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Debate
Columna
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La ampliación beneficia a la industria

La incorporación de países de Europa Central y Oriental (PECO) a la Unión Europea es vista con desgana por la mayoría de los ciudadanos comunitarios y con gran inquietud por aquellos que se benefician de cuantiosos fondos estructurales y de cohesión procedentes de Bruselas.

Sin embargo, varios expertos, que participaron en un desayuno organizado por Cinco Días, con la colaboración de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas (Funcas), para debatir la ampliación de la UE, creen que el proceso de integración ofrece interesantes oportunidades de negocio para muchas industrias españolas, pese a la escasa presencia inversora en los países que aspiran a la integración (la más débil de los Quince).

Según Carmela Martín, catedrática de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, 'los nuevos socios pueden representar una dura competencia en industrias como la del automóvil, porque las multinacionales pueden decidir trasladarse allí buscando mano de obra más barata y una plataforma hacia los nuevos mercados'. Pero está 'convencida de que hay oportunidades' en muchas industrias: 'La gestión turística, el textil y varios segmentos de la industria alimenticia'.

Italia ya está tomando posiciones, y Martín cree que 'las empresas españolas deberían hacerlo cuanto antes; los datos, hasta ahora, indican que se está haciendo de manera lenta y tímida; eso es muy preocupante'.

José María Sumpsi, catedrático de Economía y Ciencias Sociales Agrarias de la Universidad Politécnica de Madrid, cree que los sectores españoles que pueden tener más dificultades con la ampliación son aquellos en los que los países del Este son más competitivos. En concreto, 'los sectores de cultivo continental como los cereales, las oleaginosas, la colza y el girasol, la carne de vacuno y la leche'.

Sin embargo, considera que 'España es muy competitiva en ganadería industrial de pollo o porcino, algodón, azúcar, vino, aceite de oliva... ¿Por qué no va a exportar España naranjas, tomates o aceite a Hungría?'. Las mayores oportunidades podrían presentarse 'en el sector hortofrutícola, que tendrá acceso a nuevos mercados con unos 100 millones de potenciales consumidores'.

En conjunto, Sumpsi considera que el balance de la ampliación para las industrias españolas será 'neutro o ligeramente positivo'.

El efecto Doha

La ampliación de la UE puede tener efectos, además, sobre la nueva ronda de negociaciones comerciales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) lanzada en Doha (Qatar) en noviembre.

Según Sumpsi, 'el tema fundamental será el de las subvenciones a la exportación', porque las ayudas recibidas desde Bruselas para modernizar el campo y aumentar la productividad pueden disparar la producción de los nuevos socios. Ello aumentaría los excedentes agrícolas, que deberían buscar salida a esta producción en el mercado internacional, facilitándola vía subvenciones.

En su opinión, 'una Europa ampliada tiene que hacer un compromiso importante de reducción de subvenciones' y 'si Europa se ve forzada a asumir un compromiso fuerte (en cuanto a reducción de aranceles), entonces sí puede que tenga que plantearse una reforma a fondo de la PAC' por la ampliación.

