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Tribuna
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Tres prioridades internacionales contra el hambre

El tiempo pasa y ya sólo nos quedan 12 años hasta 2015 para cumplir los objetivos de la Cumbre Mundial sobre el Hambre de 1996. El hambre crónica, las hambrunas recurrentes y las graves deficiencias nutricionales son los retos a los que nos enfrentamos hoy. Para cumplir los objetivos de la cumbre, Estados Unidos -en asociación con otros donantes y países en desarrollo- propone centrarse en tres prioridades:

Reducir el hambre aumentando la productividad agrícola.

Acabar con la hambruna.

Mejorar la nutrición.

El aumento de la productividad agrícola es una vía para aumentar la disposición de alimentos y el acceso a los mismos en los países en desarrollo. En el mundo, aproximadamente 800 millones de personas no tienen la comida asegurada, aunque la mayoría de ellas viven en zonas rurales en las que se producen alimentos. Mejorar su capacidad de producción, tanto para sí mismos como para el mercado, constituye uno de los pasos inmediatos que podemos dar para reducir el hambre.

En muchos de estos países la agricultura explica gran parte de los puestos de trabajo y de los ingresos por exportaciones. Una mayor productividad agrícola debe formar parte de una estrategia de crecimiento para llegar a la población pobre de las zonas rurales.

Conseguir esto requerirá, ante todo, que los países adopten políticas de mercado que ayuden a estimular, más que a contener, sus sectores agrícolas. El punto de partida debe ser un buen Gobierno y el Estado de Derecho. Esto significa seguir políticas justas y transparentes. Significa seguir políticas que lleven a la iniciativa privada, la inversión y el comercio, y a un compromiso con un crecimiento económico de amplia base. Hemos visto ejemplos alentadores de reformas de mercado en países como Uganda, Ghana, Perú y Vietnam.

La hambruna es una tragedia humana a menudo causada por acciones humanas. Constituye un serio agotamiento de los recursos para el desarrollo y debería ser completamente evitable. Un mejor uso de los sistemas de detección precoz, una mayor capacidad para prevenir y aliviar la hambruna, junto con otras acciones, ayudarían a controlar los orígenes, haciendo que el foco de la ayuda deje de ser la respuesta ante una crisis y pase a ser el desarrollo. En muchos casos los sistemas democráticos y la prevención de conflictos constituyen dos de los medios más eficaces para reducir el riesgo de hambrunas.

Para mejorar la nutrición, Estados Unidos centrará sus esfuerzos en la eliminación, para el año 2015, de los trastornos por deficiencia de vitamina A y yodo; la reducción en un tercio de las deficiencias de hierro y ácido fólico en las mujeres y los niños, durante el mismo periodo, y la reducción del raquitismo en los niños pequeños, así como de la tasa de recién nacidos con poco peso. Esperamos que otros trabajen con nosotros para realizar estas tareas.

Estados Unidos tiene una larga y espléndida tradición de inversiones significativas en programas nacionales e internacionales de seguridad alimentaria. Estamos construyendo sobre esta tradición, continuándola y, en muchos casos, desarrollando proyectos y actividades que ya se encuentran en marcha.

Cuando en marzo el presidente Bush propuso un nuevo acuerdo para el desarrollo, afirmó que parte de este incremento histórico del 50% en nuestros esfuerzos para el desarrollo sería utilizada para 'aumentar las cosechas allí donde el hambre es mayor'.

Al mismo tiempo, estamos concediendo aún más importancia a la agricultura en nuestros programas de ayuda al desarrollo tradicionales, aumentando en más del 20% las inversiones para los programas agrícolas en cada uno de los dos últimos años, y hemos solicitado otro incremento del 25% en el presupuesto para el año fiscal de 2003.

Somos el mayor contribuidor a los bancos de préstamos multilaterales y animamos firmemente a estas instituciones a aumentar de forma significativa sus esfuerzos para estimular el crecimiento agrícola, especialmente allí donde el hambre es mayor. Somos los mayores donantes de ayuda a la alimentación.

