Argentina, una dirigencia de espaldas al pueblo
Las duras críticas pronunciadas por el arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina, Jorge Bergoglio, el 25 de mayo, deberían generar una profunda reflexión en la sociedad, pero especialmente en quienes hoy tienen a su cargo la toma de decisiones políticas y económicas. Bergoglio alertó acerca del 'peligro de la disolución nacional', que está 'a nuestras puertas', y responsabilizó a parte de la dirigencia, a la que acusó de 'mentir y contradecirse para mantener sus privilegios, su rapacidad y sus cuotas de ganancia mal habidas, mientras perdemos oportunidades históricas y nos encerramos en un callejón sin salida' (...).
Ante la atenta mirada del presidente de la nación, expresó que 'un triste pacto interior se ha fraguado en el corazón de muchos de los destinados a defender nuestros intereses, con consecuencias estremecedoras: la culpa de sus trampas -agregó- acucia con su herida y, en vez de pedir la cura, persisten y se refugian en la acumulación de poder' (...).
Más allá del crudo diagnóstico trazado por Bergoglio, en el que puso de manifiesto con claridad el escaso vuelo espiritual de una dirigencia política más preocupada por aferrarse a espacios de poder que por ver la política como un noble oficio al servicio del bien común, hay (...) un fuerte llamado a no seguir desperdiciando oportunidades históricas en la Argentina (...).
Lamentablemente, los recurrentes llamados episcopales, incluyendo muchas de las recomendaciones de la Mesa del Diálogo Argentino, cayeron en saco roto. El poder político (...) ha seguido protagonizando el triste espectáculo dado por dirigentes que buscan atornillarse a sus sillones y conservar prebendas y privilegios, de espaldas al pueblo.