'Es absurdo forzar el ritmo de la tecnología'
Nacido en 1948, ingeniero de Telecomunicaciones, crea Eliop en 1979 junto a cinco compañeros de facultad y de sueños. Ha pasado por distintos puestos hasta llegar a la gerencia de una de las empresas tecnológicas españolas con mayor éxito y veteranía
Francisco Marín recuerda que los principios de Eliop allá por 1979 no fueron en un garaje, pero casi. Su primera sede estaba situada en una entreplanta de 45 metros cuadrados, pero 'por lo menos teníamos luz natural'. El impulso creador correspondió a cinco amigos, que además compartían un recién adquirido título de ingeniero en Telecomunicaciones y un difuso espíritu emprendedor. 'Con el paso de los años he comprendido que el verdadero mérito no fue lanzar el proyecto, sino ser capaz de mantenerlo durante más de 20 años'. Eliop, según la define Marín, 'es hoy una empresa que compite con las mejores corporaciones del mundo en los mercados de control y supervisión para las infraestructuras inteligentes'. Tiene presencia en una treintena de países de cuatro continentes a excepción de Australia. Con sede en Madrid, Eliop da ocupación a una plantilla de 210 personas, y sumó una facturación el pasado ejercicio de 27 millones de euros. Además cuenta con filiales en Brasil y en Turquía. Sin embargo, hace 25 años era sólo un sueño.
Pregunta. Usted pertenece a una hornada de empresarios que intentaron hacer compatible el hecho de ser españoles con convertir la innovación tecnológica en el centro de su actividad. Cuando esta generación tiene ya dos décadas de experiencia, ¿es posible hacer algún tipo de balance?
Respuesta. A mí me gusta utilizar la palabra 'emprendedores' para referirme al grupo de empresarios que desde hace años desarrollamos tecnología en España. Pienso que detrás de cada emprendedor hay un reto, y nuestro reto fue demostrar que no es una utopía producir tecnología competitiva desde España para el resto del mundo. Por decirlo de alguna manera, eliminar en nosotros y en el país los temores, los prejuicios, los atavismos que nos habíamos colgado desde el siglo XIX acerca de la incapacidad española para competir en terrenos de tecnología avanzada.
'La sociedad ha pasado de desconfiar en la tecnología española a no apoyar la actitud emprendedora en general y sobre todo a la industrial'
P. ¿A qué se dedica Eliop exactamente?
R. Nosotros ponemos electrónica para optimizar el uso inteligente de las infraestructuras. Imagínate un ferrocarril o una red de comunicaciones, de energía eléctrica, un oleoducto, un gasoducto, un plan hidrológico nacional, una red de autopistas. Todas estas infraestructuras se comienzan a operar a mediados del siglo XX con criterios de interacción. Antes a una vía de ferrocarril lo único que se le hacía era repararle los raíles. Ahora nosotros establecemos mecanismos que permiten que su control sea en tiempo real; mientras los trenes están circulando hay una interacción directa entre ellos y un cuarto de control que sabe por dónde va, a qué velocidad, el número de pasajeros que transporta; en definitiva, toda la información significativa controlada en el mismo momento en que se produce la operación para poder modificar su logística cuando sea conveniente.
P. ¿Cuáles son las principales habilidades de la compañía?
R. Desde el punto de vista tecnológico, estos proyectos precisan una gran habilidad y control de las comunicaciones y de la miniaturización de la electrónica. Pero tan importante como los conocimientos tecnológicos son las capacidades comerciales que hemos desarrollado y que nos permiten vender estos conocimientos en más de 25 países del mundo, siendo como somos una compañía totalmente española. Este año pensamos crecer el 5%, algo menos de lo que ha sido la tasa media, el 7%, desde que nació la compañía hace más de 20 años.
P. ¿Deme tres ejemplos de proyectos símbolo que tenga Eliop entre manos en este momento?
R. Con soluciones de Eliop se está controlando la circulación de trenes de todo el noroeste de España, más de 600 kilómetros de líneas. Es una mezcla de seguridad, puntualidad en un servicio de 24 horas cada día, es decir, una tecnología avanzada que permite que el usuario del ferrocarril tenga un trayecto plenamente fiable.
En el tema de las comunicaciones Eliop está asegurando la supervisión de la difusión de la televisión analógica en territorio español y también de la televisión digital terrenal. Desde un sistema centralizado se sabe cómo están llegando las distintas señales de televisión al usuario y se facilita el uso de rutas alternativas.
