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Columna
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Nuevos miembros en la familia europea

Uno de los temas más importantes que está siendo debatido en Europa se refiere a la ampliación de la Unión Europea (UE) para dar entrada a países del este y del sur de Europa. Esta cuestión se relaciona con la necesidad de reformar el Presupuesto de la UE. Precisamente el pasado lunes los ministros de Asuntos Exteriores de la UE, reunidos en Bruselas, han pedido a la Comisión Europea que elabore las posiciones comunes sobre el presupuesto de la ampliación.

Esta petición supone la vía para cerrar el debate sobre el marco financiero de la ampliación, cuya discusión ya se había planteado en la reunión del Consejo de Ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) del 12 de febrero, tras la propuesta de la Comisión del 30 de enero. La postura común será debatida el primer semestre de este año, proceso que se vislumbra movido, dadas las posturas diversas de los distintos países.

Obviamente la postura inicial de los contribuidores netos es que el paquete presupuestario supone un esfuerzo demasiado oneroso. El deseo de la UE es que las negociaciones sobre la ampliación se completen a finales del presente año.

Según la primera propuesta de la Comisión, la cantidad considerada para financiar la ampliación es algo inferior a la cuantía incluida en el marco financiero previsto para el periodo 2000-2006, cuando se preveía que fueran 6 los candidatos y no 10, como en la actualidad. El plan inicial preveía gastos de 42.600 millones de euros a repartir entre 2004 y 2006, y el último compromiso es de 40.160 millones.

Esta asignación ha sido objeto de crítica por ambos lados: los países candidatos piensan que implica trato desigual respecto al que recibieron en su día los actuales integrantes de la UE. Y éstos, piensan que el esfuerzo presupuestario es elevado. Sin embargo, ni unos ni otros cuentan con argumentos de peso para atribuirse la razón en última instancia.

La justificación para reducir en alguna medida la cantidad es doble: por un lado se prevé que la fecha de incorporación más temprana sea 2004, y no 2002 como era la idea inicial y, por otro lado, el plan de incorporación conlleva largos periodos de transición que hacen esperar que esté vigente otro Presupuesto cuando los candidatos deban terminar de recibir los importes. También hay que señalar que la capacidad de absorción de fondos de los candidatos es limitada, ya que, aunque parte son pagos directos (por ejemplo, a agricultura), otros demandan cofinanciación con el Presupuesto nacional.

Por otra parte, la asignación de fondos supondría que sólo una proporción del 0,14% del PIB del conjunto de los 25 futuros miembros de la UE sería asignada a los nuevos candidatos. Por estos motivos el acuerdo parece que, aunque no sea plenamente satisfactorio para las dos partes, al menos es factible, y supone un punto medio entre las expectativas de unos y la resistencia de otros a hacer sacrificios.

El problema es que la decisión sobre los fondos a comprometer en los países candidatos para la ampliación se solapa con las voces que reclaman la revisión de la estructura del Presupuesto comunitario. Casi el 80% del Presupuesto anual de la UE se dedica a la política agrícola común (PAC) y a las políticas regionales. Es evidente que estos capítulos son el grueso de los costes de la ampliación.

Las propuestas de la Comisión Europea en la actualidad no entran de lleno en la cuestión de cómo abordar en el futuro la ampliación, aunque quizá el debate que se puede generar puede servir para que los nuevos candidatos no se involucren en programas de desarrollo basados excesivamente en incentivos que podrían modificarse. Parece que es necesario que se revise, y en un horizonte temprano, el sistema de redistribución que conlleva el presupuesto de la UE. Algunas propuestas apuntan que la PAC podría ser reformada antes del nuevo acuerdo de financiación para el periodo 2007-2013.

La actual estructura parece obsoleta e ineficiente, y debería contener una mayor orientación de mercado, en línea con las políticas exigidas a cada uno de los actuales países miembros. La revisión del Presupuesto debe tener también en cuenta los nuevos retos que ha decidido abordar la UE en vistas a conseguir que se complete la realidad de contar con un mercado único e integrado. En resumen, además de facilitar el acceso de los nuevos candidatos, debería plantearse como instrumento para la acción común.

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