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Colombia

El conflicto armado lastra las perspectivas económicas

El recrudecimiento del conflicto armado entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC amenaza las buenas perspectivas económicas de Colombia para 2002. La posibilidad de que las elecciones generales del próximo mes de mayo traigan nuevos aires a la vida política colombiana, junto con el impulso exterior que la reactivación de la actividad económica mundial supone para el país, abren la puerta a un periodo de mayor dinamismo de la economía. Sin embargo, la ruptura del proceso de paz con la guerrilla, y las derivaciones que el conflicto pueda tomar en los próximos meses suponen un elemento de riesgo que bien podría acabar contrarrestando los potenciales efectos beneficiosos que mencionábamos.

En el plano exterior, Colombia se está beneficiando del repunte en los precios del crudo, y de las materias primas en general, pero sobre todo de la recuperación de la demanda en EE UU, adonde se destinan un 42% de las exportaciones. Pero las condiciones para una vuelta al crecimiento no provienen únicamente del sector exterior, la política fiscal del Gobierno, que mantiene firme su objetivo de presentar un déficit del 2,6% en el año, la estabilidad del peso en los mercados y el relativo éxito de la política monetaria en el control de la inflación también jugarán a favor del crecimiento económico.

En definitiva, los fundamentos de la economía colombiana parecen lo suficientemente sólidos como para permitir una recuperación de la actividad, pero no hay duda de que la incertidumbre que rodea al conflicto armado supondrá un lastre para el país, tanto desde un punto de vista social como económico, lo suficientemente grande como para contrapesar esas mejores perspectivas.

En lo meramente económico, el primer efecto del conflicto se dejará sentir sobre uno de los puntos negros del cuadro macroeconómico colombiano, la deuda pública. El esfuerzo bélico puede hacer que las tímidas reformas llevadas a cabo hasta la fecha se muestren insuficientes a la hora de reducir la ratio deuda pública sobre PIB (60% en 2001). Donde también se puede acusar la incertidumbre existente es en inversión extranjera directa, que podría frenar los ritmos de entrada de capitales registrados a lo largo de 2001.

El real resiste a la inestabilidad política

 

A diferencia de lo acontecido en gran parte de 2001, año en el que las malas noticias provenientes ya sea de Brasil o del contexto internacional (principalmente Argentina) repercutían negativamente en la cotización del real, este año la divisa brasileña muestra una notable fortaleza.

Esta firmeza de la moneda se produce en circunstancias en las que el peso argentino se ha depreciado un 64%, reafirmando la total desvinculación de la divisa brasileña a la evolución de la economía argentina, que ya se venía observando desde noviembre. Pero lo más sorprendente no es la ausencia de contagio desde Argentina, situación que se repite en otros mercados latinoamericanos, sino la resistencia de la divisa a las incertidumbres aparecidas recientemente en el plano político.

El escándalo en el que se vio envuelta recientemente la hasta entonces favorita en las encuestas presidenciales, Roseana Sarney, tuvo dos claras repercusiones. En primer término está el fortalecimiento de Lula en las encuestas, un candidato visto con desconfianza por el sector financiero debido a su escasa simpatía hacia los mercados. La segunda consecuencia relevante es la dificultad que afronta ahora el Gobierno en el Congreso para renovar el impuesto excepcional a las transacciones financieras creado el año anterior con el fin de asegurar el cumplimiento de las metas fiscales.

Estas incertidumbres, han sido más que compensadas por los sólidos resultados fiscales registrados, el mantenimiento de un elevado superávit comercial y una inversión directa extranjera por encima de las expectativas en los primeros meses de 2002.

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