Otro tema en el campo de la energía es el control del funcionamiento del alumbrado y la energía en una ciudad como Madrid o en una región como es el Levante español. En Latinoamérica Eliop gestiona la energía y el alumbrado de una ciudad de 12 millones de habitantes como es Santa Fe de Bogotá o de países enteros como Paraguay o Chile, haciendo el control del transporte y la distribución de la energía eléctrica.
P. Las empresas españolas de tecnología han hecho distintos intentos para crear una patronal fuerte que las representara ante los poderes económicos y ante la sociedad, pero nunca han conseguido una interlocución realmente sólida.
R. En este periodo me toca presidir Aentec y tengo que reconocer que esta patronal, que ya es antigua, no ha logrado plenamente su objetivo, porque padecemos una enorme falta de confianza en nuestras propias posibilidades y recursos. No obstante hay que decir que no estamos ni mucho menos donde nos encontrábamos hace 20 años.
¿Cuál es el problema? Yo creo que para que la sociedad española hubiera materializado la confianza que nuestras empresas necesitan no ha faltado la calidad, que la tenemos, sino número; somos demasiados pocos agentes tecnológicos españoles. A mí me preocupa que en los últimos 10 años el número de ejemplos de emprendedores no está creciendo y sigue siendo un número reducido.
El drama es que la sociedad en este país ha pasado de no confiar para nada en el mundo de la tecnología española a un escalón superior que consiste en no apoyar la actitud emprendedora en general y sobre todo la actitud emprendedora industrial. Y este aliento es fundamental, ya que la inversión en tecnología tiene sus propias reglas del juego y en ellas está incluido el riesgo: es necesario gastar hoy sin saber si ese desarrollo específico va a tener retornos o no. La sociedad debe admitir que en este tipo de empresas el riesgo está implícito y evitar la actitud de criminalizar el riesgo.
P. ¿Quién tiene la responsabilidad de conseguir que exista una cantidad suficiente de empresas tecnológicas en España?
R. Creo que la responsabilidad radica en esa combinación rara de los poderes públicos y de la sociedad. Porque tampoco creo que sea sólo un problema de los poderes públicos. La sociedad tendría que tener interiorizados los valores de confianza y apoyo al emprendedor y no los tiene. Y ciertamente desde la década de los ochenta no ha sido capaz de promover esa mentalidad.
P. ¿Qué opinión le merece la huida masiva protagonizada el último año por las empresas industriales extranjeras que estaban radicadas en España?
R. La foto de cómo se ha reaccionado ante la crisis de las empresas tecnológicas en el comienzo de este siglo XXI es la mejor tesis doctoral de lo que no se debe hacer . Todo país debe tener la aspiración de poseer un tejido industrial y tecnológico basado en sus propios recursos y emprendedores. La dejación que se ha producido en este terreno conduce al desastre que estamos contemplado últimamente: las empresas multinacionales se van de forma irremediable. Y es que los centros de decisión empresariales siempre tienen su corazón en un sitio. Es mentira que exista la multinacionalidad sentimental: cuando hay crisis se cierran antes los elementos periféricos que los centrales.
P. ¿Cuáles son, desde su punto de vista, las razones más íntimas de la crisis de la tecnología que padecemos?
R. Lo que no se puede hacer es forzar el ritmo de los desarrollos tecnológicos a un nivel que no es el exigible científicamente. Los poderes públicos y los creadores de mercado han intentado llevar el desarrollo de tecnología a un ritmo que está por encima de su propia capacidad y en ello está la quintaesencia de la crisis. ¿Cómo se puede anunciar UMTS hace tres años y aún no ser capaces hoy de tenerlo? Eso es que alguien ha violentado los plazos y el mercado ha quedado frustrado.
P. ¿Qué parte de culpa tiene la Administración en esta situación?
R. Yo he ido moderando en este sentido mi discurso anterior. También los administradores tienen sus limitaciones y muchas veces no está en ellos la clave de la situación. Creo que hay que apelar más al binomio Administración y sociedad.
P. ¿Ministerio de Ciencia y Tecnología o Ministerio de Industria?
R. Saludé con mucho entusiasmo el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Pero creo que si algo ha tenido de problemático durante este tiempo este nuevo departamento es que no ha conservado una visión industrial en su justa medida. Pero ambas visiones del esfuerzo de la Administración no son antagónicas. Yo creo que un ministerio de ciencia y tecnología podía perfectamente representar los intereses de la industria porque no le está negado. No hay ninguna biblia en la que se diga que debe desentenderse de la visión industrial del país.