Lamy exige a EE UU que autorice la 'vía rápida' para poder negociar
Un día después de que la conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) culminara con el lanzamiento de una ronda comercial, representantes de la política y la economía de todo el mundo manifestaron su satisfacción. Así fue también en la UE, aunque el comisario de Comercio, Pascal Lamy, mostró su preocupación por la falta de autoridad que tendrá la representación de EE UU si el Congreso no aprueba la vía rápida. Los parlamentarios tienen que votar la ley sobre la llamada autoridad para la promoción comercial (anteriormente fast track, vía rápida), que permitirá al Gobierno de George Bush negociar los acuerdos comerciales sin que el Congreso pueda modificarlos, sólo aprobarlos o rechazarlos en su totalidad.
"Ahora es necesario que la legislación americana sobre el fast track les dé la autoridad para negociar", dijo Lamy ayer tras regresar de Doha. En la capital qatarí los 142 países miembros de la OMC acordaron empezar negociaciones en enero del año próximo y hasta 2005 para liberalizar los mercados y facilitar así las transacciones comerciales. "Si los americanos no tienen a partir de ahora y con rapidez esa autoridad, nadie va a negociar", advirtió Lamy.
En manos del Congreso
A pesar de que el comisario señaló que la falta de dicha autorización no perjudicó las negociaciones en Doha, fue una de las razones de la inflexibilidad estadounidense en acelerar la apertura de los mercados a los productos textiles de los países en desarrollo. EE UU se negó a negociar el tema por carecer de la autoridad del Congreso. Además, la pérdida de ventajas de la industria textil estadounidense habría influido en los parlamentarios para votar en contra de la vía rápida, según fuentes cercanas a las negociaciones.
La UE consiguió en los seis días de reuniones de la conferencia incluir temas nuevos en la ronda, como la normativa sobre inversiones y competencia y el medio ambiente, y aunque no logró que las negociaciones comiencen de inmediato (algunas se traspasan a 2003), los Quince celebraron el resultado. También lo hicieron las organizaciones empresariales. Si el día anterior la patronal europea Unice manifestaba su satisfacción, ayer fue la industria alemana, que calificó la conferencia de "gran éxito".
Y es que en Doha no hubo perdedores. Incluso India, que tuvo que renunciar a que se abrieran más los mercados a sus textiles, celebró la ronda y se mostró "exitoso por evitar compromisos en inversión, competencia y transparencia. India consiguió que la declaración final reconociera sus reservas en estos asuntos, por temer que perjudiquen a los países pobres, y que los países más desarrollados se comprometieran a facilitar ayuda técnica. Japón, que pedía libre comercio en las reuniones, afirmó estar "un 120%" satisfecho.
Liberalización, pero sin "prejuzgar los resultados"
El comisario europeo de Agricultura, Franz Fischler, se mostró ayer resuelto a que nadie imponga a la UE su política agrícola. "Lo que no deseamos es que, en el marco de las negociaciones, se nos dicte cómo tenemos que hacer nuestras reformas, y el texto final ha dejado claro que atenderemos las exigencias de nuestra sociedad; nadie nos va a imponer nada", aseguró.
La UE puso en la cuerda floja el acuerdo por rechazar una declaración que incluía la eliminación de los subsidios a la exportación. Con un tibio "sin prejuzgar el resultado de las negociaciones" añadido, la UE aceptó el texto.
Por su parte, la COAG mostró su preocupación por la entrada de China en la OMC (aprobada en Doha), que supondrá "que nuestras exportaciones tendrán que competir duramente porque habrá mayor entrada de otros productos".