La entrada de nuevos socios provocará fuertes recortes de fondos europeos

España, principal receptor neto del presupuesto comunitario, recibe cada año 5.400 millones de euros (900.000 millones de pesetas) de la Unión Europea. Fondos que pueden verse amenazados por la incorporación de nuevos miembros cuyas economías tienen un importante peso agrícola (con ratios del 25% al 30% de población agraria, y hasta el 70% de la población viviendo en el mundo rural), y que además tienen rentas per cápita muy inferiores a la media comunitaria, con lo que se convertirán de inmediato en receptores de fondos estructurales. El punto más crítico de las negociaciones de adhesión en estos momentos es, precisamente, el ritmo de aplicación de la política agrícola común (PAC) a los nuevos países miembros. Un punto en el que hay dos posiciones firmes, pero opuestas.Los países candidatos quieren que la PAC actual se les aplique cuanto antes, porque ello supondría una inyección económica importante para sus agricultores y su medio rural. Fondos que serían aportados básicamente por los 15 países que integran hoy la UE. Sin embargo, José María Sumpsi cree que 'es imposible que entren 10 países y desde el primer día se les aplique la PAC actual'. Posición más cicateraEn el otro extremo de la mesa negociadora se coloca una Comisión Europea que 'se muestra cada vez más cicatera', según Sumpsi. La primera oferta de Bruselas era relativamente generosa: que los nuevos socios empezaran recibiendo un 50% de las ayudas y subieran gradualmente hasta el 100% en un periodo transitorio de cinco años.Sin embargo, señala Sumpsi, los negociadores de la Comisión 'se van volviendo más rácanos conforme crece la presión' de los miembros más fuertes financieramente de la UE. La propuesta barajada ahora por el Ejecutivo comunitario es empezar por un suelo del 25% de las ayudas y aplicar un periodo transitorio de 10 años hasta que puedan recibir el 100%. 'Lo que todos sospechamos', añade el economista, 'es que en esos 10 años habrá tiempo para reformar la PAC, con lo cual en realidad nunca se llegará a ese 100% actual'. El nuevo planteamiento ha hecho que quede prácticamente descartada la idea de que la ampliación de la UE tendría que coincidir con una reforma en profundidad de la PAC. La clave será la negociación financiera de 2006. Por lo pronto, las posiciones sobre cómo reformar la política agrícola están bastante enfrentadas. Alemania ha propuesto una renacionalización de la política agraria que es rechazada de plano por España, puesto que supondría la pérdida de un fuerte flujo de recursos. En cuanto al efecto sobre las rentas agrícolas españolas, Sumpsi cree que 'hasta 2006, 2007 o 2008 no habrá impacto. Lo que sí puede haber es un vuelco total en los fondos estructurales si no se aumenta el presupuesto'. José Ignacio Torreblanca, profesor de Ciencia Política de la UNED, cree que, sin embargo, algunos nuevos socios de la Unión Europea podrían reclamar menos fondos estructurales de lo que podría preverse. 'No hay que olvidar que los fondos funcionan con la fórmula de cofinanciación. Habrá países que caerán en déficit si tienen que cofinanciar ayudas'. Es decir, que 'puede que ellos mismos digan que no pueden aceptarlo, si para cofinanciar el programa Sócrates tienen que desmantelar la educación primaria, por poner un ejemplo'. España, principal receptor neto del presupuesto comunitario, recibe cada año 5.400 millones de euros (900.000 millones de pesetas) de la Unión Europea. Fondos que pueden verse amenazados por la incorporación de nuevos miembros cuyas economías tienen un importante peso agrícola (con ratios del 25% al 30% de población agraria, y hasta el 70% de la población viviendo en el mundo rural), y que además tienen rentas per cápita muy inferiores a la media comunitaria, con lo que se convertirán de inmediato en receptores de fondos estructurales. El punto más crítico de las negociaciones de adhesión en estos momentos es, precisamente, el ritmo de aplicación de la política agrícola común (PAC) a los nuevos países miembros. Un punto en el que hay dos posiciones firmes, pero opuestas.Los países candidatos quieren que la PAC actual se les aplique cuanto antes, porque ello supondría una inyección económica importante para sus agricultores y su medio rural. Fondos que serían aportados básicamente por los 15 países que integran hoy la UE. Sin embargo, José María Sumpsi cree que 'es imposible que entren 10 países y desde el primer día se les aplique la PAC actual'. Posición más cicateraEn el otro extremo de la mesa negociadora se coloca una Comisión Europea que 'se muestra cada vez más cicatera', según Sumpsi. La primera oferta de Bruselas era relativamente generosa: que los nuevos socios empezaran recibiendo un 50% de las ayudas y subieran gradualmente hasta el 100% en un periodo transitorio de cinco años.Sin embargo, señala Sumpsi, los negociadores de la Comisión 'se van volviendo más rácanos conforme crece la presión' de los miembros más fuertes financieramente de la UE. La propuesta barajada ahora por el Ejecutivo comunitario es empezar por un suelo del 25% de las ayudas y aplicar un periodo transitorio de 10 años hasta que puedan recibir el 100%. 'Lo que todos sospechamos', añade el economista, 'es que en esos 10 años habrá tiempo para reformar la PAC, con lo cual en realidad nunca se llegará a ese 100% actual'. El nuevo planteamiento ha hecho que quede prácticamente descartada la idea de que la ampliación de la UE tendría que coincidir con una reforma en profundidad de la PAC. La clave será la negociación financiera de 2006. Por lo pronto, las posiciones sobre cómo reformar la política agrícola están bastante enfrentadas. Alemania ha propuesto una renacionalización de la política agraria que es rechazada de plano por España, puesto que supondría la pérdida de un fuerte flujo de recursos. En cuanto al efecto sobre las rentas agrícolas españolas, Sumpsi cree que 'hasta 2006, 2007 o 2008 no habrá impacto. Lo que sí puede haber es un vuelco total en los fondos estructurales si no se aumenta el presupuesto'. José Ignacio Torreblanca, profesor de Ciencia Política de la UNED, cree que, sin embargo, algunos nuevos socios de la Unión Europea podrían reclamar menos fondos estructurales de lo que podría preverse. 'No hay que olvidar que los fondos funcionan con la fórmula de cofinanciación. Habrá países que caerán en déficit si tienen que cofinanciar ayudas'. Es decir, que 'puede que ellos mismos digan que no pueden aceptarlo, si para cofinanciar el programa Sócrates tienen que desmantelar la educación primaria, por poner un ejemplo'.

