Los escándalos financieros avivan la organización de los pequeños accionistas
El caso Banesto, que tenía 700.000 accionistas, despertó al pequeño inversor español. El dinero podía esfumarse, y ahí comenzaron las primeras organizaciones de pequeños accionistas, dedicadas a velar por una gestión orientada a ellos, propietarios de la mayoría del capital. BBVA, Gescartera y otros casos apuntalan poco a poco la madurez y la cultura financiera.
'Fiascos como BBVA dan la voz de alarma, y esperamos que los inversores vayan despertando', señala Manuel Pardos, presidente de Adicae. Las opciones sobre acciones de Telefónica o las cuentas ocultas del BBVA hacen que el inversor tome consciencia de la necesidad de defender sus derechos, según Pardos.
'Preferiríamos un mayor grado de implicación de los accionistas minoritarios en el gobierno de las empresas', asegura un portavoz de la CNMV. El regulador del mercado considera que el inversor debe preocuparse activamente por su dinero. Desde la Comisión también creen que se está avanzando en este sentido.
Asociaciones como la propia Adicae o ADA (Asociación de Defensa del Accionista) han tomado la iniciativa en, por ejemplo, el caso Banesto. Victoria de la Muela, abogada de la asociación de Reagrupamiento de Accionistas de Banesto, considera que se registran avances, pero que falta cultura financiera y también echa parte de culpa a los reguladores.
Aún se está lejos del modelo. Un único accionista protestó el 19 de abril en la junta de accionistas de Dragados, por la toma del control de la empresa por ACS, materializada el día anterior, y por el blindaje del capital. ACS compró a Santander el 23,5% de la constructora a un precio un 58% superior al de mercado, y sin tener que lanzar opa. En EE UU, los accionistas de EMC, una de las mayores empresas del país, obligaron esta semana a la directiva a cambiar a los candidatos del consejo de administración.
Según algunos, se trata de una cuestión cultural. Porque los instrumentos legales están plenamente desarrollados, señala José Antonio Rodríguez, abogado del despacho Albiñaba y Suárez de Lezo. Así, los accionistas minoritarios pueden agrupar participaciones para acudir y defender sus intereses en una junta de accionistas. Incluso, si los accionistas logran agrupar el 5% del capital, se puede convocar junta e impugnar acuerdos del consejo.
'Es una cuestión de tradición, vinculada al sistema político. En EE UU la sociedad se construye alrededor de los derechos individuales. En el plano empresarial, el pequeño accionista es consciente de sus derechos, mientras en Europa la cúpula tiene el control', comenta John Wilcox, vicepresidente de la consultora Georgeson Shareholder, de EE UU. Su compañía acerca a empresas y pequeños accionistas, también tiene como clientes a grupos de inversores o accionistas disidentes. Planea entrar en España.
Los fondos de inversión españoles tampoco destacan por su beligerancia, señala Wilcox. Una de las gestoras que pelea por hacerse valer en las empresas el viernes intervino en la junta de Endesa para criticar la gestión de la directiva. Álvaro Cervera considera que la pasividad del accionista español es un elemento cultural, pero también afecta el sistema jurídico. 'La justicia anglosajona facilita mucho las demandas'.
El nudo del activismo accionarial está en las juntas. Pero en España éstas se han convertido, según Manuel Pardos, en 'un folclore, con el regalo y el discurso del presidente'. 'Se firma para ceder el voto a la directiva, cuyos intereses no son los mismos que los del inversor', concluye José Antonio Rodríguez.
Aumentan las reclamaciones a la CNMV y a las Bolsas
Las reclamaciones presentadas por inversores ante la CNMV y ante los organismos protectores del inversor aumentan año tras año. En 2000 (último ejercicio del que hay datos) se presentaron ante la CNMV 1.169 reclamaciones, un 21,6% más que en el ejercicio anterior y casi cuatro veces más que en 1996.
En 2001, el protector del inversor tramitó 333 expedientes, el triple que en 1996. Muchas de estas reclamaciones, no obstante, se refieren a errores en la operativa de compraventa, en la asignación de acciones en procesos de OPV o a otros problemas muy concretos. Este tipo de reclamaciones no se pueden calificar de activismo inversor, pero su aumento sí dan cuenta de la mayor madurez del inversor español. Aunque sea a golpe de escándalos, los ahorradores son cada vez más conscientes de sus derechos.
La mayor parte de estas quejas van dirigidas contra entidades financieras, con casi 1.000 reclamaciones. Solamente 125 se referían a actuaciones de las sociedades emisoras, cotizadas en Bolsa o no. Una quinta parte de las quejas se refieren a acontecimientos de la vida societaria.
Otro proceso que suele conllevar protestas por parte del accionariado son las opas de exclusión. Cuando una empresa sale de Bolsa, el inversor minorista apenas tiene otra opción que aceptar el precio que le ofrecen, por lo que en numerosas ocasiones pequeños accionistas se unen para protestar y tratar de elevar el precio. Ha ocurrido con Banesto, con Asturiana de Zinc, con FASA Renault y con MIA, entre otros valores. En este último caso, por ejemplo, se consiguió que la empresa aumentase el precio que ofrecía a los accionistas.
Las asignaciones de títulos en ofertas públicas de acciones son otro capítulo en las reclamaciones de los inversores, tanto en las presentadas ante la CNMV como ante el protector del inversor. Los informes de este último no son vinculantes, pero los expedientes de la CNMV sí.