo de esfuerzos. Tenemos algunos problemas financieros y fiscales sobre la mesa. Siempre es así. Pero he recibido un apoyo sólido con un verdadero incremento en mi propio presupuesto de Asuntos Exteriores y ahora también con la Cuenta del Reto del Milenio veremos un importante aumento.

La nueva cuenta financiará iniciativas para ayudar a las naciones en desarrollo con entornos políticos seguros. Eso significa que se pone el entorno adecuado en estas naciones, de manera que el dinero vaya a aquel desarrollo de infraestructuras que siente las bases para impulsar la atracción del comercio y de financiación adicional de naturaleza tanto privada como oficial.

Un gran compromiso con el buen gobierno, con la salud y la educación de su pueblo, así como políticas económicas que fomenten la empresa y fomenten el espíritu emprendedor. Pero tan importante como la ayuda oficial resulta mejorar la vida de la gente; la realidad es que el flujo comercial y de capital privado que hace la diferencia es más importante, mucho, mucho más.

El comercio hace que la ayuda parezca poca. Sólo Estados Unidos compra cada año productos del mundo en desarrollo por valor de 450.000 millones de dólares, unas ocho veces la cantidad que los países en desarrollo reciben en ayuda de todas las fuentes. Atraer ese tipo de dinero privado no es fácil. El capital privado es un cobarde, un gallina. Huye de la corrupción y de las malas políticas. No quiere ir allí donde hay un conflicto, donde hay corrupción, donde hay imprevisibilidad. El capital privado se mantiene lejos de la ignorancia, la enfermedad y el analfabetismo, y especialmente de aquellos lugares en los que parece que nadie está haciendo nada en relación con la ignorancia, la enfermedad y el analfabetismo.

Y ahora que estamos derribando las barreras comerciales, ahora que la guerra fría ha terminado y el telón de acero y el telón de bambú han desaparecido y se han convertido en reliquias de la historia, el capital puede ir a muchos lugares sin restricciones. E irá a esos lugares que reflejen los tipos de política adecuados. Irá allí donde sea bienvenido. Irá allí donde los inversores puedan estar seguros de un rendimiento del dinero que han arriesgado, habitualmente dinero de otras personas. Va a lugares en los que las mujeres pueden trabajar, los niños saben leer y los empresarios pueden soñar.

Pero sólo las buenas políticas no resultan suficientes. La gente tiene que poder aprovechar las oportunidades. Así que el tercer mensaje que llevaremos a Johanesburgo es que los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado deben trabajar de forma asociada para movilizar los recursos del desarrollo. Debemos trabajar juntos para provocar la productividad humana, para reducir la pobreza, para fomentar los entornos saludables y favorecer este tipo de crecimiento sostenible.Tenemos que ayudar a los jóvenes a conseguir las técnicas que necesitan, la educación, la motivación para participar en una economía y en un entorno cambiante en estos países. Las asociaciones son clave y ya estamos desplegando su fuerza.

Nuestra visión para Johanesburgo consiste en construir sobre estos tres mensajes: compromiso, buenas políticas y asociaciones. Con este fin, al principio trabajaremos en siete áreas que resultan fundamentales para el desarrollo sostenible: la salud, la energía, el agua, la agricultura sostenible y el desarrollo rural, la educación, la gestión oceánica y costera y los bosques.

Ya estamos haciendo mucho en todas estas áreas. Estados Unidos ha proporcionado 500.000 millones de dólares al fondo mundial para la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria. Hemos lanzado una iniciativa de prevención del sida materno-infantil en África y el Caribe por valor de 500 millones de dólares, hemos duplicado los fondos para la Iniciativa Educativa Africana para formación y becas e incrementado la financiación de programas de ayuda al desarrollo agrícola en un 25% aproximadamente. Y en nuestra petición de presupuesto para el año fiscal 2003 hemos solicitado 4.500 millones de dólares para gasto climático, lo que significa un incremento de 700 millones de dólares. Esta solicitud incluye financiación para la investigación y el desarrollo básicos de carácter científico y tecnológico, los incentivos a las empresas y a la agricultura y las actividades internacionales. El presidente Bush también ha tomado la delantera aumentando el uso de subvenciones en lugar de préstamos para los países más pobres, especialmente en ayuda de bancos multilaterales de desarrollo. Este enfoque, respaldado por la Cumbre del G-8, complementará las iniciativas para ayudar a aliviar la aplastante carga de la deuda que pesa sobre países pobres altamente endeudados. Pero en todas estas áreas podemos y debemos hacer más, y puedo subrayar especialmente con el sida.

El desarrollo sostenible es una carrera de fondo, no de velocidad. No resulta de un único acontecimiento como la Cumbre de Johanesburgo, por muy importante que sea la reunión, sino de un esfuerzo global y continuo realizado por muchos jugadores que trabajan juntos durante un largo periodo. El desarrollo sostenible requiere que las instituciones, las políticas, las personas y las asociaciones eficaces hagan llegar nuestro esfuerzo común más allá de Johanesburgo y lejos en el futuro.

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