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LEALTAD,1

<i>Cuando se habla de pánico alcista</I>

Alos observadores más fríos les cambia el semblante cuando escuchan y leen frases como "pánico comprador si el Ibex supera los 8.000 puntos", que es lo que sucedía ayer una hora después de la apertura del mercado. ¿Por qué? Porque la agitación y la incitación proceden de las mismas fuentes que hace un mes, cuando el Ibex perdió los 7.000 puntos, recomendaban tirarse por la borda como mal menor.

En tan corto intervalo de tiempo se ha producido un hecho que explica este estado de embriaguez. Muy pocos apostaban por el alza y menos por la intensidad del rebote desde los mínimos del 21 de septiembre. Es más, a medida que ha pasado el tiempo y las Bolsas han recuperado de manera parcial posiciones, los mismos agitadores han insistido en la necesidad de mantener la prudencia.

El denominado pánico comprador se entiende, así, por la rectificación rápida, urgente, de los más pesimistas, que ahora no quieren perder el tren de la abundancia.

Este es uno de los grandes problemas con los que desde siempre se enfrentan las Bolsas. Cuando los más pesimistas se vuelven optimistas, el mercado suele bajar, tarde o temprano, y además, con cierta fuerza.

La recuperación de las compañías de telecomunicaciones, por los esfuerzos, siempre plausibles, por disminuir las enormes deudas, ha sido determinante en el rally que viven los mercados en los últimos días. Son los valores de mayor peso y en la configuración de las carteras de los grandes fondos y, de ahí, el contagio al resto de los valores, aunque se sepa que las telecomunicaciones nada tienen que ver con las constructoras, por citar un ejemplo.

Ansias de recuperación y miedo a perder el tren de la abundancia, tras largos periodos de hambruna, conforman el panorama actual de unos mercados sin inversor final.

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