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La última

Una empresa alquila casas a los 'okupas'

Imagínate okupar una comisaría y que la policía te garantice agua corriente y electricidad. El sueño es asequible ya en Bélgica y Holanda, aunque el precio moral puede ser elevado. El carácter transgresor y desafiante de toda okupación se transforma en un contrato civil cuyo cumplimiento vigila estrechamente Lancelot.

Esta compañía belga, de origen holandés, ofrece una imaginativa solución para conservar los inmuebles vacíos a salvo de ataques vandálicos o de okupantes difíciles de desalojar. Lancelot garantiza a los propietarios, por una tarifa negociable, la presencia de inquilinos que no sólo pagan una pequeña renta, sino que se comprometen a preservar el local y abandonarlo con un preaviso de dos semanas. Lancelot ha conquistado su primera plaza en Bruselas al proteger con este régimen una antigua fabrica de Philips al sur de la ciudad. El edificio, propiedad de la inmobiliaria Royal Baeyens, llevaba casi dos años vacío, con el consiguiente deterioro y soportando las cargas fiscales que penalizan en Bélgica el abandono de un local o vivienda. La inmobiliaria pidió ayuda a Lancelot.

Un español, el más veterano de la comunidad, un nigeriano y una francesa figuran entre los cinco inquilinos actuales, que, a 125 euros por habitación, comparten baño, cocina y salón en el edificio de Philips. Responden al perfil que busca Lancelot: estudiante universitario o licenciado, entre 20 y 35 años, buscando un alojamiento para un breve periodo de tiempo.

'Es una idea universal', se entusiasma Fleur Brenninkneyer, la joven directora de Lancelot. 'En todos sitios hay locales vacíos y gente buscando un lugar barato donde alojarse'. Camelot, la empresa matriz con sede en Amsterdam, explota desde 1994 la fórmula. Una decena larga de compañías ofrece ya este servicio en Holanda.

Los 15 empleados de Camelot gestionan en Holanda más de 300 propiedades con un total de 800 inquilinos. Entre su clientela figuran las mayores empresas del país, como Fortis Bank, ING y ABN Amro Brenninkneyer, y destacan comisarías de policía o viejos castillos como recintos sorprendentes que han okupado legalmente.

'A los dueños sólo se les exige que el lugar sea habitable y que corran con los gastos de mantenimiento e instalen accesorios imprescindibles (ducha y cocina)', indica Philippe Leplat, director financiero de Lancelot. Siempre, aseguran, sale más barato que el colapso del edificio o que contratar a un guardia jurado a 30 euros la hora.

Joost van Gestel, fundador de Camelot, pensó en los contratiempos de los propietarios cuando frisaba los 25 años y habitaba en Amsterdam, una de las capitales okupas de Europa. 'Pero él no era uno de ellos', advierte Leplat.

De hecho , iniciativas como la de Camelot 'soliviantaron a todo el mundo', recuerda Marc Peeperkorn, okupa durante los años ochenta. 'Perpetúan la existencia de locales vacíos, aprovechándose de la urgencia de encontrar una vivienda'.

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