En todo el mundo, apoyamos un amplio abanico de iniciativas en el ámbito de la salud maternal e infantil, de la capacidad de construcción, de la investigación y del intercambio, de la formación, del alivio de la deuda y de la promoción de los derechos de la propiedad, del acceso a los recursos y de la igualdad de sexos.

Nuestro programa piloto de alimentación global en colegios está proporcionando comidas a nueve millones de niños aproximadamente en 38 países de África, Asia, América Central y del Sur y Europa Oriental.

Entendemos muy bien que, si los niños reciben alimentación en el colegio, será más probable que acudan a él, lo que significa que estarán mejor preparados para aprender mientras están allí, y estamos comenzando a ver resultados positivos. Por ejemplo, un proyecto en Eritrea está llenando los estómagos vacíos de 35.000 niños y proporcionándoles una mejor nutrición y una mayor asistencia.

Estados Unidos sigue apoyando la investigación en el ámbito agrícola para desarrollar y difundir tecnologías que aumenten la producción, los ingresos agrícolas y las oportunidades de mercado. Lograr un necesitado aumento de la productividad agrícola global y una mejor distribución de los alimentos requerirá una mayor difusión y adopción de las tecnologías existentes y de las nuevas, desde la biotecnología y otras tecnologías de producción hasta las tecnologías de la información, del empaquetado, del procesamiento, del almacenaje y del transporte.

Para crecer y prosperar, los países en desarrollo deben contar con mercados para sus productos. Actualmente importamos más de 450.000 millones de dólares al año en productos de los países en desarrollo, cantidad ocho veces mayor que la que estos países reciben sumando todas las fuentes de ayuda.

Muchos de estos países consideran Estados Unidos como un importante mercado para sus productos alimentarios y agrícolas, fuente clave de ingresos por exportaciones.

El comercio debe, y puede, desempeñar un papel central en la dirección de las necesidades mundiales de seguridad alimentaria. En la economía mundial actual, los mercados abiertos y el libre intercambio podrán llevar comida a la población de manera más fácil si los Gobiernos no ponen barreras innecesarias al sistema de comercio. Nuestro objetivo debería ser llegar a un sistema abierto de comercio alimentario.

El punto de partida deberían ser las negociaciones agrícolas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que están en marcha como parte de la Agenda del Desarrollo de Doha. Estados Unidos apoya firmemente una ambiciosa agenda con tres partes: eliminar las subvenciones a las exportaciones agrícolas, reducir considerablemente las subvenciones y las ayudas nacionales que desvirtúan el comercio, y reducir las barreras para el acceso de los productos agrícolas al mercado. Los países en desarrollo estarán entre los mayores beneficiarios de esta agenda.

Debemos dar especial prioridad a aquellos productos alimenticios básicos que cubren la mayor parte de las necesidades nutricionales de la población de los países en desarrollo. Del mismo modo que la población del mundo en desarrollo necesita un acceso fácil a estos productos, los agricultores en esos países necesitan poder vender sus productos en mercados regionales y mundiales.

Trabajaremos estrechamente con los demás en Génova para asegurar que el sistema de comercio desempeña el mejor papel posible en el aumento de la seguridad alimentaria para la población mundial. Esto es una buena política comercial, es una buena política de desarrollo y también una buena política de seguridad alimentaria.

Compartimos un compromiso para acabar con el hambre, mejorar la nutrición y construir un mundo más pacífico, próspero y seguro. Ello se traducirá en salvar y mejorar muchas vidas; en un mayor número de niños sanos que podrán esperar una vida con oportunidades y en sociedades más libres, más equitativas y más productivas, capaces de sacar a la gente de la pobreza por medio de la iniciativa, la innovación y el crecimiento económico.

Si bien estos objetivos constituyen retos, es incuestionable que se pueden alcanzar y que Estados Unidos está profundamente comprometido con ellos.

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