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Futuro
Columna
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Aquel verano de 2002

Las noticias económicas sorprenden positivamente. En este entorno, Antonio Morales recuerda la importancia de una planificación correcta y de entender el concepto de medio y largo plazo

Los mercados financieros parecen decididos a ridiculizar no sólo ya a los analistas, sino también, por qué no, a todos los inversores.

Durante los noventa, la inversión en Bolsa se popularizó de tal forma que los inversores, sin excluir a los particulares, comenzaron a convertirse en sus propios gestores de carteras, y las consecuencias aún las estamos padeciendo. Muchas veces hemos insistido en la importancia de confiar la gestión a unos profesionales, y la situación actual creo que puede demostrarnos que, en entornos de extrema volatilidad e incertidumbre, el asesoramiento debe ser nuestro mejor aliado.

El debate de los mercados financieros se centra cada día un poco más en el corto plazo. El inversor medio, y parece que también el institucional, no prestan atención al futuro, sino a los datos más actuales. Craso error, ya que parece que nos olvidamos que la inversión en activos de riesgo, y la Bolsa es uno de ellos, debe considerarse siempre en un horizonte temporal de medio y largo plazo. Sin embargo, si el rebote de los beneficios empresariales se empieza a manifestar, podríamos estar en un momento en el que el mercado debería, por fin, responder positivamente.

Hasta la fecha, la temporada de preanuncios de resultados ha sido una de las más benignas desde hace muchos trimestres. Aunque el dato que les voy a ofrecer puede tener varias lecturas, no deja de ser alentador. En Estados Unidos, durante el segundo trimestre, el 65% de las compañías que anunciarán resultados lo harán presentando resultados mejores que en el trimestre anterior, continuando con la tendencia iniciada en el primer trimestre, y desde los primeros trimestres del año 2000 no habíamos visto un dato parecido. Además, más del 63% presentará un crecimiento del beneficio por acción superior al 10%.

En cuanto a la economía real, la mayor parte de las noticias, sobre todo las que ofrecen las diferentes encuestas de confianza empresarial, han sorprendido positivamente. A nivel macroeconómico, la situación parece mejor que la de hace unos cuantos meses, y sin embargo los precios se encuentran en niveles muy inferiores. Si comparamos la situación actual con la de otras etapas de recuperación, nos encontramos con que ésta ha sido la primera vez que la Bolsa ha estado cayendo durante tres trimestres consecutivos en un entorno similar.

Sin embargo, es cierto que también existen riesgos en nuestro entorno, pero ¿cuándo no han existido? Los riesgos geopolíticos, el temor a los atentados terroristas, o a un recrudecimiento de los conflictos en Oriente Próximo están presentes, pero los factores exógenos no deben hacernos olvidar que, si el mercado es eficiente, lo que de verdad tiene importancia son los datos fundamentales, y son estos últimos los que nos deben hacer tomar decisiones.

La reacción que hemos vivido esta última semana, que para algunos ha podido ser la señal de la famosa capitulación o claudicación de los inversores, aunque para otros ésta se produciría en niveles ligeramente inferiores, ha provocado que los mercados se encuentren claramente sobrevendidos.

Si nuestra planificación es correcta, y de verdad entendemos el concepto de medio y largo plazo, es muy probable que dentro de unos cuantos meses nos acordemos de las vísperas de aquel verano de 2002, y nos lamentemos de no haber aprovechado la oportunidad que se nos presentó.

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