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El retorno de lo tangible

Juan Ignacio Crespo

La calificación de la deuda pública japonesa acaba de ser rebajada al nivel de la de Botsuana; el precio del oro, que desde 1993 se mueve en dirección inversa a la cotización del dólar, no ha parado de subir y Rusia ha entrado en la OTAN. Como dicen los anglosajones, 'what a difference a year makes!'. O lo que es lo mismo, '¡hay que ver lo que cambian las cosas en un año!'. En el mundo de los fondos de inversión, los cambios están siendo también notables. Así, desde comienzos de 2002, y mientras la inversión en Bolsa perdía atractivo, las categorías de fondos de inversión más rentables han venido siendo las que invierten en oro y activos inmobiliarios.

Así, y siempre refiriéndonos a los fondos que están autorizados para la venta en España, la categoría Lipper Global llamada renta variable del sector metales preciosos ha obtenido en el mes de mayo una rentabilidad media de 8,64%, mientras que desde que comenzó el año 2002 acumula 36%. En ella, hay un fondo, Sogelux Equities Gold Mines que se sitúa en cabeza del grupo, con un 83% acumulado desde diciembre.

Algo parecido ocurre con los fondos inmobiliarios, un tipo de activo que en España, a pesar de estar autorizados desde hace 10 años, no han conseguido una popularidad excesiva. En promedio, desde que comenzó el año actual, han conseguido un nada despreciable 16% de rentabilidad promedio.

La calificación de la deuda japonesa acaba de ser rebajada al nivel de la de Botsuana, el precio del oro no ha parado de subir y Rusia ha entrado en la OTAN

¿Qué va a suceder a partir de ahora? En algún momento de la última quincena la subida del precio del oro se antojaba imparable, con saltos diarios en su precio desde hasta cinco dólares por onza. Se está aduciendo todo tipo de razones para explicar la escalada del precio del oro que, en los últimos cinco meses, ha sido superior al 16%. Entre ellas, la incertidumbre internacional siempre ocupa un lugar destacado, pero ¿cuándo no hay incertidumbre? Aunque hay razones más contrastables como que los productores de oro han cortado en seco sus ventas a plazo.

Para algunos, como el oro ha sido históricamente un refugio contra la inflación, pudiera estar anunciándola para un futuro próximo. El problema es que como la inflación no está a la vista por ningún lado, este argumento sólo sería aceptable si se limitara a un país muy concreto, Japón, en el que la inflación tampoco es una realidad presente pero donde la situación recesiva se ha hecho tan resistente a todo tratamiento que, aunque parezca increíble, las recetas para superarla pasan por provocar inflación. Que es lo que el Gobierno japonés se ha resistido a hacer durante años. Ahora, con un enorme volumen de deuda en circulación, equivalente al 140% del producto interior bruto (recuérdese que, para poder acceder a la Unión Monetaria, España necesitó cumplir la condición de que ese porcentaje no fuera superior a 60%), y el propósito del Banco de Japón de monetizar hasta un 40% del déficit público de este año (es decir, de 'darle a la máquina de hacer billetes'), la inflación no tardará en aparecer. Y eso, más la retirada del seguro a los depósitos bancarios, es lo que está llevando a los japoneses a realizar importantísimas compras de oro. El resultado es que, en poco más de un año, el precio de la onza se ha incrementado en un 28% y ahora se sitúa en 329 dólares.

Si continúa esta tendencia, asistiremos también a una caída de los precios del petróleo. Decididamente, un cambio de panorama.

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