El euro centra el debate de las elecciones británicas
El Reino Unido celebra elecciones legislativas el próximo 7 de junio con todas las apuestas a favor de un segundo mandato del primer ministro laborista, Tony Blair. La baza en contra que los conservadores parecen dispuestos a explotar es el apego británico a la moneda nacional, impotentes ante el brillante saldo económico que Blair se permite exhibir después de cuatro años de Gobierno.
B. M. Bruselas
Para el líder conservador, William Hague, es una lástima que el próximo 7 de junio no se celebre el prometido referéndum de adhesión a la moneda única. Los sondeos muestran que, en estos momentos, su rechazo a la integración en la Unión Monetaria obtendría el apoyo mayoritario de la población británica. Quizá por ello, Hague prefiere convertir la campaña de estas elecciones legislativas en un plebiscito sobre el euro y no ha dudado en buscar el socorro del gancho antieuropeísta de Margaret Thatcher.
La antigua primera ministra ha aprovechado la renovada atención para descartar, de por vida, la adhesión al euro si los tories regresan a Downing Street, de donde Tony Blair los desalojó en 1997 tras varios lustros en el poder. Los laboristas se pertrechan para la recta final de la campaña, que Hague anuncia como una cuenta atrás en la defensa de la libra, con un programa económico que promete rebajas fiscales después de años de robusto crecimiento y contención del gasto público.
En los cuatro años de Gobierno laborista, el PIB británico ha crecido a un ritmo medio anual superior al 2,8%, el desempleo se ha situado en la cota más baja desde hace dos décadas (5,3%) y el balance fiscal arrojó en el último ejercicio un superávit del 2,1% del PIB. O del 4,4% si se incluyen los ingresos de la subasta de licencias UMTS, un método de adjudicación genial -o endiablado, depende de los observadores- que el ministro de Finanzas, Gordon Brown, estrenó en Europa con envidiables resultados.
El riguroso escocés incluso se ha permitido este año financiar un presupuesto ligeramente expansivo, como lo califica la Comisión Europea, gracias a la reducción de la deuda que ha permitido la subasta. Una reducción que, además, "contribuirá significativamente al superávit de un 1% en 2001 y 2002", indica Bruselas en sus previsiones de primavera para el Reino Unido.
La Comisión, no obstante, proporciona en sus textos munición contra el Gobierno de Blair que podría ser muy útil a sus rivales si la mayoría no los despreciaran con una lectura euroescéptica.
El comisario de Asuntos Económicos, Pedro Solbes, no ha tenido reparos en criticar, en su evaluación de las políticas presupuestarias de los Estados miembros, el incremento en el gasto público previsto por Brown para el periodo 2003-2004.
Solbes advierte que un gasto superior al 39% del PIB, como ha anunciado Brown, pone en peligro las garantías de estabilidad macroeconómica que el Reino Unido, como el resto de socios comunitarios, ha ofrecido a la Unión Europea. Las Orientaciones Generales de Política Económica, el texto que permitió a Bruselas rechazar el Presupuesto de 2001 de Irlanda, exigen a Gordon Brown que el gasto público no exceda el próximo bienio el 37,3% del PIB previsto en el presupuesto de este año.
Bruselas también critica con dureza que el desempleo en el Reino Unido se cebe en áreas geográficas y estratos sociales muy concretos, al tiempo que la productividad de la población activa crece a ritmo muy lento.
Duras observaciones que para William Hague, probablemente, son sólo una prueba más del peligro de estar en Europa.
La inflación atenaza al banco central
El Banco de Inglaterra afirma que la desaceleración de EE UU "dañará" al Reino Unido. Los principales riesgos para el país son la negativa evolución del crecimiento del PIB y las tensiones inflacionistas motivadas por la reciente debilidad de la libra, según las actas del instituto emisor, publicadas ayer.
El banco central ha seguido este año la senda marcada por la Reserva Federal de EE UU y ha bajado tres veces los tipos de interés, que están en el 5,25%.
Las rebajas han sido todas de 0,25 puntos. La autoridad monetaria señala que una rebaja más fuerte "sembraría la alarma en los mercados", en lugar de reactivar la economía. El banco pide calma, ya que la tasa de desempleo está en el nivel más bajo de los últimos 25 años y los salarios siguen creciendo.
La autoridad monetaria reconoce que la inflación será del 2%, frente al objetivo del 1%. Por otra parte, el PIB creció un 2,5% en el primer trimestre, frente al 2,6% del periodo anterior. El Banco de Inglaterra tendrá que hacer malabarismos para equilibrar el apoyo al crecimiento con el control de los precios.