<I>La importancia de la industria extractora del aceite de orujo</I>
Es recomendable poner en marcha líneas de apoyo a usos no alimentarios del aceite de orujo.
El sector del aceite de oliva está formado por una compleja red de empresas que realizan el conjunto de funciones imprescindibles para que las tres gamas de aceite (virgen, oliva o refinado y orujo) lleguen al lineal de la distribución. El aceite de oliva (refinado encabezado con virgen) es el más consumido, el virgen puede estar en el 20%-25%, y el de orujo, en el 8%-10%.
La cadena de producción consta de varias fases: cultivo, molienda o almazara, extracción de orujo, refinado y envasado, realizadas por las mismas o distintas empresas. Los rasgos principales de la estructura empresarial son los siguientes:
Estrecha relación entre los agricultores y las almazaras debido a la importancia de las cooperativas.
Estrecha relación entre las almazaras y las extractoras de orujo, se estima que el 40% de éstas está en manos de almazaras.
Las mayores extractoras de aceite de orujo tienen refinadora y envasadora propia.
Tradicionalmente, el envasado ha correspondido a empresas refinadoras sin relación con las almazaras, pero eso está cambiando.
En los años noventa, mientras subía el consumo de aceite virgen, las almazaras han iniciado el envasado de esta gama situándose en las primeras posiciones y alterando la situación tradicional a consecuencia de las compras directas de la gran distribución.
El papel de las refinadoras de aceite de oliva es imprescindible debido a un doble motivo: una parte del consumo demanda aceites refinados y una parte de los aceites no reúne cualidades para el consumo como virgen.
Esta red de empresas se ha visto profundamente alterada por los cambios de los años noventa: existe una nueva regulación (OCM) pendiente de revisión, ha desaparecido la intervención, se ha incrementado la superficie de olivar, ha mejorado el cultivo, hay nuevas denominaciones de origen, se valora la calidad, aumenta y se cualifica el consumo y se ha consolidado un mercado mediterráneo de aceites que invalida los análisis nacionales. Las últimas tendencias muestran una subida constante del consumo, que quizá resulte insuficiente a la vista de las nuevas plantaciones.
En el marco de la mejora global de las almazaras se han introducido los sistemas de prensado continuo de dos fases, forzados por la sequía de los años noventa, traspasando los problemas de los vertidos contaminantes de alpechines a las extractoras de orujo que se han visto obligadas a manejar un producto más líquido y con menos contenido graso; esto ha motivado que esta fase se convierta en industria medioambiental a la que nunca se ha reconocido su papel.
Hay que tener en cuenta que no es posible el funcionamiento de las almazaras sin una extractora que les retire el orujo con frecuencia; eso explica su distribución geográfica. Salvo experiencias poco significativas, hoy la única forma de rentabilizar el trabajo de las extractoras es la venta de aceite de orujo; por eso cualquier problema en su mercado amenaza el funcionamiento de las almazaras.
España es un importante consumidor de aceite de orujo, de forma que se ha convertido en receptora de buena parte del aceite crudo de orujo europeo. El principal destino es la restauración y la industria alimentaria, pero existe también un consumo directo considerable. Hay que tener en cuenta que el aceite refinado de orujo ofrece buenas cualidades nutricionales y organolépticas a un precio asequible.
Tras un importante proceso de concentración hay en funcionamiento unas 50 extractoras de orujo y unas 5 o 6 refinadoras de este aceite. La extracción del aceite de orujo, el posterior refino y el envasado son realizados por empresas distintas en muchos casos.
Las principales envasadoras de aceite de orujo de aceituna son Koipe (20%) -dominante también en las restantes gamas-, Coyresa, Aceites Toledo y La Masía (vendida por Unilever a Migasa); entre éstas sólo dos son extractoras y juntas producen más del 50% del aceite de orujo del mercado.
La crisis actual tiene varios escenarios. Posiblemente el menos grave sea la repercusión de la actuación de Sanidad -realizada sin el amparo de una norma legal cuya promulgación es responsabilidad del Gobierno- en el mercado nacional que puede recuperarse con una buena campaña de explicación.
Otro asunto es la repercusión en los países del Este y en los países árabes, debido en parte a la inexistencia de una buena nomenclatura de los aceites. De todos modos, si el mercado no reacciona, la industria extractora puede disminuir sensiblemente sus retiradas de orujo, provocando un problema medioambiental muy grave en la próxima campaña.
En cualquier caso, teniendo en cuenta una posible sobreproducción de aceite de oliva a medio plazo, parece recomendable poner en marcha líneas de apoyo a usos no alimentarios del aceite de orujo y reconocer y pagar el papel medioambiental de la industria extractora.