EE UU confía en el apoyo de Pakistán a la respuesta contra los terroristas
El saudí Osama Bin Laden negó ayer oficialmente cualquier implicación en los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Pero Estados Unidos no le cree. El vicepresidente estadounidense Dick Cheney dijo que no tiene "ninguna duda" de que Bin Laden es culpable y prometió que éste "sentirá toda la rabia de EEUU". Sus palabras convierten a Afganistán en objetivo claro para una ofensiva que puede ser inminente. Los estadounidenses ya tienen asumido que pronto entrarán en una guerra que, según Cheney, puede durar "años". George Bush afirmó anoche que confía en el respaldo de Pakistán a una respuesta militar que se prepara en secreto desde lo que queda del Pentágono.
La maquinaria para la guerra ya ha echado a andar en Estados Unidos y el enemigo a batir es el que todo el mundo sospechaba desde un primer momento: Osama Bin Laden, el disidente saudí que vive refugiado en Afganistán.
Bin Laden negó ayer cualquier implicación en los hechos ocurridos durante el día de la infamia. En un comunicado difundido a través de la agencia afgana AIP, el saudí dice que ha "hecho un juramento de alianza (con el líder talibán mulá Mohammad Omar) que no me permite hacer este tipo de cosas desde Afganistán". Pero el Gobierno de George Bush no le cree.
El vicepresidente Dick Cheney dijo ayer que no tiene dudas de que "Bin Laden y su organización jugaron un papel significativo" en los atentados y que por ello "va a sentir toda la rabia de EEUU". "Vamos a ir agresivamente contra Bin Laden y todos sus aliados. Y, aunque nos tome mucho tiempo, estoy convencido de que finalmente ganaremos".
Ayuda paquistaní
EEUU contará con apoyo de una amplia coalición internacional a la que se ha sumado incluso Pakistán, uno de los pocos países que han reconocido oficialmente al gobierno talibán de Afganistán. El general paquistaní Pervez Musharraf ha exigido a Afganistán que entregue a Bin Laden y enviará hoy una delegación negociadora a este país.
El presidente de EE UU, aseguró ayer en una rueda de prensa que las conversaciones mantenidas con el Gobierno de Pakistán fueron "muy positivas" y confía en su respaldo a la respuesta militar. "Trabajeremos juntos para llevar a los terroristas ante la Justicia", señaló.
EE UU no piensa conformarse con "cazar a Bin Laden", sino que quiere lanzar una guerra que puede durar "años" para rastrear redes terroristas que actúan desde "varios países", según explicó Cheney.
Los servicios de inteligencia norteamericanos creen que dichas redes están repartidas por más de una veintena de países, incluido los propios Estados Unidos.
La mayoría de estos países son musulmanes. Con lo cual Bush tendrá que ser extremadamente cuidadoso si no quiere que su "guerra contra el terrorismo y la barbarie" sea interpretada como una ofensiva contra el Islam.
Algunos aliados supuestamente incondicionales como Alemania, ya han avisado que "lo peor que puede hacer Occidente es lanzar una guerra contra el Islam".
Dentro del territorio nacional, Bush lleva días pidiendo a los ciudadanos que estén "listos para la guerra". Pero todavía no les ha explicado qué tipo de batalla piensa librar. Y los estadounidenses están mostrando reacciones muy ambiguas.
Por un lado, la tragedia ha unificado al país y enardecido el sentimiento patriótico. La bandera de barras y estrellas inunda el país (en las ventanas, en los vehículos, colgada en el pelo o sujeta en la gorra de béisbol). Y cada explosión de dolor se ve acompañada por cantos de "Dios vendiga a América".
Además, según The New York Times, un 85% de la población está a favor de que EEUU entre en guerra, un 64% apoya esta medida incluso si implica la muerte de ciudadanos inocentes. La popularidad de Bush ha subido del 50% al 84% en estos días.
Pero hay grupos que se oponen a una ofensiva militar. Por un lado están los jóvenes pacifistas. Por otro, algunos veteranos de la II Guerra Mundial, Vietnam y Corea, que todavía tienen grabado en la memoria la tragedia que supone un conflicto armado. Sobre todo "una guerra larga" como la que piden Bush y Cheney.
Más víctimas
La dualidad de los ciudadanos también es palpable en los centros de reclutamiento de las Fuerzas Armadas. Aunque el país lleva casi una semana de dolor colectivo, vigilias y arengas bélicas, el Ejército no ha registrado ningún aumento en el número de reclutamientos.
Sin embargo, la situación puede cambiar conforme siguen apareciendo cadáveres bajo las ruinas de las Torres Gemelas. A pesar del monumental esfuerzo hecho de las autoridades y los miles de voluntarios, la localización de víctimas es angustiosamente lenta.
Y el número oficial de desaparecidos no para de crecer. Cada día que pasa, alguna familia o vecino descubre que alguien tampoco regresó a casa la noche del fatídico 11 de septiembre. Los signos de alarma ya son conocidos por todos: paquetes de reparto que llevan una semana a la puerta de los apartamentos, vehículos no recogidos, relojes despertadores que suenan incasablemente cada mañana...
El alcalde Ruldolph Giuliani informó ayer que se han rescatado 180 cadáveres. El número de desaparecidos ha subido de 4.972 a 5.097 en las últimas horas. Y las autoridades están recolectando cepillos de dientes y peines de los desaparecidos para ayudar a su identificación con pruebas de ADN.
La ciudad está haciendo denodados esfuerzos por volver a la normalidad, y uno de los más ambiciosos es la apertura de la Bolsa de Nueva York (prevista para hoy).
Bush propone leyes contra el terrorismo que recortan las libertades
El Gobierno de George Bush pedirá al Congreso que apruebe un endurecimiento de las leyes antiterroristas. Y la propuesta incluye más libertad para que las fuerzas de orden público puedan intervenir las comunicaciones privadas a través de teléfonos y ordenadores.
El fiscal del Estado, John Ashcroft, dijo ayer que "es más fácil intervenir (las comunicaciones) de un traficante de drogas o de alguien implicado en apuestas ilegales que hacerlo frente a los terroristas". Además, Bush quiere que se endurezcan las penas para quienes "dan cobijo o ayudan a los terroristas", equiparándolas a las del espionaje (un delito que, en los casos más graves, es castigado con pena de muerte).
Fichajes de la CIA
El Congreso también está estudiando un cambio en la normativa de la CIA para permitir que la agencia pueda fichar a colaboradores sospechosos o culpables de actividad criminal. El objetivo es claro: captar espías dentro de las células terroristas.
Empieza a hablarse, además, de suprimir una ley aprobada hace 25 años para prohibir que el Gobierno utilice agentes encubiertos para ordenar o ejecutar el asesinato de extranjeros.
Un 65% de los estadounidenses sondeados por New York Times están a favor de que agentes estadounidenses cometan asesinatos en países extranjeros contra supuestos terroristas. Pero los ciudadanos se muestran mucho más reticentes cuando se trata de restringir sus libertades civiles. Aunque un 75% reconoce que tendrán que ceder algunas libertades para aumentar su seguridad, sólo un 39% está dispuesto a que el Gobierno tenga más libertad para espiar las comunicaciones.