Carrera por los derechos económicos de la fórmula 1
La televisión de pago quiere atraer una competición millonaria con una audiencia de más de 300 millones de personas en el mundo. Las escuderías se rebelan y buscan un trozo de ese pastel.
Está por ver si en la presente edición del campeonato de formula 1 van a ser los rugidos de los coches los protagonistas. Los que hacen funcionar la maquinaria de una de las competiciones más lucidas del mundo están elevando el tono de sus desavenencias hasta el punto de que esta semana los preparativos para la competición del próximo día 15 en el circuito de Imola (San Marino) han sido silenciados.
Los problemas arrancan del lado más empresarial de este evento deportivo, los derechos de televisión. Leo Kirch, el ahora propietario del 75% de SLEC, la empresa con los derechos de retransmisión de la fórmula 1 hasta 2007, está negociando que la competición pase del circuito de televisión abierta a la de pago de su socio EM.TV. Los fabricantes de coches con intereses en la carrera (DaimlerChrysler, BMW, Renault y Fiat fundamentalmente) no quieren ni oír hablar del asunto.
Sólo la audiencia actual de esta competición, estimada en 300 millones de personas ,y los anunciantes que ésta atrae, hacen posible su participación. Y es que no hay cifras oficiales, pero el coste estimado de cada equipo ronda los 500 millones de euros (83.193 millones de pesetas).
Estar en el escaparate de la formula 1 es caro, pero es en esta competición donde las casas muestran sus avances tecnológicos y exhiben el músculo sus motores. Para ellos, que luego venden coches a esa audiencia, no tiene sentido que sea sólo para abonados.
Por ello han plantado cara a Kirch. Si sigue adelante con ellos, montarán una competición paralela que funcionará a partir de 2008. Lo dijo el presidente de Fiat y de la ACEA, la patronal europea de los fabricantes de coches, Paolo Cantarella. Pero la ACEA dijo el viernes que Cantarella sólo hablaba en nombre de los fabricantes que ya han negociado con Kirch sin llegar a un acuerdo.
Y el órdago va dando resultado. Primero Bernie Ecclestone, verdadero artífice del espectáculo de fórmula 1 y dueño ahora del 25% de SLEC. æpermil;l duda. Primero declaró al Financial Times que los fabricantes pueden destrozar "sólo en seis meses un negocio que se ha construido en 30 años". Luego se moderó y en un fax enviado desde Ginebra dijo que luchará por mantener el espectáculo en abierto.
El propio Kirch ha dado su brazo a torcer y ha dicho que dará un derecho de veto a los fabricantes sobre las decisiones relativas a derechos de televisión. Pero los fabricantes ni están conformes con la propuesta ni quieren negociar con Kirch.
Las acciones de EM.TV están a la baja desde que el desacuerdo ha trascendido. Analistas consultados por AFP como Harald Woel, del Landesbank Baden-Wuerttemberg, creen que "los fabricantes quieren presionar a Kirch porque nunca les gustó el acuerdo al que llegó con Ecclestone y quieren compartir el pastel y a buen precio". Según Friederich Schelmoese, de HypoVereinsbank, la fórmula 1 es muy popular "y llevará mucho tiempo y dinero montar un circuito alternativo".
La controvertida alma máter de la competición
Bernie Ecclestone no lo tiene claro. El conflicto entre participantes de fórmula 1 y los que manejan los hilos de uno de los negocios más lucrativos del mundo le llega cuando ya ha cumplido los 70 años, aunque no será hasta los 75 cuando deje el trono que él se ha construido al frente de la competición en los últimos 30 años.
Los que conocen casi todo de la fórmula 1 (es imposible saberlo todo si uno no es el propio Ecclestone) aseguran que si Max Mosley -presidente de la Federación Internacional de Automovilismo- es clave para el deporte, Bernie, lo es para el negocio. Ecclestone comenzó a amasar su fortuna vendiendo coches, motos y terrenos, luego organizó la competición automovilística y fue el primero en ver su potencial como máquina de hacer dinero en la televisión.
SLEC, la sociedad que explota los derechos televisivos hasta 2007 recoge en sus siglas el nombre de Slavia, la mujer de Ecclestone y el suyo.
Hasta ahora controlaba todo, siempre tras bambalinas, pues según algunas investigaciones de The Economist tiene mucho que esconder. Ahora se muestra desconcertado.