Presiones europeas sobre Japón y EE UU para intentar salvar el Protocolo de Kioto
Con un marcado escepticismo acerca de sus posibilidades de éxito y múltiples llamamientos para que los países más reacios -EE UU, pero también Japón- acepten la reducción de las emisiones de los gases que causan el efecto invernadero, se inició ayer en Bonn la cumbre climática, que busca garantizar la entrada en vigor del Protocolo de Kioto, suscrito en 1997.
La conferencia, en la que participan cerca de 6.000 delegados de 180 países, fue inaugurada ayer por el ministro de Medio Ambiente holandés, Jan Pronk. Tras las consultas de los expertos, las deliberaciones decisivas a nivel ministerial se iniciarán el jueves.
Tanto Pronk como su homólogo alemán, Jürgen Trittin, subrayaron ayer que aún hay una oportunidad para salvar el protocolo, en entredicho desde que George Bush anunciara que EE UU se retracta de su compromiso previo de reducir, un 7% por debajo del nivel de 1990 y hasta 2012, sus emisiones de gases de efecto invernadero, en gran parte dióxido de carbono. Los compromisos del Protocolo de Kioto sólo pueden ser puestos en marcha si 55 países, causantes de un 55% de las emisiones, ratifican el acuerdo. Dada la reticencia de Estados Unidos -causante de casi el 40% de estas emisiones a nivel mundial-, bastaría que también Japón (7,9%) se retractara, tal y como ya ha insinuado, de un protocolo negociado en su propio país. Tokio podría "convertirse en sepulturero de la conferencia de Bonn", alertaba ayer Trittin, aunque sus negociadores resaltaban que el país asiático "aún no ha fijado definitivamente su posición".
Tanto el canciller alemán, Gerhard Schröder, como el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro británico, Tony Blair, pretenden convencer, antes y durante la cumbre del G-8 en Génova esta semana, a Bush para modificar su posición y, al menos, permitir que los demás países sigan adelante con su propósito de luchar contra el calentamiento de la atmósfera.