El riesgo de contagio se ha reducido considerablemente
Una buena referencia sobre el riesgo asociado a las inversiones en un país emergente viene dada por el diferencial de rentabilidades entre emisiones en los mercados internacionales y el activo sin riesgo (bonos del tesoro estadounidense).
El ejemplo más reciente de contagio generalizado entre los emergentes lo tenemos en el impago ruso de 1998, agravado por el colapso del fondo de alto riesgo LTCM. Entonces el repunte de las primas de riesgo en Latinoamérica, Europa del Este y sureste asiático fue espectacular, reflejando el 'cerrojazo' que los inversores impusieron sobre estos mercados.
La actual crisis de la economía Argentina iniciada el pasado verano y que ha derivado en un impago de sus obligaciones a tenedores de bonos domésticos e internacionales no ha tenido los mismos efectos sobre el resto de países emergentes. El riesgo-país (medido por el índice Embi de JP Morgan) de las principales economías latinoamericanas, excepto Argentina, Europa del Este y el sureste asiático, repuntaron ligeramente en el tercer trimestre de 2001, y desde entonces han iniciado una suave senda descendente.
¿A qué factores se debe la actual estabilidad de las primas de riesgo emergentes, a diferencia de episodios pasados? En primer lugar, los países emergentes han experimentado profundos cambios frente a la situación de la segunda mitad de los noventa, cuando su apertura a los mercados internacionales generó masivas entradas de capital, en muchos casos marcadas por un carácter especulativo o cortoplacista, y apoyadas en el establecimiento de regímenes cambiarios fijos que concedían una falsa sensación de seguridad al inversor (dada la escasa predisposición de muchos Gobiernos emergentes a realizar decisiones de política económica que hicieran sostenible tal esquema) y en una falsa sensación de apoyo de última instancia por parte de los organismos multilaterales.
Actualmente, la ausencia de regímenes cambiarios fijos (Argentina es el último ejemplo de abandono), la mayor transparencia para discernir sobre la situación real de cada economía y el mayor control de riesgos por parte de los inversores internacionales limitan en gran medida la posibilidad de episodios de contagio.
Una semana de flotación del bolívar
El pasado 13 de febrero comenzaba la flotación libre del bolívar, dejando atrás un sistema de bandas empleado por seis años. Como era de esperar, la moneda sufrió en la primera semana una fuerte depreciación. Sólo en el primer día, la divisa venezolana cedió un 22,1%. Tras ello, el Banco Central intervino en el mercado vendiendo divisas, lo que permitió una corrección parcial de este primer movimiento.
Sin embargo, esta semana se salda con nuevas depreciaciones. En total, la pérdida de valor del bolívar frente al dólar ya acumula un 21,2%. Se podría atribuir a una sobrerreacción inicial del mercado, pero los fundamentos de la economía venezolana indican lo contrario. La moneda mostraba una sobrevaloración en términos de paridad de poder adquisitivo cercana al 40%, debido a que el sistema de bandas permitía sistemáticamente una depreciación inferior a la inflación. Además, el bolívar no se había depreciado a pesar del enorme shock externo que significa una caída del precio del petróleo para una economía cuyo PIB descansa en un 27% en la producción de crudo. Asimismo, el excesivo gasto público, que elevaba las necesidades de financiamiento del fisco al 10% del PIB para 2002, genera una incertidumbre monetaria importante.
Finalmente, está el riesgo político y regulatorio introducido por el Gobierno de Chávez que desincentiva la inversión extranjera y provoca la salida de capitales del país. Así, los riesgos en este momento, a pesar de la depreciación ya observada, apuntan más hacia una mayor debilidad de la divisa en los próximos meses.