La economía crecerá casi medio punto menos si no hay más reformas
El crecimiento potencial de la economía se reducirá cerca de medio punto en los próximos años si el Gobierno no emprende más reformas de calado en la estructura productiva, según un informe elaborado por el servicio de estudios del BBVA.
Más madera. La locomotora de la economía española necesita de más madera en sus calderas, y sobre todo de un lubricante de mayor calidad, para seguir creciendo por encima de la media comunitaria. Este lubricante no es otro que una vuelta de tuerca sobre las reformas estructurales, piedra angular de las políticas económicas de los Gobiernos comunitarios, pero que se resiste a ponerse en práctica por parte de ellos a pesar de las recomendaciones de Bruselas. Esta es la principal conclusión de un estudio elaborado por el BBVA sobre la capacidad productiva del país.
El crecimiento potencial de una economía se define como aquel al que tendería la producción en ausencia de perturbaciones de carácter transitorio como ocurre en los ciclos. Así, la economía tiende a crecer por debajo de su potencial en las fases recesivas, y por encima, en las etapas expansivas, como ha ocurrido en 2000, en el que el PIB real aumentó un 4,1%, más de un punto sobre el crecimiento potencial.
Cuando la economía crece por encima (debajo) de su valor potencial se genera un output gap positivo (negativo) que acaba reflejándose en la aparición de tensiones inflacionistas. Por tanto, disponer de una medida adecuada de este diferencial es muy útil para el análisis económico.
Según el BBVA, el crecimiento potencial (excluidos los efectos de los ciclos) medio del PIB español se ha reducido al 2,6% en los últimos tres ejercicios, frente al 2,9% de los primeros años noventa. Pero lo peor de todo es que, si no se ponen en marcha más reformas estructurales, este nivel podría descender al 2,3% de media en la primera década del tercer milenio. Este nuevo descenso, en el entorno de medio punto porcentual de PIB, só-lo puede evitarse profundizando en las reformas de los mercados de trabajo y de bienes, que servirían de freno al desgaste de los resortes sobre los que se sustenta la actividad económica.
En el mercado laboral, el elemento revitalizador pasaría por elevar la tasa de participación de la población en edad de trabajar y por una política de inmigración de mano abierta que se adecue a las necesidades de la economía, en especial del sistema público de pensiones. Estas reformas sólo elevarán de forma importante el PIB potencial si se traducen en ganancias de productividad.
Por ello, junto a las políticas macroeconómicas cobran relevancia las políticas microeconómicas orientadas a conseguir un funcionamiento más eficiente de los mercados de bienes y servicios.
En este asunto adquiere relevancia el aprovechamiento adecuado de las nuevas tecnologías, que requiere, por un lado, potenciar aún más la inversión (reno-va-ción de sistemas informáticos, creación de nuevas empresas y fomento del capital riesgo) y, por otro lado, una dotación adecuada de capital humano (reforma del sistema educativo). Por tanto, la inversión tanto en tecnología como en formación debería ser prioritaria para aumentar la productividad de la economía.
Ahorro
Otro aspecto en el que el Gobierno debería hacer hincapié es en el mantenimiento de la capacidad de ahorro de la economía, determinante de la tasa de acumulación de capital. El nivel de ahorro depende, entre otros factores, de la situación financiera del sector público, siguiendo esa máxima que estipula que a mayor déficit (deuda), menor ahorro y menor crecimiento del PIB potencial. En este sentido, el BBVA considera positiva la intención del Ejecutivo de alcanzar un superávit presupuestario (0,2% del PIB) ya en el año 2002, pero duda de que se pueda mantener a largo plazo por las incertidumbres que se ciernen sobre las finanzas públicas.
Entre ellas destaca los riesgos derivados de la escasez de recursos procedentes de nuevas privatizaciones, el agotamiento de los beneficios por la reducción de los tipos de interés y, fundamentalmente, la presión sobre los gastos derivados del coste de las pensiones y el gasto sanitario asociado al inevitable envejecimiento de la población española.
El flujo de inmigrantes debe ir en aumento
El crecimiento potencial de la economía depende también, en gran medida, de la mano de obra disponible. Dado que la población en edad de trabajar comenzará a caer a partir de 2005, según las últimas proyecciones de población del Instituto Nacional de Estadística (INE), el aumento del flujo de inmigrantes es básico para mantener un nivel adecuado de fuerza de trabajo. El año pasado, los inmigrantes fueron responsables de más de la mitad del crecimiento de la población en España, que alcanzó los 39,51 millones. Así, del 0,17% de incremento, 0,1 puntos se debieron a extranjeros y sólo los 0,07 puntos restantes, al crecimiento natural de la población.
En toda la UE, la población alcanzó los 377,6 millones en 2000, lo que supuso un incremento del 0,3%, o lo que es lo mismo, 1.150.000 habitantes más, de los que 816.000 correspondieron a poblacion inmigrante. El BBVA calcula que en los próximos años el flujo de inmigrantes hacia España podría elevarse hasta una media de 150.000 anuales. Con tales cifras cobra gran importancia la legislación laboral en esta materia y la regulación de los derechos civiles, a través de la polémica Ley de Extranjería, que ha enfrentado al Gobierno con los principales partidos políticos de la oposición. Las últimas encuestas revelan la intención de la población de que se facilite la entrada de inmigrantes, aunque de forma controlada.
De hecho, el 80% de los españoles es contrario a la entrada de inmigrantes sin contrato, según el último sondeo del CIS.
Bernardo Díaz Madrid