'Las decisiones por unanimidad nos hacen menos eficaces''

José Ignacio Torreblanca cree que la ampliación exigirá una profunda revisión de los mecanismos institucionales de la Unión Europea. En su opinión, los mecanismos de toma de decisiones implantados en la UE desde el momento de su constitución han llevado a los países socios a un 'callejón sin salida' que se agravará con la incorporación de nuevos socios. 'Desde el Acta æscaron;nica', señala, 'las políticas de creación de mercado avanzan por mayoría cualificada y las de construcción política por unanimidad. Eso está institucionalizado en todos los tratados'.En su opinión, 'para ser eficaces, necesitamos funcionar por mayoría'. Pero con ello destrozamos internamente los países porque no pueden levantar la mano los franceses con la agricultura, los alemanes con las cajas de ahorros, otros lo harán por la fiscalidad del ahorro, otros por la de la energía, etcétera'. 'Mientras sigamos con instituciones supermayoritarias seremos muy ineficientes en la toma de decisiones e iremos muy lentamente', añade. El actual sistema 'ha dado lugar a una Europa bastante opaca y plagada de comités reguladores y de expertos. Este entorno institucional genera importantes tensiones, y éstas se verán agravadas con la ampliación'. Además, en el año 2004 todos los países candidatos van a estar en la Conferencia Intergubernamental, y tendrán tanto derecho de voto como cualquier otro. 'Esta Europa de seis ya no es nuestra', señala Torreblanca. Un momento clave de cara al futuro será el periodo comprendido entre 2004 y 2006, 'donde hay un presupuesto que negociar y Alemania ya se ha quitado de la presidencia (en esa fecha) para no tener que hacer concesiones por ser presidente'. Además, hay elecciones al Parlamento Europeo en 2004. Con lo cual el panorama europeo puede cambiar radicalmente. Estos retos a medio plazo son afrontados con una opinión pública que muestra escaso interés en la ampliación. 'Tenemos un apoyo mínimo en toda Europa. Un apoyo neto del 8% a la adhesión y en los países más importantes como Francia o Alemania es un apoyo negativo'. 'Curiosamente', añade, 'sólo los países del sur de Europa apoyan la ampliación'. José Ignacio Torreblanca cree que la ampliación exigirá una profunda revisión de los mecanismos institucionales de la Unión Europea. En su opinión, los mecanismos de toma de decisiones implantados en la UE desde el momento de su constitución han llevado a los países socios a un 'callejón sin salida' que se agravará con la incorporación de nuevos socios. 'Desde el Acta æscaron;nica', señala, 'las políticas de creación de mercado avanzan por mayoría cualificada y las de construcción política por unanimidad. Eso está institucionalizado en todos los tratados'.En su opinión, 'para ser eficaces, necesitamos funcionar por mayoría'. Pero con ello destrozamos internamente los países porque no pueden levantar la mano los franceses con la agricultura, los alemanes con las cajas de ahorros, otros lo harán por la fiscalidad del ahorro, otros por la de la energía, etcétera'. 'Mientras sigamos con instituciones supermayoritarias seremos muy ineficientes en la toma de decisiones e iremos muy lentamente', añade. El actual sistema 'ha dado lugar a una Europa bastante opaca y plagada de comités reguladores y de expertos. Este entorno institucional genera importantes tensiones, y éstas se verán agravadas con la ampliación'. Además, en el año 2004 todos los países candidatos van a estar en la Conferencia Intergubernamental, y tendrán tanto derecho de voto como cualquier otro. 'Esta Europa de seis ya no es nuestra', señala Torreblanca. Un momento clave de cara al futuro será el periodo comprendido entre 2004 y 2006, 'donde hay un presupuesto que negociar y Alemania ya se ha quitado de la presidencia (en esa fecha) para no tener que hacer concesiones por ser presidente'. Además, hay elecciones al Parlamento Europeo en 2004. Con lo cual el panorama europeo puede cambiar radicalmente. Estos retos a medio plazo son afrontados con una opinión pública que muestra escaso interés en la ampliación. 'Tenemos un apoyo mínimo en toda Europa. Un apoyo neto del 8% a la adhesión y en los países más importantes como Francia o Alemania es un apoyo negativo'. 'Curiosamente', añade, 'sólo los países del sur de Europa apoyan la ampliación'.

