Ocho israelíes mueren en el ataque palestino más grave de la Intifada
Tel Aviv fue ayer el escenario del atentado más sangriento contra israelíes desde que se retomó la Intifada. Un palestino embistió con un autobús a un grupo de gente dejando a su paso ocho muertos y más de 20 heridos. El primer ministro saliente, Ehud Barak, ordenó de inmediato el bloqueo fronterizo a las zonas controladas por los palestinos. Tras el asesinato de uno de nuestros oficiales, ¿qué esperaban los israelíes que pasara? Pues simplemente una reacción", declaró a Efe el ministro palestino de Justicia, Freij Abu Medein. El martes, los palestinos habían prometido venganza por el ataque aéreo que acabó con la vida de un escolta de la guardia de seguridad del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasir Arafat. En algo más de cuatro meses de conflicto, se cuentan ya cerca de 400 muertos, en su mayoría palestinos. Barak, que en seguida calificó el ataque de ayer de "muy grave", ordenó el cierre de las fronteras con las zonas administradas por palestinos en Gaza y Cisjordania y endureció el acceso de trabajadores árabes a Israel. El conductor del autobús, que desde hace cinco años se dedicaba al traslado de los pocos palestinos que tienen permiso de trabajo en Israel, fue detenido por las fuerzas israelíes. Arafat, por su parte, condenó "todos los actos de terrorismo", pero no se refirió directamente el atentado. Las nuevas medidas restrictivas anunciadas por Barak estrangularán aún más la ya de por sí maltrecha economía palestina. Según el informe del enviado de Naciones Unidas a la zona, Terje Roed-Larsen, las pérdidas desde finales de septiembre superan los 1.000 millones de dólares (180.000 millones de pesetas). Además muchos palestinos han perdido su empleo, elevando a un 38% la tasa de paro y un 32% de la población vive en la pobreza. Aznar, pesimista tras su visita a Jerusalén
El presidente del Gobierno, José María Aznar, expresó ayer su "profunda preocupación" por el "máximo deterioro de la situación" en Oriente Próximo. Aznar hizo estas declaraciones durante su visita a Jerusalén, donde se entrevistó con Sharon y Barak, además de con el ministro de Exteriores, Shlomo Ben Ami.
Aznar se mostró poco confiado en que ambas partes alcancen un acuerdo a corto plazo, para lo que considera "muy importante" que se elimine la violencia, y dijo que, por ahora, no se podría celebrar una conferencia en "ni en Madrid ni en ningún sitio".
El presidente español, primer mandatario extranjero que visita Israel desde la victoria de Sharon, pidió que no se juzgara al nuevo primer ministro con "prejuicios". En la rueda de prensa posterior a su encuentro, Aznar aseguró que vio a Sharon dispuesto a avanzar hacia "acuerdos temporales".
Barak, por su parte, expresó a su interlocutor el deseo de que el mundo use su influencia para que la Autoridad Palestina ponga fin a la violencia.