La Alianza del Norte toma Kabul y precipita la caída de los talibán
La Alianza del Norte ignoró ayer las recomendaciones de EE UU y decidió tomar la capital de Afganistán, Kabul. Los talibanes se replegaron en desbandada hacia Kandahar, perseguidos por los bombarderos estadounidenses. Los mercados y el dólar reaccionaron con optimismo a los avances militares.
Tras semanas bloqueados ante la ciudad norteña de Mazar i Sharif, los avances de la milicia rebelde Alianza del Norte se producen ahora con una extraordinaria velocidad.
El ministro de Exteriores de la Alianza del Norte, Abdullah Abdullah, afirmó ayer que las tropas rebeldes tomaron Kabul "para garantizar la seguridad de los ciudadanos". Los talibanes abandonaron por sorpresa la ciudad durante la madrugada.
La instituciones internacionales habían pedido a la Alianza del Norte que no entrase en Kabul hasta que no hubiese un acuerdo para formar un nuevo Gobierno, representativo del conjunto de la sociedad afgana. Sin embargo, la huida de los talibanes propició a la Alianza la entrada triunfal que buscaba.
En Europa, los avances fueron vistos con cautela y se exigió respeto de los derechos humanos. Naciones Unidas denunció ayer la ejecución a manos de la Alianza de 100 talibanes en una escuela de Mazar i Sharif. Los milicianos se habían entregado, pero los rebeldes aprovecharon para ajustarles las cuentas. EE UU también alertó sobre el respeto a los derechos humanos.
El régimen talibán se concentra ahora en la ciudad sureña de Kandahar, que es desde hace semanas la auténtica capital del régimen. Ante los anuncios de constantes avances de las fuerzas opositoras en todos los frentes, los talibanes se apresuraron a afirmar que aún controlan Jalalabad, en la frontera paquistaní, que la Alianza ya daba por capturada.
El líder supremo de los talibanes, el mulá Mohamed Omar, hizo ayer un llamamiento a sus seguidores a "resistir y luchar". Omar ordenó a los milicianos talibanes que obedeciesen "totalmente" a sus comandantes. El único embajador de los talibanes, Abdul Salam Zaif, afirmó que la retirada es un movimiento estratégico con el objetivo de llevar la guerra a las complicadas montañas del sur.
Kandahar está en una región muy montañosa y llena de cuevas, donde se cree que los talibanes han acumulado provisiones y armamento. También se cree que la red terrorista Al Qaeda y su líder, el multimillonario saudí Osama Ben Laden, se ocultan en esas cuevas. La captura de Ben Laden, acusado de idear los atentados del 11 de septiembre, fue el objetivo que desencadenó la ofensiva contra el régimen de los talibanes.
Objetivo pendiente
Por eso, el presidente estadounidense, George Bush, recordó ayer que "aún queda mucho trabajo por hacer". El paradero de Ben Laden es realmente desconocido y la posibilidad de que los talibanes le traicionen y lo entreguen es remota. Bush, no obstante, se mostró "satisfecho" por los avances logrados en la ofensiva. Pero la caída de Kandahar se presume ardua. La Alianza no está familiarizada con la orografía del terreno. Los expertos creen que sólo una rebelión de las tribus del sur o una gran ofensiva terrestre de EE UU permitirá la captura de la ciudad.
El ocaso del régimen talibán es un hecho. Por eso se acelera el trabajo diplomático. La ONU ha enviado una delegación a Kabul. El objetivo es lograr un Gobierno que sea lo más representativo posible y garantizado, en un principio por tropas musulmanas de la ONU.
Con todo, los avances dan tranquilidad a los aliados. El canciller alemán, Gerhard Schröder, defendió ayer el envío de tropas al frente. Su sólido discurso le permitió ganar apoyos de cara a la moción de confianza del viernes, la tercera desde la II Guerra Mundial, en la que los parlamentarios decidirán sobre el envío de los soldados.