'Falta coraje político para reactivar la construcción europea''

José María Sumpsi cree que los efectos de la ampliación se dejarán notar en España sobre todo a partir del año 2006. 'Y de aquí a entonces hay muchas incertidumbres, tanto en lo que se refiere a la política agrícola común (PAC) como al propio proceso de construcción europea'.Sumpsi cita como elemento a tener en cuenta de cara al futuro la 'vuelta brutal al nacionalismo' y pone 'la reciente boutade' (humorada, ocurrencia) de las elecciones francesas como ejemplo de los aires ultranacionalistas que corren por la Unión Europea. 'La vuelta a la visión nacionalista y el frenazo a la construcción europea es importante', añade, 'y Gerhard Schröder dijo claramente un día después de las elecciones francesas que el mensaje francés es que hay que ir más despacio'. Sumpsi se queja de la 'falta de coraje político de los Quince' a la hora de afrontar una profunda reforma agrícola. 'Cada vez entiendo menos la resistencia a introducir cambios en materia agrícola cuando el sector agrario es absolutamente minoritario. Aporta el 2% del PIB y el 3% del empleo'. Temor a Le PenComo posible justificación, cita inquietudes de carácter político. 'Puede ser un asunto electoral, como el temor a que Le Pen agarre no sólo la bandera de la inmigración, sino también la de la PAC'. De cara a la reforma agrícola, el economista ve con especial preocupación las presiones de Alemania a favor de una renacionalización de las políticas agrarias. 'España está totalmente en contra porque esto nos destroza. Sobre todo, al ministro de Economía, porque si tiene que cofinanciar parte de los 5.400 millones de euros que llegan cada año a España' tendría serios problemas. En su opinión, Alemania afronta la reforma de la política agrícola común con 'un cinismo espectacular'. La visión de este país es que 'la PAC es muy cara y la paga sobre todo ella. Quiere seguir con una PAC muy generosa, pero en un escenario en el que cada uno se pague la suya. Ellos pueden permitirse pagar un dineral a unos cuantos agricultores de la Riviera y cada cual que se las apañe como pueda; Francia pagará dos euros por cada tres que pague Alemania, pero España escasamente podrá pagar uno; esto supone romper con el principio de solidaridad financiera'.José María Sumpsi cree que los efectos de la ampliación se dejarán notar en España sobre todo a partir del año 2006. 'Y de aquí a entonces hay muchas incertidumbres, tanto en lo que se refiere a la política agrícola común (PAC) como al propio proceso de construcción europea'.Sumpsi cita como elemento a tener en cuenta de cara al futuro la 'vuelta brutal al nacionalismo' y pone 'la reciente boutade' (humorada, ocurrencia) de las elecciones francesas como ejemplo de los aires ultranacionalistas que corren por la Unión Europea. 'La vuelta a la visión nacionalista y el frenazo a la construcción europea es importante', añade, 'y Gerhard Schröder dijo claramente un día después de las elecciones francesas que el mensaje francés es que hay que ir más despacio'. Sumpsi se queja de la 'falta de coraje político de los Quince' a la hora de afrontar una profunda reforma agrícola. 'Cada vez entiendo menos la resistencia a introducir cambios en materia agrícola cuando el sector agrario es absolutamente minoritario. Aporta el 2% del PIB y el 3% del empleo'. Temor a Le PenComo posible justificación, cita inquietudes de carácter político. 'Puede ser un asunto electoral, como el temor a que Le Pen agarre no sólo la bandera de la inmigración, sino también la de la PAC'. De cara a la reforma agrícola, el economista ve con especial preocupación las presiones de Alemania a favor de una renacionalización de las políticas agrarias. 'España está totalmente en contra porque esto nos destroza. Sobre todo, al ministro de Economía, porque si tiene que cofinanciar parte de los 5.400 millones de euros que llegan cada año a España' tendría serios problemas. En su opinión, Alemania afronta la reforma de la política agrícola común con 'un cinismo espectacular'. La visión de este país es que 'la PAC es muy cara y la paga sobre todo ella. Quiere seguir con una PAC muy generosa, pero en un escenario en el que cada uno se pague la suya. Ellos pueden permitirse pagar un dineral a unos cuantos agricultores de la Riviera y cada cual que se las apañe como pueda; Francia pagará dos euros por cada tres que pague Alemania, pero España escasamente podrá pagar uno; esto supone romper con el principio de solidaridad financiera'.

