El Congreso de Estados Unidos investiga la independencia de los analistas
Los conflictos de intereses de los analistas de Wall Street son ya tan notorios que el Congreso de EE UU ha abierto una investigación al respecto. Los bancos han respondido suscribiendo un código de conducta con el que prometen garantizar la independencia de sus gurus. Pero los legisladores no tienen claro que sea suficiente.
Cuando el Nasdaq estaba en la estratosfera, todo el mundo estaba encantado con las optimistas recomendaciones de analistas como Henry Blodget (de Merrill Lynch), Mary Meeker (Morgan Stanley) y Jack Grubman (Salomon Smith Barney).
Llegadas las vacas flacas, Blodget (que el año pasado se calcula que ganó 2.880 millones de pesetas o 17,3 millones de euros y apareció en cientos de entrevistas televisivas) ha sido demandado por un inversor que le reclama más de 11,5 millones de euros. Y los expertos en litigios de inversores estudian acciones similares contra otros gurus que hace un año eran tan populares como los artistas de Hollywood.
La percepción de conflicto de intereses que reina en Wall Street ha alcanzado tal nivel que el Congreso ha abierto una investigación para establecer si es necesario aprobar leyes que hagan de pilar a la muralla china (el muro imaginario que debe separar dentro de una firma los equipos de análisis y la banca de inversión).
Los testimonios presentados la semana pasada fueron muy aleccionadores. Benjamin Mark Cole, autor del libro Los flautistas de Wall Street (en referencia a El flautista de Hamelin), explicó que las firmas obtienen cada vez más dinero de sus operaciones de banca de inversión (OPV, asesoría de fusiones, créditos sindicados o colocación de bonos), y dijo que los analistas tienen hoy como prioridad generar negocio para este departamento, en lugar de buscar el mejor beneficio de sus clientes. En su opinión, los departamentos de análisis de estas firmas están "corruptos sin remedio".
El gestor de fondos David Tice citó una larga batería de ejemplos sobre conflictos de intereses y se quejó de que algunos analistas se han convertido en el "megáfono de las compañías que analizan".
En su opinión, ello supone una grave amenaza para la economía del país, porque "un mercado justo y sólido es el pilar del capitalismo". Y puso como ejemplo a Ja-pón, que lleva más de una década de estancamiento económico tras su burbuja financiera.
Código de conducta
Mark Lackritz, presidente de la Asociación de Empresas de Valores (la patronal de las firmas de Wall Street) acudió al Capitolio enarbolando el flamante Código de Buenas Prácticas para Análisis que acaban de suscribir los 14 mayores bancos de inversión.
El manual incluye medidas que muchos inversores presuponían que ya estaban en vigor, como prohibir que el sueldo de los analistas dependa del negocio que atraen para el departamento de banca de inversión o que entreguen los informes a la compañía analizada para que puedan "revisarlos" antes de ser distribuidos a los clientes.
Lackritz reconoció que el tropezón de los analistas ha sido sonoro. Pero lo justificó diciendo que incluso "superestrellas" como el jugador de baloncesto Michael Jordan, el golfista Tiger Woods y el actor Tom Cruise "tienen a veces malos momentos".
Los congresistas no parecieron demasiado convencidos. El republicano Richard Baker se refirió a las firmas como "tiburones" y dijo estar "muy preocupado por las evidencias de erosión ética en Wall Street". El demócrata Paul Kanjorski dijo que el código de conducta es "bonito", pero "llega tarde y sin garantías de cumplimiento".
Los congresistas prometieron seguir investigando. Pero el proceso será largo y será difícil armar consenso para aumentar el control sobre las firmas. Sobre todo si el influyente diario The Wall Street Journal sigue destacando en sus páginas, como hizo el viernes, las listas de congresistas que se beneficiaron de tratamiento privilegiado en colocaciones y salidas a Bolsa durante los años de bonanza de Wall Street.
Un médico exige compensaciones a Merrill Lynch
Entre enero del 2000 y marzo del 2001 se han desvanecido unos 900 billones de pesetas (5,4 billones de euros) de riqueza en los mercados de EE UU. Los inversores están, pues, indignados. Y algunos culpan de las pérdidas a sus agentes de Bolsa.
El pediatra neoyorquino Debases Kanjilal ha presentado un recurso de arbitraje ante la Bolsa de Nueva York en el que acusa a la firma de inversión Merrill Lynch y a su analista Henry Blodget de haberle provocado pérdidas de más de 98 millones de pesetas (casi 600.000 euros).
Kanjilal compró 4.600 acciones de InfoSpace en marzo de 2000. Y dice que dos meses más tarde quiso venderlas porque habían caído a la mitad, pero no lo hizo porque Merrill Lynch le recomendó mantenerlas aduciendo el optimismo de Blodget.
Merrill Lynch era entonces asesor de Go2Net, una empresa que fue adquirida por InfoSpace en julio de 2000. Y Kanjilal asegura que los consejos de Merrill Lynch tenían como objetivo inflar el valor de InfoSpace para que no se frustrara la compra de Go2Net. El inversor reclama 153 millones de pesetas de compensación y 1.920 millones de sanción punitiva. Merrill Lynch niega los cargos y Blodget no puede hablar con la prensa "debido al litigio pendiente".