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COYUNTURA EUROPEA

Francia se postula como motor económico de la zona euro

Los dos supuestos motores económicos de la Unión Europea, Alemania y Francia, parecen seguir un ritmo poco acompasado. Mientras Berlín no deja de emitir preocupantes signos de debilidad, París capea con inusitada facilidad los avatares económicos que sacuden a su vecino y a buena parte de la economía mundial.

Un Gobierno socialista dirige los destinos de Alemania y Francia, pero las similitudes actuales sobre la evolución económica de ambos países parecen terminar ahí. Y para desgracia del canciller Gerhard Schröder, resulta cada vez más evidente que las heterodoxas recetas de su homólogo Lionel Jospin fructifican con mayor vigor.

Alemania sigue revisando a la baja sus previsiones de crecimiento (del 2,7% ya ha pasado al 2,1% para este ejercicio) y, tras la cota del 3% en el año 2000, se desliza peligrosamente hacia los niveles que registró tras la costosa unificación (1989). Berlín insiste en que el traqueteo se debe a la caída en las importaciones, pero los analistas empiezan a husmear razones estructurales más allá de las justificaciones internacionales del ministro de Economía, Hans Eichel. Francia, en cambio, soporta con envidiable el deterioro del clima económico mundial y el ministro de Economía, Laurent Fabius, aún augura para este año un crecimiento cercano al 2,9%. Sería su cuarto año de crecimiento próximo al 3%, con una inflación prevista para el año 2001 de sólo 1,3%.

París defiende sin ambages el modelo que le permite este éxito, aunque incluya, en contra de la ortodoxia imperante, el servicio público universal y el derecho a la participación de capital público en ciertos sectores.

Jospin se resiste a avanzar, por ejemplo, hacia la liberalización de mercados como el energético, pero al mismo tiempo recibe la pleitesía de Bruselas por cumplir las directivas actuales a rajatabla. "En Francia hay consumidores que pueden elegir un suministrador eléctrico extranjero", ilustran en el Departamento de Energía de la Comisión Europea. "En Alemania, en cambio, que supuestamente ha liberalizado el 100%, ninguna eléctrica europea ha podido entrar por culpa de las barreras que existen".

Francia se beneficia, además, del escaso empuje liberalizador de Berlín para avanzar en las reformas estructurales en la Unión Europea. Quizá Berlín desconfía tras los resultados que ha deparado su incursión por esos derroteros. Los antiguos monopolios, como la operadora telefónica Deutsche Telekom, han fracasado en sus pinitos de expansión transfronteriza tras la privatización. Y el monopolio postal, Deutsche Post, sufre las iras de la Comisión Europea por sus prácticas de abuso de posición dominante, Bruselas le ha obligado a crear una subsidiaria aparte para su actividad comercial.

Alemania titubea incluso en el ámbito privado, donde se le supone mayor capacidad de liderazgo. La Bolsa de Francfort, la mayor del continente por capitalización, fue incapaz de polarizar la consolidación del sector en Europa. Tuvo que ser la Bolsa de París la que iniciase el proceso de integración, fusionándose con las de Amsterdam y Bruselas

Los buques insignias del empresariado galo no dudan en exhibir su poderío en aguas internacionales. Vivendi, la multinacional gala, del sector de la comunicación fagocitó sin mayores problemas al gigante estadounidense Seagram Renault, con un 49% de capital público, atrae a la japonesa Nissan. E incluso æpermil;lectricité de France, la empresa pública de electricidad, se propulsa sin complejos con energía nuclear por todo el continente.

 

Posible rebaja del crecimiento alemán

El crecimiento en Alemania está experimentando una grave desaceleración. Tanta que los principales institutos económicos del país se plantean una nueva revisión a la baja de sus previsiones de crecimiento para este año, según informa Reuters.

Aunque los institutos no han hecho públicas sus nuevas previsiones de crecimiento -que ya modificaron recientemente a la baja- los analistas estiman ahora que el crecimiento alemán rondará el 1,5% este año. Inicialmente, el Gobierno había previsto un aumento del PIB del 2,75% para este ejercicio, pero rebajó sus estimaciones en abril hasta el 2,1%, debido a los efectos de la desaceleración en Estados Unidos. La producción y los pedidos industriales, las ventas minoristas y el mercado de trabajo se están viendo más perjudicados de lo previsto en un principio.

Los expertos coinciden en que el 2% es la tendencia del crecimiento alemán a largo plazo y advierten que un aumento del PIB por debajo de esa cifra repercutirá negativamente sobre el empleo y, con ello, a toda la eurozona.

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