'España va muy rezagada en los países del Este' 'España va muy rezagada en los países del Este'

Carmen Martín, catedrática de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, está convencida de que la ampliación de la UE ofrece enormes oportunidades de negocio para las empresas españolas. Sin embargo, se muestra 'muy preocupada porque España va muy rezagada' en materia de implantación en los países del Centro y Este de Europa y 'el Gobierno ha empezado a visitarlos sólo recientemente'.En su aportación al libro Los desafíos de la construcción europea (editado por la Fundación de Cajas de Ahorros Confederadas), la profesora Martín presenta datos que reflejan claramente que España invierte menos en los países de Europa Central y Oriental que en países como Chipre, Liechtenstein o Luxemburgo. La autora cree que la adhesión de nuevos socios a la Unión Europea 'no es sólo una cuestión que afecta a los fondos estructurales y a la reforma de los presupuestos comunitarios' en un momento en el que 'algunos países como Alemania están indicando que no están los tiempos para la solidaridad'. Geografía económicaLa cuestión presupuestaria es 'muy sustantiva'. Pero, según Martín, 'también debemos tener en cuenta los reajustes que puede haber en la geografía económica. Cómo pueden transformarse las corrientes comerciales al ampliar el mercado y al desplazarlo hacia el Este. Cómo puede producirse un desplazamiento del centro de gravedad económico hacia esta zona y cómo puede afectar a los países socios de la periferia, a Portugal y a España, particularmente'. La ampliación puede tener efecto en 'la estrategia de las multinacionales, puede afectar a las redes comerciales y de distribución...'. Y, en su opinión, 'en las discusiones sobre la ampliación, no se ha reparado suficientemente' en este tema. Además, la adhesión de nuevos socios convierte en más urgente, si cabe, la reforma institucional debatida en estos momentos por los Quince. Según Martín, 'el marco institucional de la Unión Europea tiene muchísimos problemas de eficiencia y de representación democrática' que no fueron resueltos en la cumbre de Niza. Un modelo que 'resulta insostenible', sobre todo si se decide ampliar el número de socios hasta 25 o 27.Carmen Martín, catedrática de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, está convencida de que la ampliación de la UE ofrece enormes oportunidades de negocio para las empresas españolas. Sin embargo, se muestra 'muy preocupada porque España va muy rezagada' en materia de implantación en los países del Centro y Este de Europa y 'el Gobierno ha empezado a visitarlos sólo recientemente'.En su aportación al libro Los desafíos de la construcción europea (editado por la Fundación de Cajas de Ahorros Confederadas), la profesora Martín presenta datos que reflejan claramente que España invierte menos en los países de Europa Central y Oriental que en países como Chipre, Liechtenstein o Luxemburgo. La autora cree que la adhesión de nuevos socios a la Unión Europea 'no es sólo una cuestión que afecta a los fondos estructurales y a la reforma de los presupuestos comunitarios' en un momento en el que 'algunos países como Alemania están indicando que no están los tiempos para la solidaridad'. Geografía económicaLa cuestión presupuestaria es 'muy sustantiva'. Pero, según Martín, 'también debemos tener en cuenta los reajustes que puede haber en la geografía económica. Cómo pueden transformarse las corrientes comerciales al ampliar el mercado y al desplazarlo hacia el Este. Cómo puede producirse un desplazamiento del centro de gravedad económico hacia esta zona y cómo puede afectar a los países socios de la periferia, a Portugal y a España, particularmente'. La ampliación puede tener efecto en 'la estrategia de las multinacionales, puede afectar a las redes comerciales y de distribución...'. Y, en su opinión, 'en las discusiones sobre la ampliación, no se ha reparado suficientemente' en este tema. Además, la adhesión de nuevos socios convierte en más urgente, si cabe, la reforma institucional debatida en estos momentos por los Quince. Según Martín, 'el marco institucional de la Unión Europea tiene muchísimos problemas de eficiencia y de representación democrática' que no fueron resueltos en la cumbre de Niza. Un modelo que 'resulta insostenible', sobre todo si se decide ampliar el número de socios hasta 25 o 27.

