El aburrimiento en la Cumbre de Barcelona
'Muy divertido, como siempre', fue como Tony Blair [primer ministro británico] describió la discusión del pasado fin de semana sobre reformas económicas en la Cumbre de la Unión Europea en Barcelona.
Había muchos motivos para justificar el lado sarcástico del primer ministro británico.
La cumbre consiguió sólo lo suficiente como para que la Unión Europea sea capaz de proclamar que la agenda reformista de Lisboa sigue en marcha, pero poco que indique que está más cerca de alcanzar sus grandes ambiciones.
La piedra de toque del encuentro era la liberalización de los mercados energéticos (...). El compromiso -liberalización para los consumidores industriales en 2004- es un avance, pero también una desilusión.
Y no es un trato cerrado. Alcanzar una definición aceptable de cliente 'industrial' puede resultar complicado (...).
Hay poco que celebrar, aparte del modesto paso adelante en energía. Se fijaron más plazos. Se reafirmaron los objetivos (...). Afortunadamente, los líderes evitaron grandilocuentes nuevos proyectos o iniciativas.
Ahora más que nunca ha llegado el momento de que los Gobiernos cumplan las promesas acumuladas (...).
El resultado más esperanzador es que la Unión Europea apunta todavía en la buena dirección. A pesar de las demandas sindicales, no hay signos de una vuelta a la agenda de regulación social y armonización fiscal (...).
Tan pequeños logros, sin embargo, resaltan el deplorable resultado de la Unión Europea cuando hay que convertir las palabras en hechos (...).