El final de un estilo de hacer negocios
La crisis no sólo está poniendo en cuestión los métodos de trabajo de los grandes ejecutivos. Por acción u omisión grandes gurús de antaño y empresas con una presunta reputación a toda prueba pugnan hoy por no perecer en la ola de fiscalización del boom de la nueva economía, en la que se generó un valor enorme para los accionistas de grandes, medianas y pequeñas empresas que olieran a Internet o telecomunicaciones.
El caso Enron no sólo puso en cuestión unas prácticas contables consideradas, desde la perspectiva europea, enormemente permisivas. Además cuestionó y acabó por arrollar la teórica independencia con la que hasta entonces operaban las firmas auditoras. Andersen se disolvió en Estados Unidos como un azucarillo y las consecuencias finales de tamaña crisis todavía no han llegado a manifestarse con toda su dureza.
Las veneradas murallas chinas comenzaron a mostrar brechas enormes, que han puesto en cuestión la teórica imparcialidad de bancos de negocios en multimillonarias salidas a Bolsa de la época del boom.
De hecho, instituciones tan admiradas como JP Morgan o Merrill Lynch han sufrido y todavía sufren procesos judiciales en Estados Unidos que sospechan, en el primer caso, de trato de favor a cambio de dinero, a determinados clientes en el proceso de venta de acciones en las OPV.
Y en el segundo, Merrill Lynch ha tenido que pactar un acuerdo extrajudicial que le obliga a pagar 100 millones de dólares de multa en concepto de pago civil al Estado de Nueva York por haber emitido recomendaciones engañosas a los inversores.
Pero lo que de verdad ha entrado en crisis, según los analistas, ha sido una forma más o menos laxa de entender las prácticas contables impuesta en Estados Unidos. La crisis de Enron y Worldcom hará que en Europa se ralentice considerablemente el debate abierto hace un par de años sobre la necesidad de armonizar las normas contables europeas, tradicionalmente mucho más estrictas, con las estadounidenses.
Modelo a imitar
Ahora con Enron quebrada, Andersen convicta de obstrucción a la justicia y con la contabilidad de Worldcom falseada encima de la mesa, 'los europeos no tendrán más remedio que repensarse seriamente el modelo que quieren imitar', asegura un experto contable estadounidense.
Europa quiso adoptar el boom de la nueva economía de Estados Unidos, con sus incubadoras de Internet generando millones de puestos de trabajo y una altísima productividad, pero el efecto Enron ha terminado por envenenarlo todo.
Las voces ahora se encaminan hacia la armonización contable europea en 2005 de acuerdo con la IAS (International Accounting Standards), considerada como un arma anti-Enron, ya que obliga a consolidar en los balances las sociedades off-shore en las que las compañías americanas podían esconder la deuda y dar un imagen irreal de solidez.