'En tecnología estamos a medio camino de Estados Unidos''En tecnología estamos a medio camino de Estados Unidos'

Soledad Núñez Ramos reconoce que todavía nos queda un largo camino por recorrer en el terreno de las nuevas tecnologías de la información, si se compara la economía española con la media de la UE y, sobre todo, con EE UU. Sin embargo, en producción de tecnología 'estamos menos mal de lo que pensábamos'Las tecnologías de la información y comunicaciones (TIC) 'tienen un peso del 5% en relación al total de la economía de mercado en España, mientras que el porcentaje es más del 12% en EE UU y de más del 7% en la UE'. 'Estamos en un nivel bajo, pero hemos crecido. Sin embargo, deberíamos haber crecido todavía más para reducir ese diferencial'. Aunque aún representan un porcentaje pequeño del total de la economía, 'la contribución de las nuevas tecnologías a la productividad (en España) ha sido importante. Y como la productividad en su conjunto ha crecido poco, la conclusión a la que se llega es que el resto no ha ido muy bien', señala Núñez Ramos. Según sus cálculos, la aportación de las ramas TIC al crecimiento de la productividad española entre 1995 y 1999 ha sido del 44% en términos relativos. Una 'elevada aportación relativa que pone de manifiesto el reducido ritmo de crecimiento de la productividad en las restantes ramas de actividad'. Es decir, que en España (al igual que la media de la Unión Europea) sigue sin aprovecharse plenamente las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías para impulsar la productividad del resto de los sectores productivos. Algo que sí hace Estados Unidos. En su aportación al libro Los desafíos de la construcción europea (de Funcas), Núñez Ramos concluye que es preciso 'llevar a cabo reformas estructurales que permitan un mejor aprovechamiento de las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, aprovechamiento que requiere unos mercados flexibles, una regulación eficiente y una mayor inversión en capital humano'. Un conjunto de reformas que, en su opinión, es 'uno de los principales desafíos a los que se enfrentan la economía europea en general y la española en particular'.Soledad Núñez Ramos reconoce que todavía nos queda un largo camino por recorrer en el terreno de las nuevas tecnologías de la información, si se compara la economía española con la media de la UE y, sobre todo, con EE UU. Sin embargo, en producción de tecnología 'estamos menos mal de lo que pensábamos'Las tecnologías de la información y comunicaciones (TIC) 'tienen un peso del 5% en relación al total de la economía de mercado en España, mientras que el porcentaje es más del 12% en EE UU y de más del 7% en la UE'. 'Estamos en un nivel bajo, pero hemos crecido. Sin embargo, deberíamos haber crecido todavía más para reducir ese diferencial'. Aunque aún representan un porcentaje pequeño del total de la economía, 'la contribución de las nuevas tecnologías a la productividad (en España) ha sido importante. Y como la productividad en su conjunto ha crecido poco, la conclusión a la que se llega es que el resto no ha ido muy bien', señala Núñez Ramos. Según sus cálculos, la aportación de las ramas TIC al crecimiento de la productividad española entre 1995 y 1999 ha sido del 44% en términos relativos. Una 'elevada aportación relativa que pone de manifiesto el reducido ritmo de crecimiento de la productividad en las restantes ramas de actividad'. Es decir, que en España (al igual que la media de la Unión Europea) sigue sin aprovecharse plenamente las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías para impulsar la productividad del resto de los sectores productivos. Algo que sí hace Estados Unidos. En su aportación al libro Los desafíos de la construcción europea (de Funcas), Núñez Ramos concluye que es preciso 'llevar a cabo reformas estructurales que permitan un mejor aprovechamiento de las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, aprovechamiento que requiere unos mercados flexibles, una regulación eficiente y una mayor inversión en capital humano'. Un conjunto de reformas que, en su opinión, es 'uno de los principales desafíos a los que se enfrentan la economía europea en general y la española en particular'.

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